diciembre 1, 2024
atracción sexual

¿Por qué no siento atracción sexual por nadie?

La pérdida del deseo sexual se debe esencialmente a factores psicológicos y fisiológicos, aunque en la mayoría de los casos puede ser tratada clínicamente. Regularmente es una manifestación secundaria de afecciones orgánicas, psicológicas y comporta mentales. En tal sentido, la inhibición del deseo sexual tiene una etiología muy diversa. A continuación se estudian sus causas más comunes.

Factores psicológicos

Aquí se incluyen las falsas expectativas que la hiper sexualización ha creado entre las generaciones más jóvenes. Este fenómeno sociocultural, asociado con el mundo del marketing y el consumo, ha desvirtuado el comportamiento emocional y sexual de la sociedad. La sobreestimación del cuerpo y del coito conlleva un efecto contrario en el comportamiento sexual de las personas, que fracasan en su intento de cumplir estas falsas expectativas.

Por otra parte, una sociedad cada día más interconectada no implica una sociedad cada vez más involucrada y cercana. La vida en la ciudad, centrada en la subsistencia y el trabajo, puede llevar a la pérdida del deseo sexual. Las emociones, como el miedo y la ansiedad, generadas por la falta de aciertos y oportunidades, la inseguridad social y laboral, los problemas económicos, emocionales, pueden afectar el deseo sexual de las personas.

Caso contrario, el círculo de comportamientos asexuales se ve alimentado por el temor a no poder cumplir las expectativas sexuales del otro. A más fracasos, las personas podrían entrar en episodios de estrés y ansiedad. En estos casos, es recomendable solicitar el auxilio de profesionales en psicología del comportamiento, para atajar a tiempo situaciones crónicas, como la depresión, que tiene consecuencias aún más graves.

La pérdida o disminución de la libido en hombres y mujeres puede vincularse precisamente con el estrés crónico y con estados de insatisfacción general, fracasos profesionales y familiares. La ausencia de intereses sexuales en personas con estados depresivos, sin problemas funcionales del aparato sexual, ha sido clínicamente verificada. 

La salud psíquica es tan importante como la salud física. Cuando las personas han sido expuestas a experiencias sexuales traumáticas regularmente sufren de estrés post-traumático. Particularmente, los abusos de tipo sexual en la niñez y las violaciones sexuales en la edad adulta dejan secuelas psicológicas perennes, que deben ser tratadas por especialistas. Una de esas consecuencias podría ser el bloqueo del deseo sexual.

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¿Cómo se relaciona con la asexualidad? 

La asexualidad es una causa poco común, que consiste en la carencia de  atracción sexual a lo largo de la vida. No sobrepasa el 1% de la población mundial y un porcentaje importante no es consciente de ser asexual. 

Las personas asexuales experimentan muy bajos niveles de atracción sexual hacia alguna persona o no quieren compartir su sexualidad con otras personas. Las investigaciones han expuesto que generalmente los asexuales no mantienen relaciones sexuales, y cuando tienen encuentros sexuales manifiestan que no les resultan satisfactorios. 

En principio, la asexualidad no se debe a motivaciones ideológicas, culturales o religiosas. En los estudios más recientes del área psicológica la han catalogado como un tipo de orientación sexual y, hasta que se demuestre lo contrario, no se considera un trastorno de deseo. 

Solo se puede hablar de trastorno cuando una persona tuvo deseos sexuales y los perdió por algún motivo. La pérdida de deseo sexual regularmente viene acompañada de angustia o estrés clínicamente detectable, pero las personas asexuales no experimentan angustias sobre su asexualidad, propiamente dicha. 

En cualquier caso, los asexuales sienten angustias promovidas por la presión social y el tema de los roles y comportamientos sexuales, como la urgencia social de tener apetitos y relaciones sexuales y satisfacer a otra persona que no es asexual. Es una realidad que los no asexuales creen que el sexo es un medio para el amor y la intimidad.

