La sorpresa es una reacción emocional neutra o una emoción básica y primitiva, que se origina de manera inmediata ante una situación nueva o poco común y que se diluye rápidamente, dando lugar a las emociones conformes con esta estimulación.
Para la psicología, ocupa un puesto central a nivel cognitivo. Tomada como una emoción de base, de la mano del miedo, del disgusto, de la tristeza, de la cólera y de la alegría, existe un consenso en el campo filosófico y psicológico, para inscribirla en las emociones primitivas y centrales.
La sorpresa desde lo cognitivo
En tal sentido, a nivel cognitivo, la sorpresa es un rompimiento del hilo temporal concerniente a expectativas en el orden de la imaginación, los hábitos y las creencias y abre otro proceso de conocimiento. Particularmente, en la filosofía aristotélica, en el texto “Poética”, la sorpresa, la emoción de admirarse, es entendida como fuente de conocimiento, en el momento preciso cuando irrumpe un personaje en una obra de teatro.
La irrupción de una nueva experiencia sorprende al individuo, porque toma conciencia de la oposición entre lo que pensaba, creía, veía y la realidad. Se deja ver que el fundamento de la sorpresa reside en la contraposición de dos estados de conocimiento distintos y la correspondiente necesidad pragmática de adaptarse a lo nuevo.
Ejemplos sobre el tema de la sorpresa
Por ejemplo, las personas suelen manejarse dentro de una serie de hábitos, como lo puede ser dejar las llaves del automóvil en un solo lugar al llegar de la calle.
Si en algún momento se rompe la cadena del hábito por otro suceso, luego, al momento de buscar las llaves -que no estarán en el lugar de costumbre- la persona sufrirá un rompimiento de sus expectativas, una decepción, que de inmediato le impondrá una tarea de reconocimiento para ubicar el lugar de las llaves.
Pero, la sorpresa también se produce, si luego de buscar las llaves infructuosamente, las mismas aparecen en el lugar donde ya se había buscado: en el bolsillo del pantalón del día del extravío.
Fases temporales de la sorpresa
Sucede que la sorpresa ha sido comprendida con mayor rigor como una secuencia de elementos en la que la emoción es parte de un fenómeno más amplio. Así, se podrían verificar tres fases temporales en la sorpresa.
- Protención
- Impresión
- Retención.
La protección de naturaleza afectiva y la tensión cuasi-orgánica que comporta un efecto corporal que persiste, como el estupor y la toma de conciencia.
En un proceso más amplio de sorpresas, un ejemplo típico es el caso de la sorpresa-descubrimiento de una obra de arte críptica, constituida por una cadena de admiraciones en secuencia.
La sorpresa como una espera bajo tensión
A decir de Natalie Depraz, partiendo de Husserl, “lo emocional interviene durante la fase de espera tensa (asociada a la valencia temor-aprehensión/esperanza), durante la fase de remanencia (asociada a la valencia decepción-frustración/satisfacción).
No obstante, lo anterior responde más a un ‘blanco’ emocional durante el choque, el momento de la impresión, […], que da lugar a un cierto tipo de *sideración/estupor, incluso micro, que se registra prioritariamente en el cuerpo en términos de sobresalto y se expresa a menudo por un silencio.” (1)
Es así como la sorpresa es la supresión general y súbita de todas las acciones emocionales y motoras de un individuo después de pasar por un incidente o una contingencia traumática.
Fuente (1) (Depraz, Natalie. “La inscripción de la sorpresa en la fenomenología de las emociones de Edmund Husserl”. Eidos: Revista de Filosofía de la Universidad del Norte, núm. 21, 2014, p. 175. Universidad del Norte Barranquilla, Colombia. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=85430922009).
Causas o instigadores de la sorpresa
- La sorpresa obedece a instigaciones novedosas débiles o comedidamente intensas, eventos de improviso.
- Asimismo, la sorpresa se debe al aumento brusco de estimulación.
- Y finalmente, la sorpresa implica la paralización de la actividad que se está ejecutando en ese instante.
Actividad fisiológica y procesos cognitivos implicados en la sorpresa
Regularmente, las personas que reciben una sorpresa experimentan en el instante una disminución de la frecuencia cardíaca y un acrecentamiento transitorio de los procesos neuronales.
La sorpresa en las personas conlleva, a nivel cognitivo, la activación de la atención y memoria de trabajo dispuestas para el procesamiento de la información novedosa. En cualquier caso, se produce un aumento de la actividad cognitiva.
La función y la experiencia subjetiva de la sorpresa
La sorpresa tiene por función proveer las respuestas de tipo emocional y conductual de acuerdo a situaciones novedosas. La sorpresa anula la actividad secundaria en el sistema nervioso central, que pudiera obstaculizar una respuesta conforme a las recientes exigencias de la situación.
Además, la sorpresa se ocupa de agilizar los sistemas de atención, promover interés y conductas exploratorias por el escenario novedoso. Por otra parte, la sorpresa encauza los mecanismos del pensamiento hacia la situación en cuestión.
Como experiencia subjetiva, la sorpresa es un estado transitorio muy breve, que se produce de forma inesperada, dando lugar a un segundo estadio o reacción emocional.
En la sorpresa ha sido reconocido un estadio mental en blanco momentáneo. Las sorpresas suelen dejar una sensación afectiva indefinida y agradable. Por último, se genera en el instante de la sorpresa un sentimiento de incertidumbre por lo que viene.
Diferencias con el susto o sobresalto
Si se compara la sorpresa con el susto y el sobresalto, habría que decir que estos últimos no son emociones, aunque muchas personas entiendan que son sinónimos de la sorpresa.
La expresión de sobresalto es antagónica a la sorpresa. Mientras en la sorpresa los ojos se abren ante un agente sorpresivo, en el sobresalto los ojos se cierran ante algo que sobresalta (el ruido de un disparo, por ejemplo). Si se comparase la cara de un sobresaltado con la de un sorprendido mostraría que sobresaltarse no es básicamente una etapa más intensa de la sorpresa.
El susto es distinto a la sorpresa. El ritmo del susto supera al de la sorpresa. La expresión de la cara de susto dura mucho menos que la de la sorpresa. El susto avisado disminuye, pero igual genera algún tipo de reacción. La sorpresa no existiría si ya se supiese lo que va a ocurrir. El susto, más que una emoción, es una reacción física.
Consideraciones finales sobre la sorpresa
En este artículo se ha determinado que la sorpresa es una emoción como lo es la ira, la alegría, el asco, la tristeza, la sorpresa y el miedo. La sorpresa se siente como buena o mala. Se fundamenta en sus escasos segundos de duración. El miedo, que podría seguir a la sorpresa, puede ser muy breve, pero también puede extenderse en el tiempo. Cada emoción tiene su propia especificidad.
Ocurre que las emociones básicas cumplen una serie de exigencias para ser consideradas como tales, a saber:
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Tener un sustrato neural específico y distintivo.
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Tener una expresión o configuración facial específica y distintiva.
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Poseer sentimientos específicos y distintivos.
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Derivar de procesos biológicos evolutivos.
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Manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.
Se dice que el placer, el interés, la sorpresa, la tristeza, la ira, el asco, el miedo y el desprecio son las emociones que comprenden estos requisitos.
En general, los estudiosos que defienden la tesis de que existen emociones básicas, consideran que deben verse como el resultado de procesos de adaptación y evolución, poseedoras de un fundamento neural natural compartido, y un estado afectivo que le es propio.