octubre 6, 2024
Moral

Moral

El tema de la moral es muy importante. Se ha discutido mucho al respecto en la filosofía. No obstante, en los terrenos de la psicología también ha demostrado una importancia notable. Sucede que la forma de actuar, y pensar, de las personas está muy relacionada con su moral.

Sus aspectos conceptuales y característicos

En su etimología, el vocablo proviene del latín moralis que es equivalente a “manera de vivir” conforme a ciertas costumbres.

La definición de moral es a primera vista evidente, puesto que en el lenguaje cotidiano el término alude a los comportamientos buenos y aceptados socialmente y, además las personas comunes entienden perfectamente su importancia.

Hay que decir que la moral es bastante relativa. De hecho, parece tener connotaciones variables de acuerdo a la disciplina desde la cual se estudia. Por eso, en la siguiente sección de este post queremos hablar de la referencia a la moral desde el enfoque psicológico.

La moral vista desde la psicología

La moral es bastante compleja. Aceptar esta complejidad forma parte de las premisas de la psicología. Ahora bien, desde la perspectiva psicológica, la noción de moral tiene dos acepciones, las cuales detallamos a continuación:

  1. Es una parte de la conciencia que integra los procesos cognitivos y emocionales que permiten la estructuración de una guía interior. Esta suerte de mandato interior (conciencia moral) sistematiza la conducta individual, conforme a los valores aceptados por el colectivo social de pertenencia.
  2. Es vista también como el proceso de asimilación de la conciencia moral (maduración moral).

La moral es entonces la manera en la que los individuos deciden conducirse en la sociedad. Para el gran filósofo G. W. F. Hegel, cuando la conducta responde a los valores efectivamente realizados en la historia, se denomina ética. 

Las confusiones entre la moral y la ética

Pudiera resultar confuso distinguir los problemas morales de los éticos, ya que en el lenguaje común (y culto) la moral es sinónimo de ética. Empero, sucede que hay matices relevantes entre ambos conceptos.

No obstante, la ética es un constructo de la filosofía, que define los principios y valores que guían a las personas y colectivos. Un individuo actúa éticamente cuando respeta principios y convicciones. En cambio, un individuo es moral cuando sus acciones van conforme a sus costumbres y valores consagrados, que en algún momento pudieran ser cuestionados por la ética.

Se da el caso entonces que los individuos pueden ser moralmente correctos porque respetan las costumbres, pero no tienen por qué ser éticos debido a que no obedecen los principios. Esta es una de las claves para entender las disimilitudes entre lo moral y lo ético.

Analogía para expresar diferencias entre la moral y la ética

Valga la analogía del “hogar” para explicarlo. Nos toca desglosar esta analogía para entenderla bien:

  • Un “hogar”, por concepto, debería organizarse espacialmente por habitaciones (comedor, cocina, dormitorios, etc.) y humanamente (interrelaciones de sus integrantes y con sus vecinos).
  • Estos aspectos se ordenan de acuerdo a principios y valores, para asegurar una buena convivencia.
  •  A esto se le llamaría ética y carácter ético de los integrantes. 
  • Ahora bien, dentro del “hogar” las personas se rigen por costumbres, modos de relacionarse, etc. 
  • Esta guía de comportamiento se llama moral o postura moral de sus integrantes. Y esa moral dará lugar a la ética de los individuos. 
  • En su dimensión práctica, la analogía sirve para explicar que los principios éticos dependen de haber tenido una buena moral en el hogar, es decir, relaciones armoniosas e inclusivas. 

La moral, tal como se entiende en estos tiempos, abarca lo que se hace por costumbre en una sociedad y época establecidas. Esta afirmación lleva a otra: lo que es moralmente correcto en una parte del mundo no tiene que serlo en otra, e incluso ésta varía con el pasar del tiempo.

Moral

Algunos ejemplos respecto a este concepto

Ejemplos hay por doquier. Los chinos comen perros, gatos y cualquier animal que consideren adecuado para alimentarse. Cosa que en cualquier país de Europa está penado por la ley y es moralmente inaceptable. 

Las personas actúan siempre bajo un sentido moral, siguen costumbres asimiladas en una sociedad o grupo. La moralidad incluye alguna ética, pero la ética no incluye alguna moral. Por eso, es siempre necesario tener en cuenta las muy difíciles de discernir diferencias entre la ética y la moral.

En casos concretos, cuando la ética es llevada a códigos de comportamiento y éstos son aceptados por la mayoría de las personas de una sociedad se transforman en códigos morales. 

Después de hacer el recorrido anterior ¿qué es en fin la moral? Pues, en suma, la moral es una construcción mental que deriva en una cierta conducta o situación que puede ser de carácter ético o no. Y esta construcción no es más que el conjunto de normas y reglas obtenidas a lo largo de la vida. 

La importancia de los modelos de comportamiento moral

La moral es un constructo social porque depende de los parámetros que se dicta la propia sociedad respecto a los comportamientos buenos y malos. Por ello, toda moral se construye en la conciencia humana desde que el niño comienza el proceso de socialización. 

La formación moral es forzosamente un proceso gradual y continuo, ajustado a las particularidades y condiciones de cada edad, y regularmente se orienta al desarrollo de tres aspectos cognitivo-afectivos: 

  1. El juicio moral, en primera instancia y gran relevancia.
  2. La sensibilidad emocional a las expresiones morales 
  3. El autocontrol de los comportamientos individuales. 

El primer aspecto conlleva el desarrollo de capacidades cognitivas y críticas. De esta manera, el individuo aprenderá a esbozar los conflictos de la vida y podrá aplicar los principios más adecuados para resolverlos.

