La ludopatía o juego patológico pertenece a los Trastornos del Control de los Impulsos (TCI), que genéricamente se definen como la incapacidad para resistir un impulso, una estimulación o una incitación de cometer una acción dañina para el mismo individuo o para su entorno.
Casi todos estos trastornos están precedidos por una emoción interior (excitación o entusiasmo), seguida de satisfacción o liberación durante el acto propiamente dicho. Después de la acción pueden presentarse o no episodios de remordimiento, recriminación o culpa. Aparte de la ludopatía, la piromanía y la cleptomanía, son algunos de los TCI más conocidos.
¿Qué es la ludopatía?
La ludopatía está tipificada como un trastorno del comportamiento e incluso ha sido vista como una enfermedad mental crónica y creciente. El individuo experimenta un deseo apremiante de intervenir en juegos de azar. El curso de la patología se distingue por serios problemas en limitar los montos de dinero en las apuestas y las horas dedicadas al juego.
Los conceptos remiten a una clase de dependencia o adicción que genera perjuicios en el jugador o terceros, de forma diversa. La ludopatía conserva el mismo esquema que las adicciones a sustancias tóxicas, por lo que forzosamente entra en esta clase. Queda definido entonces que el juego patológico se caracteriza por ser:
- a) un Trastorno de Control de Impulsos (TCI), por la imposibilidad del individuo de conservar el control sobre la actividad de juego y detenerse.
- b) una adicción no tóxica, ya que es similar a la dependencia por drogas.
Los individuos siguen un comportamiento similar a los drogodependientes. Es decir, transitan por la secuencia siguiente:
- Experimentan un impulso a repetir una conducta no adaptativa.
- Sienten exaltación hasta que llevan a cabo el comportamiento.
- Se reconocen aliviados, pero de manera temporal.
- Sufren una suerte de retroalimentación al recobrar gradualmente el impulso.
El proceso de fortalecimiento de la conducta adictiva del ludópata pasa por las mismas etapas de los drogodependientes:
- Ocurre la habituación acompañada del reforzamiento, al igual que en la dependencia de sustancias químicas. El individuo se habitúa al juego, creando conductas por repetición.
- El cerebro del ludópata responde a condicionamientos, producidos por signos del entorno o interiores. Por ejemplo, las luces de neón en la calle o la sensación de ansiedad, le desata deseos de jugar.
- Como en el consumo de sustancias tóxicas, se desarrolla la tolerancia. El individuo necesita aumentar cada vez más las apuestas y dedicarle más tiempo al juego.
- El sujeto experimenta síntomas de abstinencia cuando deja de jugar por algunos días.
- Puede haber un desorden de la categoría obsesivo-compulsivo. Los ludópatas pueden presentar pensamientos obsesivos (renegar, maldecir, habitualmente) por jugar y verse trastocada su capacidad de discernimiento, que podrían interpretarse como mecanismos de control correspondientes a un trauma.
¿Cuáles son sus síntomas?
Existe un cuerpo de criterios diferenciales que permiten diagnosticar la presencia de un trastorno de comportamiento de esta naturaleza. Tomando en cuenta estas señales, el diagnóstico se diferencia de un episodio maníaco.
El componente más importante de la ludopatía es una conducta de juego no adaptativa, recurrente y prolongada en el tiempo, que transforma negativamente la vida del sujeto, sus actividades laborales y entorno familiar.
En este grupo, se pueden distinguir una serie de criterios útiles para el diagnóstico del juego patológico. Para que una persona pueda ser diagnosticada como ludópata debe cumplir con cinco o más de los criterios siguientes:
- Interés por jugar (proyectar maneras de obtener dinero con el juego).
- Gastar dinero en el juego de manera exponencial, con el fin de lograr cada vez mayor placer.
- Esfuerzos inútiles para dominar y detener el hábito de jugar.
- Manifiesta irritación del humor cuando deja de jugar.
- Se recurre al juego para solapar los conflictos o con el fin de calmar sentimientos negativos (remordimientos, ansiedad, desánimo, etc.)
- El jugador regresa al juego para intentar recuperar el dinero gastado y ganar más.
- El individuo miente a sus familiares, amigos, e incluso al terapeuta, sobre su nivel de dependencia del juego.
- El sujeto incurre en prácticas delictivas, como robo, falsificación de documentos, estafa, etc., para obtener los fondos económicos que le permitan seguir apostando.
- La persona se encuentra sola porque ha sacrificado relaciones interpersonales por el juego. Además, ha perdido sus vínculos profesionales o laborales.
- El sujeto deposita en su entorno cercano la responsabilidad de conseguir el dinero, que ayude a aliviar las carencias económicas, provocadas por su adicción al juego. Es la estrategia denominada “lanzamiento en paracaídas”.
En suma, los sujetos adictos al juego pueden sufrir una alteración del pensamiento. Es probable que los ludópatas se mantengan en una actitud de negación, se dejen llevar por supersticiones, expresan una confianza sobredimensionada y conductas egocéntricas y narcisistas.
En lugar de culpar a las apuestas de su mala fortuna, creen que la solución a su problema es ganar el dinero en grandes cantidades. Además, los ludópatas generalmente manifiestan una personalidad competitiva e inquieta. Sus excesos y estrés continuo pueden manifestarse en enfermedades del tracto digestivo y del sistema cardiopulmonar.
En los cuadros clínicos de los adictos al juego se pueden confrontar trastornos de humor, déficit de atención con episodios de excitación, asociados con la ingesta de alcohol, drogas y conductas antisociales.
