Para la psicología, el humor constituye un rasgo de la personalidad madura, porque supone una mayor tolerancia a los conflictos que produce el contraste entre la idealidad y la realidad de la existencia humana.
La conquista del humor permite además que las personas respondan de manera positiva a la vida y a sus semejantes. Es una aptitud que hace menos ásperas las relaciones interpersonales y mejora la autopercepción que las personas tienen de sí mismas.
El buen humor equivale a ver el lado risible de los infortunios, sin perder la perspectiva crítica y caer en el conformismo paralizante ante los obstáculos de la vida.
¿Qué representa el humor en psicoanálisis?
En realidad, todos los seres humanos tienen un “humor”, porque para la psicología y la psiquiatría, se trata de un estado de ánimo, que se manifiesta continuamente y varía de persona a persona, pudiendo ser normal o patológico. La depresión sería un tipo de humor patológico. Sin embargo, en este artículo, la expresión que se acoge está relacionada con lo humorístico o con el sentido del humor.
Una búsqueda más exhaustiva del significado de la palabra “humor” lejos de aclarar confunde más, debido a que su definición resulta imprecisa. Desde el punto de vista etimológico, el término proviene del latín humor, (humoris), relativo a líquido o humedad.
Curiosamente la antigua medicina hipocrática formulaba la existencia de cuatro humores líquidos dominantes: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. De su combinación dentro del cuerpo humano dependían el equilibrio y el goce de una buena salud.
Con base a estas creencias, posteriormente se desarrollaría la psicología humoral, la cual buscó la determinación de combinaciones concretas de los líquidos corporales para ciertas manifestaciones de carácter o enfermedades.
Como expresión de la naturaleza humana, el humor ha sido un componente con enorme presencia en las artes, particularmente en la literatura y las artes escénicas. El humorismo como expresión para divertir tiene una larga historia. Pero se distinguen varias formas de humor: el humor puro e inocente y sus manifestaciones maliciosas, como el humor irónico, sarcástico, satírico o la parodia. Y es que la alegría (o la burla) por la desdicha de otros y los prejuicios forman parte del humor.
Los chistes, por ejemplo, no siempre son puros, muchas veces son mordaces. Detrás del humorismo o de los chistes de doble sentido se esconden críticas y prejuicios hacia las nacionalidades, las preferencias sexuales, las clases sociales, etc.
La noción de humor que finalmente se acoge sale de la filosofía de la última década del siglo XIX. El humor entonces, seriamente entendido, es una disposición para la contemplación y revelación de los aspectos cómicos de la vida.
En tal sentido, una perspectiva más estricta identifica al humor con la capacidad de sobrellevar estoicamente los infortunios y obtener de ellos elementos alegres. Incluso el humor puede asociarse a genio o jovialidad. Además, el chiste o la broma son palabras que merecen mayores precisiones. Para estudiar cuál ha sido el rol del humor en el psicoanálisis, se tocarán esos términos cercanos.
¿Por qué necesitamos mecanismos de defensa?
Sigmund Freud, padre de la doctrina psicoanalítica, se interesó particularmente en el humor y el chiste como manifestaciones del comportamiento rutinario de los individuos. Para el psicoanálisis freudiano el chiste esconde los procesos mentales inconscientes, que trae placer al chistoso y a sus oyentes. La teoría psicoanalítica estudió la causa de la energía psíquica expresada en la risa y generada por el chiste.
Es así que desde esta perspectiva se debe reconocer que el inconsciente se expresa mediante un sistema operativo primario o un proceso primario. Con el desarrollo psicológico de los individuos, dicho proceso es complementado e incluso parece sustituirse por el proceso secundario, el cual comporta la capacidad para producir símbolos, desarrollar pensamientos y atesorar recuerdos.
Sucede que la mente humana se va estructurando para que los contenidos inconscientes no se impongan sobre la conciencia. El psicoanálisis deja ver que los contenidos inconscientes dolorosos son obstaculizados de diversas formas: a) por el mecanismo de la represión; b) por la barrera del preconsciente; y c) por su codificación propia del proceso primario.
En este orden, los contenidos inconscientes requieren ser descodificados por el proceso secundario y, en consecuencia, llevados a símbolos e ideas, mediante su articulación con la palabra en el preconsciente.
En los chistes el pensamiento ejerce un rol esencial por el proceso primario. El psicoanálisis postula la tesis de que toda frase chistosa cuando es descodificada por el proceso secundario, sin alterar su mensaje, la cualidad chistosa es destruida.
En las etapas tempranas de la infancia, los individuos piensan según el proceso primario y paulatinamente el pensamiento secundario va tomando preeminencia. En tal sentido, las personas adultas que ríen, cuentan chistes y son receptivas a los mismos regresan de manera parcial y temporal al proceso primario. Es una suerte de regresión que obedece al Yo.
Cuando las personas no entran en el contexto del chiste por desinterés y falta de humor, nada les parecerá chistoso. La autocensura y la extrema rigidez impiden en ocasiones la sintonía comunicacional con los contenidos subrepticios del chiste. El psicoanálisis explica que el placer producto del chiste proviene de dos fuentes diferenciadas, a saber:
- Es un sistema de sustitución del pensamiento de proceso secundario por el de proceso primario. Ello implica la obtención de un placer especial debido a la suspensión temporal de las limitaciones de la vida adulta y la regresión al comportamiento infantil.
