octubre 6, 2024
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Lenguaje

El tema sobre los orígenes del lenguaje tiene una larga historia y deja ver una firme inquietud por revelar los elementos constitutivos que fundamentan la humanidad. La indagación de las fuentes del lenguaje es también la búsqueda sobre la naturaleza de lo humano y de sus facultades como seres racionales.  

En efecto, todas las pesquisas sobre el lenguaje han sido, al mismo tiempo, una exploración sobre el funcionamiento de la mente humana. La fisiología y la neurociencia se han venido ocupando de cómo y dónde funcionan las conexiones neuronales del habla.

Hoy, el asunto de los principios del lenguaje se ubica en el ámbito de la evolución de los homínidos y en la comprensión de que el sonido constituye una vía inmejorable de comunicación. Vale decir que el sistema oral-auditivo permite a los seres humanos un tipo de comunicación que, en general, es manifiestamente superior a otros, como el gestual o visual.

El instrumento expresivo humano, a diferencia de otras especies animales, permite al sujeto hablar de sí mismo y de los otros. La complejidad de sus estructuras le permite además hablar del presente, pasado y futuro; construir sistemas condicionales, concesivos y finales; definir nociones científicas, e incluso, crear universos ficticios, con los métodos propios de la literatura.

Su concepto

Un concepto corto de lenguaje lo describe como un sistema o instrumento de comunicación entre los humanos, que está conformado por signos a los que se les adjudica determinadas ideas. De acuerdo a su función comunicativa y, más específicamente, a la transferencia intencionada de información, es un medio de comunicación exclusivamente humano.

Además, el lenguaje es un sistema no instintivo, que no solo funciona para comunicar ideas, sino también emociones y deseos. Los signos están articulados de manera que el mensaje requiere ser descodificado por su receptor. Estos signos-símbolos serían en una primera instancia auditivos y dependerían de los órganos del habla. 

En suma, el lenguaje es la forma racional de simbolizar las ideas (el pensamiento) y las diferentes maneras de captación e interpretación de la realidad, según una serie de propósitos, motivaciones y necesidades. Motivaciones y necesidades que se producen necesariamente en un contexto particular de interacción cognitiva, social y pragmática. El lenguaje es una capacidad que surgió de la evolución física y fisiológica de los homínidos y es lo que permite a la especie sentirse realmente humana.

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Tipos de lenguaje y características

Se sabe que no hay un solo tipo de lenguaje. Por eso, queremos hablar sobre la variedad de lenguajes que existen. Igualmente, hay ciertas variantes interesantes en lo que respecta al concepto de lenguaje que queremos indicar.

El lenguaje verbal

El lenguaje dominante es el lenguaje verbal, oral o vocal-auditivo. Se considera un sistema estructurado de unidades que funcionan de acuerdo a unas pautas establecidas y codificadas, y no solo como una forma de comunicación intencionada. 

La sistematicidad del lenguaje verbal es una característica que comparte con la comunicación animal (hasta cierto punto presente) u otros sistemas, como las señales de tránsito. Tampoco se puede asegurar que la función comunicativa sea una particularidad del lenguaje verbal.

El rasgo definitorio del lenguaje verbal es su capacidad para establecer conexiones diversas entre sus elementos. Esta cualidad, su carácter articulado, lo diferencia de los demás sistemas de comunicación. El lenguaje verbal está compuesto por un número específico de unidades que son combinables de forma sistemática, por medio del cual les permite a los humanos expresar infinitos mensajes.

El lenguaje verbal es la modalidad natural del lenguaje, fundamentada en la emisión y recepción de sonidos articulados. Al analizar cada una de las lenguas del mundo, se observa que todas requieren el sonido para manifestarse. El carácter sonoro de las lenguas presupone que, desde los orígenes de la humanidad, la forma vocal-auditiva fue la más usada como sistema de comunicación lingüística.

Primer tipo de lenguaje conocido

Los estudios concuerdan en que la forma oral es la más eficiente desde tiempos inmemoriales, debido a que el sonido es autosuficiente y no requiere necesariamente de un apoyo visual, en forma de gestos. 

