No hay mejor norma que la que no cuesta nada cumplirla, porque está tan interiorizada que es parte del comportamiento de la persona. Por ello, las normas del hogar deben ser parte del estilo de vida de una familia. Sin ellas, no sería posible el desarrollo de la vida familiar.
- El ocio compartido. La familia unida disfruta el tiempo de ocio. Los padres deben promover los encuentros en familia para realizar actividades lúdicas que favorezcan la alegría y la satisfacción colectiva.
- Fortalecer la comunicación. La comunicación es la única vía humana para el entendimiento mutuo. Por ello, la familia, desde su autoridad, deberá promover una comunicación asertiva entre sus miembros. Es decir, no es suficiente con expresar lo que se piensa, sino establecer acuerdos medios que no vayan en detrimento de alguno de sus miembros. Los conflictos deben ser prevenidos conversando y respetando la opinión del otro. Saber escuchar y exponer las ideas es la clave de la comunicación.
- Respeto del gusto ajeno. Los niños y adolescentes necesitan su propio espacio. Cada hermano va desarrollando una personalidad aunque sea criado de la misma manera. Por ello, se deben respetar los gustos sanos que conforman la personalidad del individuo.
- Crear orden en los espacios compartidos. Cuando no hay forma de que los hermanos tengan su propio dormitorio y baño, debe plantearse un límite por igual a cada miembro familiar. Por vía de la concertación se deberán establecer los espacios compartidos e individuales y los horarios, de ser necesario.
- Distribuir las tareas de la casa. Independientemente del número de personas que conformen una familia, es importante que cada quien tenga parte de la responsabilidad en tareas muy sencillas como en las que no lo son tanto. Todo dependerá de la edad, la disposición de tiempo y la misma jerarquía dentro del grupo familiar. Se trata de dividir las tareas del hogar.
- No perturbar la vida de los demás. Un principio básico de convivencia que parece olvidarse a menudo es aquel que dice: el derecho de un sujeto termina donde comienza el de otro. La convivencia familiar implica, por ejemplo, escuchar música sin perturbar a los demás.
- Disculparse a tiempo y agradecer. Una de las virtudes humanas que sobresale por encima de otras es saber reconocer cuándo se cae en excesos respecto al trato con otras personas. La humildad lleva a mejores relaciones interpersonales. Saber pedir disculpas en el momento justo facilita mejores relaciones familiares y sociales. Además, la educación básica, que suele llamarse “moral y cívica” contempla la importancia de dar las gracias siempre que sea pertinente.
- Promover actitudes no egoístas. la mejor convivencia familiar solo se puede lograr cuando sus miembros evitan comportamientos egoístas. Como conducta positiva se debe promover el intercambio de favores y cosas materiales, bajo la responsabilidad que corresponde. Compartir no implica ceder todo lo que se tiene, sino buscar un equilibrio en el fluir de las cosas y favores.
- Cuidar la limpieza. El cuidado de la higiene de los espacios y utensilios de la casa suelen descuidarse y generar pleitos en familias donde los padres o representantes no han establecido bien las pautas de limpieza. Es importante que a cada miembro de la familia, según la edad, le corresponda una parte de la limpieza de los espacios comunes. El lema debería ser “limpiar lo que se ensucia”.
- Tocar antes de entrar. En términos ideales el respeto intrafamiliar se demuestra en el acto de tocar la puerta y preguntar antes de abrirla. En una situación ideal, en hogares bien constituidos, los baños y habitaciones están aislados por puertas. Una puerta cerrada significa que quien la cerró no quiere ser molestado o necesita privacidad. Por ello, si se trata de una habitación personal o baño, los padres deberían promover la costumbre de tocar antes de entrar.
- Apagar las luces si no la necesita. Aparte de que la energía eléctrica es cada vez más costosa, por norma general, el ahorro de energía siempre será una buena medida para proteger el presupuesto de una familia de clase media. Desde luego, si los niños y adolescentes se acostumbran a cuidar el consumo de los servicios, sus padres tendrán menos cuentas qué pagar y redundará en la convivencia familiar. Es parte del compromiso colectivo que debería imperar.
- La violencia no es una opción. Todos los especialistas en el comportamiento humano coinciden en la afirmación de que la violencia no es una opción en ningún caso. La violencia comprende un amplio rango de comportamientos que no son siempre el uso de la fuerza y la represión física. La convivencia familiar solo se desarrolla y conserva en un clima anti-violencia: sin palabras altisonantes, sin violencia verbal, sin posturas autoritarias, sin chantajes emocionales, sin manipulación de emociones… La palabra coherente y respetuosa es la mejor opción.
- La franqueza es siempre mejor que medias verdades. Las mentiras piadosas por más piadosas que resulten en un momento lo único que hacen es crear con el tiempo desconfianza y resquebrajamiento de las relaciones intrafamiliares. Quién miente es porque teme perder algo, pero paradójicamente termina perdiendo la confianza de quien engaña. La verdad, aunque pueda doler en ciertas circunstancias, es mejor que las medias verdades. Por ello, la franqueza es una virtud que se debe cosechar en el seno familiar.
- Establecer horarios en común acuerdo. Este punto se refiere a un hecho fundamental: los padres y representantes deben convenir los horarios de entrada y salida de los jóvenes que aún no se emancipan. Los jóvenes tienen pleno derecho a tener una vida social, pero con ciertas limitaciones. Participar en fiestas y reuniones con las amistades es normal y necesario como parte del desarrollo del individuo.
- Disponer el testamento en común acuerdo. Como regla general las familias deberían cuidar todos los aspectos testamentarios para así evitar posibles conflictos económicos en el futuro. Aunque solo exista un bien material, como una propiedad inmobiliaria, es importante que se dejen las pautas bien claras respecto a qué se deberá hacer con ese bien material. La equidad no está dada ex profeso, deberá ser puesta en términos legales, por más amor y consideración que exista entre los miembros de la familia.