- Es el resultado de la emancipación de instintos que, en otras circunstancias, son inhibidos.
La primera fuente de los chistes proporciona el carácter chistoso a los mismos; la segunda, es esencial para su existencia. La risa y el placer propios del chiste tienen su fundamento en la liberación de la energía psíquica. Como bien entiende el psicoanálisis, la sustitución antes descrita conduce a la retención de energía psíquica que queda libre para que se exprese mediante la risa.
Además, con la evasión temporal de la contención de instintos o la supresión de las defensas del Yo, se gana más energía psíquica. La doctrina psicoanalítica interpreta que esta energía es la misma que el individuo usa para reprimir los impulsos instintivos. En ese momento, esa energía es usada en el chiste y se libera en la risa.
Como señala el psicoanálisis, el pensamiento, según el proceso primario, se manifiesta en los chistes con el uso de analogías y la simplificación exagerada de la sintaxis, donde se excluyen términos descriptivos y formas de enlace.
Además, aparecen recursos como el desplazamiento, la condensación, la perspectiva totalizadora, mediante la mención de solo una parte o viceversa, el paralelismo de los opuestos y el simbolismo. Por otra parte, entendiendo que el chiste es esencialmente una construcción verbal, se han identificado distintas maneras de conformación de las palabras en el pensamiento del proceso primario.
Es clásico el recurso de las palabras compuestas que guardan el significado de sus términos originarios, pero que conforman una nueva palabra. De esta manera, se habla de un proceso de condensación terminológico.
Otras formas de manifestación del proceso primario se observan en el uso de la fracción de un término para significar algo integral; y la apropiación de una palabra para significar algo muy distinto, valiéndose de su similitud por forma o pronunciación. Las figuras retóricas, características del proceso primario, forman parte de los juegos de palabras. Por ejemplo, el doble sentido, tan propio de los chistes, es la representación más extendida de estos juegos.
¿Cuál es el límite del humor como mecanismo de defensa?
Sumado a los recursos lingüísticos, el contenido es también fundamental para convertir una frase en un chiste. En el chiste, tanto forma como contenido son importantes. Los chistes representativos de contenidos sexuales u hostiles son muy comunes.
En el ámbito psicoanalítico, lo sexual abarca las características oral, anal, fálica y genital. El chiste entonces también funciona como mecanismo de liberación y descarga de contenidos inconscientes de carácter sexual.
Bajo esa perspectiva, los individuos encuentran en las frases chistosas un vehículo de expresión de contenidos sexuales reprimidos que, por otras vías sociales, no podrían expresar de manera diáfana o completa.
Las frases chistosas, que hayan mayor redundancia en momentos y situaciones específicas, pueden estar relacionadas con arranques socialmente prohibidos, de tipo sexual y/o agresivos. Los chistes licenciosos se caracterizan por subrayar intencionalmente hechos o situaciones sexuales.
La socialización del individuo reprime desde la infancia los comportamientos considerados abiertamente sexuales, agresivos u hostiles. Estas manifestaciones, socialmente inaceptables, encuentran en el chiste de carácter burlesco una forma de expresarse.
Asimismo, el chiste sirve para ofender de una manera graciosa, para realizar críticas al poder de manera indirecta o responder a la represión interior de forma subrepticia. En su vertiente ideológica, el chiste (el humorismo) ha sido un arma muy poderosa en contra de atrocidades y violaciones de derechos humanos.
El cinismo en su expresión graciosa o chistosa es una fuente de liberación personal contra cosas, instituciones, jerarquías, sujetos intocables, principios morales, religiosos, conceptos o verdades doctrinarias, etc., que pudieran ser en el fondo falsas y cínicas. Quien cuenta chistes no ríe tan espontáneamente como su audiencia, porque ya ha consumido mucha energía en la creación de los chistes.
El chiste es un fenómeno civilizatorio, cuya función supera la generación de placer. Quien es capaz de reír y hacer reír posee la potencialidad mental para cambiar la realidad.
El humor y el placer
Como ha quedado evidenciado, el humor es un catalizador del placer. El individuo encuentra en el humor la manera de evadir y sustituir los efectos dolorosos de la vida. En consecuencia, el placer del humor aflora en desmedro del afecto reprimido o por la preservación de la energía psíquica de una emoción.
El humorismo es amplio en manifestaciones. Por ejemplo, la compasión que se deja de sentir es una fuente de placer humorístico. El ser humano también es capaz de reírse de su infortunio. Es decir, la tristeza que provocaría la calamidad es canalizada en energía para la risa. El chiste permite iniciar un proceso de sustitución.
Para el psicoanálisis, el placer del chiste proviene del ahorro de energía psíquica por no reprimirse y el placer del humor de lo economizado en emociones. La persona de buen humor se niega a sufrir a pesar de la adversidad. Como indica el psicoanálisis, el Superyo empodera al Yo con el humor. Los sujetos con un Superyo fortalecido se burlan de sí mismos.
La tesis freudiana sobre el origen del chiste fortalece sus ideas sobre lo inconsciente, la represión y la presencia de manifestaciones instintivas que se valen de subterfugios para aflorar. De la misma manera, valorizó los instintos agresivos y desarrolló los postulados de la preservación de energías psíquicas como origen del placer.
Sirva esta última aseveración para concluir: desde la perspectiva freudiana, el humor conserva la salud psíquica del sujeto protegiéndolo de la manía, mediante el triunfo del placer sobre la calamidad del entorno.