La dimensión humana es muy diversa, cada quien elige a su pareja según le parece. Habrá quienes definan un estereotipo de pareja y se dediquen a buscarlo hasta que lo consiguen, guiados por aspectos religiosos, sociales y culturales. Otros, menos rigurosos, le dejarán las posibilidades al azar o a los vaivenes de sus interrelaciones personales.
La gran mayoría de las personas confía en que tarde o temprano llegará el amor de su vida, como si en alguna parte estuviese esperando esa persona ideal. No obstante, más que el ideal, las personas comúnmente se dejan llevar por la necesidad biológica y social de formar una familia y estar acompañados, respectivamente.
Según los estudios que se han hecho al respecto, la etapa biológica reproductiva y procreativa de los individuos coincide con el deseo de relacionarse sexualmente.
En el amor apasionado de las parejas jóvenes entran en juego las descargas hormonales que se disparan a favor de la reproducción. Vale decir que la sensación de estar enamorado guarda relación estrecha con la bioquímica cerebral. Esto implica que el deseo sexual (libido, para el psicoanálisis de Freud) depende de ello.
En este artículo se tocará un nuevo término, la sapiosexualidad, que viene a destacar las cualidades de la inteligencia y la sabiduría de un individuo como factores esenciales de atracción personal.
Tal es la popularización del término que paralelamente a la inclusión de múltiples géneros sexuales apareció la bandera sapiosexual, conformada por tres franjas horizontales con los colores verde, marrón y azul, en sentido de arriba hacia abajo.
¿Qué es la sapiosexualidad?
¿Puede ser la inteligencia y el conocimiento de una persona factores esenciales para producir atracción sexual en otros? De acuerdo al concepto de sapiosexualidad la respuesta es sí. Los sapiosexuales experimentan atracción sexual hacia los individuos que destacan por su sabiduría e inteligencia.
¿Es usted sapiosexual? ¿Siente un interés especial por las personas que demuestran un gran manejo de inteligencia y conocimientos? ¿Descarta de plano a la persona que no puede sostener conversaciones sobre temas generales y específicos? Si la respuesta es sí en todas estas cuestiones entonces es muy probable que sea sapiosexual.
En los últimos tiempos, la palabra se ha hecho común en las redes sociales digitales. Pareciera que es signo además de distinción, aunque no existe una literatura específica que intente darle preeminencia científica al neologismo.
La tendencia a calificar o autocalificarse es propiamente humana y nace con la conformación de las sociedades civilizadas. La necesidad de funcionar con estereotipos que orienten la vida en comunidad es natural a la condición humana.
Por eso, no es de extrañar que en las redes sociales digitales se determinen abiertamente estas formas de pertenencia y de identidad (recuperadas del mundo analógico) que sirven para ordenar la complejidad del mundo. Escribir “yo soy” tal o cual cosa es una afirmación de identidad.
En suma, la inteligencia y no el aspecto físico (idea de belleza) es el factor clave para que el sapiosexual se interese en otro, con fines amorosos o solamente sexuales. Tampoco cuentan mucho las variables como la edad y sexualidad de la persona. Es decir, el sujeto sapiosexual puede ser indistintamente de tendencia bisexual, homosexual, transgénero o heterosexual.
Es posible que los sapiosexuales asocien la capacidad intelectual de una persona con factores como la seguridad y la estabilidad. Además, no es que los sapiosexuales solo miren la inteligencia de la persona, también se fijan en ciertos atributos físicos y cómo es su personalidad.
El sapiosexual crea el vínculo personal con esa persona a partir de lo que le aporta a su conocimiento y los diversos escenarios reflexivos que le abre. Cuando se produce de forma natural lleva a relaciones amorosas estables; sin embargo, si el sapiosexual no sacia con el tiempo sus necesidades el interés tiende a decaer.
En teoría, el sapiosexual puede verse seducido por otras personas aún estando ya en una relación de pareja. Otra constante es que la sapiosexualidad está más extendida entre las mujeres. En general, se aprecia que las féminas son más propensas que los hombres a enamorarse de las aptitudes del otro.