El segundo aspecto se relaciona con el desarrollo de las emociones y actitudes indispensables para decidir según esos principios: la empatía hacia los demás, el saber ponerse en el punto de vista del otro, la solidaridad, la cooperación, la humildad, el valor de la vida, entre otros.

El tercer aspecto está vinculado a la reflexión y la ponderación de las secuelas de los comportamientos potencialmente perjudiciales. Es una parte sustancial del proceso de socialización. Es en sí la capacidad de actuar con prudencia o integrar a la vida el hábito de la autorregulación. 

Las acciones definidas como moralmente buenas proveen satisfacción y crecimiento personal a las personas que las ponen en práctica. Al contrario, las acciones negativas, como robar y estafar, que regularmente están confrontadas con la moral y las leyes de una sociedad, conducen a la marginación y la desaprobación social. 

Relación entre la moral y las leyes

Regularmente las leyes de un país castigan con la privación de la libertad, reparos monetarios y/o trabajo social las acciones que violan los principios básicos de convivencia social y perjudican de una u otra forma la integridad de las personas. 

Aunque no todas las acciones inmorales son consideras delitos por las legislaciones nacionales, todos los actos tipificados como delitos implican faltas a la moral. Asimismo, lo que hace varias décadas atrás era tenido por una conducta moralmente reprobable hoy no lo es. 

En cualquier caso, los cambios en las apreciaciones de lo que es moral o no siempre dependerán de cada sociedad y de sus condicionantes culturales. Existen sociedades conservadoras cuyas normas morales se han mantenido inamovibles.

Es así como las leyes no tienen que ver con la moral. Se trata de una curiosa reflexión derivada del estudio del Derecho. En dado caso, las leyes son algo más bien práctico y en ese sentido se deben entender. 

Los códigos y los juicios de tipo moral

Los códigos morales proporcionan una estructura social en el contexto de una cultura. El fundamento de muchas leyes responde a los códigos morales. La convivencia social  solo es posible en un ámbito de prevalencia moral, porque ésta es un componente necesario para el acatamiento de las leyes y el respeto de los demás.

En consecuencia, es el juicio moral el que conduce la actuación racional del individuo a lo largo de su vida, sin menoscabar el derecho de los demás. 

La formación moral y ética es el eje central del desarrollo humanista y social de los individuos. El juicio moral, la conciencia moral, implica una preponderancia de saberes que estimulan el autoconocimiento, autorregulación y  manejo responsable de la libertad individual. Pero, además, la formación moral induce en el sujeto el sentido de pertenencia a una sociedad y a un territorio.

Obviamente, la prevalencia de ciudadanos conscientes, en un marco de relaciones sociales y personales solidarias, se debe a la formación en valores: compromiso, responsabilidad, tolerancia, libertad, honestidad, entre muchos otros. 

Moral

El tema de la moral y del Estado

Corresponde parafrasear a E. Kant, para quien el Estado no tenía el deber de procurar la felicidad de los actores sociales, sino de constituir directrices que aseguren la libertad e igualdad de todos los ciudadanos en términos legales. 

Los ciudadanos de un Estado son capaces de establecer para sí mismos las normas morales y jurídicas que ordenen sus conductas. Pero, las normas jurídicas, que emergen de la moral, adquieren valor punitivo porque actúan de manera coercitiva y dejan ver la obligatoriedad de su cumplimiento. El contrato social, de obligatorio acatamiento, representa el equilibrio entre el mandato moral y el mandato jurídico, lo que se denomina el imperativo categórico, que protege el ejercicio de las libertades primordiales.

Otras consideraciones sobre el tema de la moral

Una de las máximas de la moral es decir la verdad. Sin embargo, la verdad, en un contexto conflictivo, puede generar un daño irreparable a una persona inocente o a una víctima. Por ende, entra en conflicto esta máxima de la moralidad. ¿Es útil o bueno decir siempre la verdad?

Por ejemplo, si un estudiante es víctima de acoso por parte uno de sus compañeros y logra librarse o esconderse de su acosador, sería reprochable moralmente que un tercer compañero, que sabe donde se escondió, le diga al acosador en donde está, aún cuando éste se lo pregunte. 

Por ello, decir la verdad debe pasar, en algunas circunstancias, a través del discernimiento moral, para colocar lo esencial sobre lo ordinario.

Jugar limpio no es una metáfora. Todos los juegos deportivos tienen unas reglas estrictas que responden a un comportamiento moralmente aceptable. La trampa, el saltarse las reglas, la falta de honestidad, corrompe la armonía del juego. De la misma manera, una sociedad en la que sus integrantes cumplen más o menos las normas morales tiende a corromper la convivencia.

Ciertas virtudes consideradas como moralmente aceptadas

La generosidad es un valor moral. No se trata de regalar lo que no se tiene, ni ser un gran filántropo, es suficiente con tener la capacidad para compartir con los demás aspectos no necesariamente materiales, como la amistad, la alegría, la experiencia; en suma, el tiempo propio.

No existe persona envidiosa que al mismo tiempo sea buena persona. Todo individuo que siente envidia por los bienes materiales o inmateriales que tiene otro es de mala entraña. 

Pues sí, la envidia es una manifestación emocional y cognitiva muy negativa. En situaciones extremas, la envidia lleva a la agresión verbal y física de la persona que es objeto de envidia. 

El comportamiento moral es contrario a la envidia; al contrario, la virtud está del lado de quienes comparten la felicidad y el bienestar de otras personas. Incluso el individuo que se destaca por sus competencias y virtudes es visto como un ejemplo a seguir.

La tolerancia constituye otro valor moral de importancia en estos tiempos de creciente crispación política, cultural y social. Y la tolerancia va unida al respeto a lo diferente, a lo que es ajeno al contexto social e histórico propio. En fin, la tolerancia hacia la diversidad: las ideas, los comportamientos y creencias ajenas.

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