Si bien en el mundo el trastorno está más difundido entre los varones, también está presente entre las hembras. Respecto a las preferencias en las apuestas y los juegos que realizan los ludópatas, todo depende de las influencias culturales y nivel sociocultural de los individuos.
¿Cuáles son sus causas?
Las causas son multifactoriales. Podría haber antecedentes familiares que registren problemas con las apuestas de juego. Los jóvenes pueden verse envueltos en modelos de aprendizaje disfuncionales que los arrastran a comportamientos poco edificantes.
De hecho, entre los varones, la ludopatía suele comenzar a una edad temprana; aparece en los jóvenes asociada al consumo de drogas, alcohol y tabaco. La carencia de una base familiar funcional precipita estas conductas.
El cerebro humano tiende a buscar el camino más corto en la búsqueda de la satisfacción. Las apuestas de juego generan goce inmediato, por lo que tiende a ser una de las actividades humanas más adictivas, antes que leer libros, estudiar o dedicarse al deporte.
Además, la mente se deja seducir por el principio de recompensa. Y es que el principio fisiológico de la adicción se fundamenta precisamente en la creación y retroalimentación del circuito de recompensa. La satisfacción que siente el apostador se debe a la producción exacerbada de la dopamina, la hormona del placer.
La ludopatía además se ve reforzada en personas con conflictos de personalidad, deseosas de crear riqueza sin trabajar y con tendencia a experimentar emociones fuertes. La prevalencia de trastornos de humor, ocasionados por insatisfacciones emocionales no resueltas, como la depresión, ocasiona conductas evasivas de la realidad.
Se ha determinado que el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) está en la naturaleza de las adicciones. Los contextos estresantes influyen en la acentuación de las ludopatías, ya que, en principio, reducen la ansiedad.
Un factor no menos importante es el estilo de vida que se promueve falsamente en los medios publicitarios, a partir de la riqueza que supone ganar dinero jugando en los casinos y demás casas de apuestas y sistemas digitales.
¿Cuáles son sus consecuencias?
Las consecuencias son múltiples, depende en gran parte de hasta qué punto se llega a desarrollar esta condición. Cuando no se trata a tiempo sus repercusiones psicológicas, sociales y económicas podrían tener menos efectos negativos. Sin embargo, la gravedad que representa radica en cómo puede dañar permanentemente tanto al propio ludópata como también a la familia.
Consecuencias en la familia
La Destrucción de las interrelaciones humanas: al margen del propio adicto, la familia y sus allegados se ven en la obligación de alejarse del esquema vicioso planteado por el sujeto. Se deteriora el núcleo familiar.
Consecuencias en la salud
La Pérdida de la salud: entendida como un todo, el ludópata va perdiendo paulatinamente su salud. Las insatisfacciones se transforman en trastornos de ansiedad, en depresión y en pérdida del sueño. Se suman los trastornos alimenticios.
Consecuencias psicológicas y sociales
Fracaso educativo y laboral: la adicción al juego reduce drásticamente la concentración en actividades realmente importantes. Sin embargo, el ludópata regularmente no es capaz de imaginar el porvenir que le espera. En la práctica, el sujeto puede perder toda forma lícita de ganarse la vida.
Al bajar el rendimiento intelectual y cognitivo, las personas terminan fracasando en los estudios o perdiendo grandes oportunidades profesionales. Lamentablemente, en los casos más graves los pacientes enfrentan serias dificultades para recuperar su autonomía e independencia en varios aspectos de su vida personal.
Tratamiento
Los familiares tienen un rol central en la consecución de la cura o el control de este trastorno, toda vez que el apoyo es esencial para estimular al paciente a que acuda a un especialista.
Por ello, atacar el problema en una etapa temprana es también fundamental, antes de que la familia se vea arrastrada por las consecuencias que produce la ludopatía en el seno familiar. Conseguir que el ludópata acepte que está enfermo es ya una tarea cuesta arriba.
La metodología sigue básicamente el mismo protocolo de las adicciones por drogas. Desde luego, las acciones terapéuticas y farmacológicas dependen de la gravedad de cada caso y las condiciones en que se encuentra su entorno familiar, que seguramente deberá ser incorporado.
Dependiendo de la formación del especialista y de la naturaleza y características del paciente, la participación de psicólogos y psiquiatras será más o menos pertinente y la selección de una u otra terapia (sistémica, conductista, cognitiva o sus combinaciones, etc.)
La atención es regularmente ambulatoria, pero existen casos complicados con otras patologías que necesitan atención hospitalaria las 24 horas del día. Además, en alguna etapa del tratamiento, el paciente podrá integrarse a grupos de apoyo, donde se reforzará su motivación para superar la adicción al juego.
Como toda adicción, la permanencia de la sobriedad (si cabe el término) dependerá a fin de cuentas del paciente, que en algún momento tendrá que retomar la rutina de su vida. Las recaídas son posibles si no se respeta la regla básica: no volver a jugar. Mientras más tiempo pase para solicitar la asistencia médica y psicológica, mayor será el tiempo de tratamiento, que puede extenderse hasta por dos años.
La medicina psiquiátrica es la facultada para la indicación de fármacos. Se usan antidepresivos y otros psicofármacos para ayudar al paciente a superar las patologías asociadas. Además, la prescripción de hormonas sintéticas (serotonina y dopamina), suelen usarse para administrar las respuestas conductuales del paciente.