Sin embargo, desde la perspectiva del psicoanálisis, la asexualidad fue vista como la consecuencia de situaciones patológicas. Y es que desde esta perspectiva los deseos sexuales solo están inhibidos o se manifestarían mediante la sublimación y desviación en síntomas neuróticos, pero jamás se puede hablar de ausencia y desaparición de los deseos sexuales.

Aunque se han considerado fundamentos biológicos como causas para la asexualidad, no puede ser considerada una incapacidad para funcionar sexualmente. En el caso de las mujeres asexuales, las respuestas sexuales a nivel orgánico son similares a las de cualquier mujer, indistintamente de su preferencia sexual. 

Atendiendo una perspectiva más abierta, también se han considerado factores psicológicos y sociales sumados al biológico, como fundamento de su etiología. Es decir, la asexualidad sería el resultado de una suma de factores. Pero, en general, no hay información científica suficiente sobre su etiología.

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Factores fisiológicos y orgánicos

Se conoce que el desinterés sexual o la disminución del apetito sexual están relacionados con los cambios hormonales por menopausia o andropausia. En las personas de la tercera edad disminuye la producción de progesterona y testosterona en las mujeres y hombres, respectivamente. En casos más específicos, la mujer que recientemente estuvo labores de parto sufre la alteración a la baja de sus deseos sexuales, porque obviamente ha pasado por cambios hormonales.

La ingesta de ciertos medicamentos también puede alterar el deseo sexual. Se entiende que esos efectos secundarios son pasajeros y se superan una vez que el tratamiento termine o sea modificado. Específicamente los efectos secundarios se focalizan en la disfunción eréctil, la sequedad vaginal o los cambios hormonales.

Estudios recientes han determinado que la enzima cerebral aromatasa es la responsable del deseo sexual en los hombres. Esta enzima transforma la testosterona en estradiol, que a su vez es un estrógeno esencial para el control de la función reproductiva tanto en hembras como varones.

Los estudios realizados comprobaron que se puede modificar el comportamiento sexual a través de la inhibición o potencialización de la actividad de esta enzima. Por ejemplo, el trastorno del deseo sexual hipoactivo es un efecto secundario de muchos medicamentos.

El consumo de drogas y alcohol es otro de los factores que producen desórdenes de orden funcional y hormonal (y psicológico) que afectan el comportamiento sexual de las personas.

A modo de conclusión

Al margen de la asexualidad ya definida, las personas aptas sexualmente podrían pasar por etapas de inhibición de los deseos sexuales por relaciones pasadas insatisfactorias. Los fracasos en las relaciones afectivas podrían producir pérdida temporal del interés sexual. En el caso de parejas, la rutina sexual sin pasión va generando paulatinamente el cansancio y, en consecuencia, se pierden también los deseos sexuales.

Las situaciones tensas y conflictivas, que suelen producirse dentro de una relación sentimental, también generan alteración y disminución del interés sexual. Las parejas entran en una suerte de círculo vicioso. Los motivos pueden ir desde situaciones manejables hasta casos graves; desde problemas económicos, pasando por celos, hasta maltrato verbal y físico. Estos conflictos aceleran el deterioro de la relación.

Los cambios inesperados en la vida, aunque sean a la larga positivos, como el cambio de domicilio, husos horarios, de un clima a otro, la crianza de un hijo recién nacido; o negativos, como las catástrofes ambientales o la muerte de un ser querido, entre otros,  pueden interferir temporalmente en el apetito sexual de las personas, aunque vivan o no en pareja. 

Muchas personas priorizan conscientemente sus actividades diarias de acuerdo al devenir de sus vidas, dejando en un segundo plano las relaciones sexuales, aunque éstas hayan sido placenteras. De esta manera, centran sus esfuerzos por varios años en terminar una carrera profesional o se dedican a trabajar con el fin de ascender laboralmente. Cualquier actividad sexual es reducida a la autocomplacencia o queda en suspensión hasta que la persona decide que ya es tiempo de buscar una pareja.

Cuando la inapetencia sexual se prolonga por muchos años sin motivo aparente, en desmedro de los intereses personales, se recomienda buscar la ayuda de un psicoterapeuta.

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