Peculiaridades de los individuos sapiosexuales
Sin duda, la inteligencia es una cualidad muy demandada para el sapiosexual; sin embargo, poniendo en una lista los rasgos que definen esa conducta o preferencia, habría que mencionar los siguientes:
- No hay cosa que más rechace el sapiosexual que las “cabezas huecas”. Por ello, jamás le dará cuerda a una persona que no cumpla sus exigencias.
- El sapiosexual suele ser también una persona inteligente y culta, aptitudes que no duda en usar para reconocer la sapiencia del otro y seducirlo. Cuando se da cuenta de que su cerebro está siendo estimulado por el contenido de lo que escucha, apelará a sus propios saberes para mantener la atención de esa persona.
- Es de esperarse que en la categoría de sapiosexual habrá quienes quieran relaciones estables, temporales o furtivas. Sin embargo, el sapiosexual puede ir escalando su interés en la otra persona a medida que va reconociendo sus capacidades intelectuales y cognitivas, hasta el punto de enamorarse, querer convivir y relacionarse sexualmente.
- El conocimiento y las habilidades creativas, intelectuales, etcétera, son sumamente apreciados por los sapiosexuales. En una conversación de interés, la persona experimentará cómo su fascinación y deseos sexuales aumentan cada vez más. A más conocimientos recibidos, la respuesta sexual será mayor.
- Lo anterior se relaciona con el concepto de sapiofilia, porque la persona siente una gran emoción cada vez que su contraparte la ilustra con nuevos conocimientos. Se crea una suerte de avidez cognitiva, que de no ser compensada podría llevar al desinterés.
- El sapiosexual se deja atrapar en la denominada inteligencia erótica. Es un juego oral con doble sentido, pero estructurado inteligentemente sin apresuramientos, lo que va generando una carga sexual en potencia, auspiciada por la mente. Es una especie de caricia virtual.
- No se debe confundir al sapiosexual con quienes se enamoran platónicamente.
- El sapiosexual busca una relación en la que su intelecto se vea estimulado, pero no busca a un sujeto que le haga sentir inferior.
Pistas para saber si es sapiosexual
Si aún no le queda claro, después de haber leído las líneas anteriores, si es sapiosexual o no, lea con atención las cuestiones siguientes y responda:
- ¿Le atraen las personas con las que pueda conversar de todo sin temor a aburrirse?
- ¿Le atraen las personas cuya mejor cita sea pasar todo un día en un museo o asistir a una obra de teatro, o algo similar?
- ¿Podría pasar horas con una persona discutiendo ideas, conservando el interés?
- ¿Cuándo piensa en su ideal de pareja quisiera que no le gustase la vida rutinaria, sino que esté abierto a nuevas experiencias?
¿Es bueno ser sapiosexual?
Entendiendo la sapiosexualidad como una ganancia en la forma de concebir qué es lo más importante en una relación, la respuesta es afirmativa. La sapiosexualidad puede ser entendida como una forma de sentir y enamorarse distinta a la medida tradicionalmente por los atributos exclusivamente físicos y materiales. El interés hacia el otro no es por lo que tiene, sino porque sabe y potencialmente sabrá.
Podría pensarse que las vivencias sexuales comienzan en una dimensión más firme y se anclan en aspectos más consistentes que la belleza, sujeta al deterioro con el pasar del tiempo.
El descubrimiento del otro y sus facultades intelectuales se convierte en una aventura que se ve retroalimentada en la medida que ambos van creciendo juntos. El sapiosexual descubre cada vez aspectos que le resultan más atractivos.
En conclusión, los sapiosexuales son seres que se destacan cuando los habladores de tonterías se callan. En el ruido ensordecedor que genera la mayoría de las personas, con gritos y malas palabras, quizá se dejará escuchar a una persona con una idea nueva.
El sapiosexual brilla con luz propia, no será difícil detectarlo si puede ver entre las luces enceguecedoras de quienes simulan serlo. El cerebro es el órgano sexual más poderoso, que mueve los territorios más insondables del cuerpo humano. Eros y psique en uno solo.