Si se compara con el lenguaje de gestos, el cual requiere que los individuos puedan verse, el lenguaje vocal-auditivo funciona aún de noche. De aquí, la preeminencia del lenguaje oral desde tiempos pretéritos, en los que la iluminación era precaria y dependía de hogueras. 

Otro factor determinante para la preferencia y preeminencia del lenguaje oral es que el lenguaje gestual requiere del contacto visual de las manos y cara, que solo sería posible bajo condiciones mínimas de iluminación y cercanía entre los individuos. 

El sonido se extiende en todas las direcciones del entorno tridimensional sin importar el nivel de iluminación. La información emitida en forma de sonido sería perceptible aún cuando sus receptores estuvieran mirando hacia otro lado o la facultad de ver estuviese impedida.

El lenguaje oral puede superar grandes distancias. Por ejemplo, entre dos humanos situados a 100 metros de distancia aún podría operar el lenguaje vocal-auditivo. En cambio, sería imposible una comunicación fluida a través de gestos; con la distancia, las manos dejan de verse nítidamente. La voz puede superar cierta distancia, pero los gestos no.

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Diversas ventajas del lenguaje oral

Las actividades manuales de los individuos impedirían el uso frecuente de las manos. En cambio, la boca solo se ocuparía al comer y beber. Este factor es otra ventaja del lenguaje oral sobre el lenguaje gestual. Resulta interesante apreciar que el lenguaje oral es posible gracias a la duplicidad de funciones de la boca, la lengua y las vías superiores de la respiración. 

La lengua, por ejemplo, juega un papel fundamental en la ingesta de alimentos y, al mismo tiempo, permite la articulación de sonidos, en conjunto con las cuerdas vocales y el control de las exhalaciones e inhalaciones de aire. 

Los factores anteriormente descritos han contribuido para que los signos sonoros se convirtiesen en el fundamento de la comunicación lingüística. Sin duda, el lenguaje verbal ha favorecido la interacción social por su eficacia comunicativa, al margen de que el lenguaje gestual puede servirle de apoyo y de reafirmación.

En consecuencia, el lenguaje verbal es el principal medio de comunicación humano; no obstante, no debería caracterizarse solo en términos comunicativos, debido a que existen otros medios de comunicación sistematizados, como los semáforos para controlar el tránsito de vehículos en las grandes urbes. 

Y cabe agregar también que los medios de comunicación no sistematizados podrían funcionar para enviar información. Es decir, la función comunicativa no es, en modo alguno, lo que distingue al lenguaje verbal.

El lenguaje escrito 

Se trata de una modalidad secundaria y sucedánea de la forma oral. Está constituido por signos gráficos, posee su propio sistema y ha sido, desde tiempos remotos, el motor de la cultura humana, aunque existen sociedades que no lo conocen. La escritura ha permitido preservar los mensajes y, al contrario del lenguaje oral, no necesita al emisor y receptor en un espacio y tiempo determinado.

Dicho lo anterior, el término lenguaje, por su significado puntual, solo debe aplicarse al lenguaje verbal: entendido como sistema de comunicación central y por su naturaleza articulada, es el lenguaje propiamente dicho. Y es el objeto de estudio de la Lingüística.

Habría que hacer una última distinción. El lingüista francés Ferdinand de Saussure definió al lenguaje en los siguientes términos: “el lenguaje es una facultad común a todos los hombres; y la lengua, un producto social de la facultad del lenguaje”. (Citado por María Lourdes García-Macho y otros (2017). Conocimientos básicos de lengua española, Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces, p. 11).

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Las diferencias entre lengua y lenguaje

Partiendo del concepto anterior, no se debe confundir lengua y lenguaje, ya que la lengua (o idioma) es un conjunto sistematizado de signos lingüísticos (palabras), que funciona como herramienta de expresión y de comunicación directa entre los individuos de una región lingüística. Entiéndase la idea de región lingüística como un territorio (o grupo de ellos) que se relacionan por compartir un mismo idioma.

Los integrantes de esos territorios, unidos por el mismo idioma, aprenden su lengua de manera franca, por escuchar y repetir, memorizando el código que articula las unidades de la lengua, al mismo tiempo que absorben las convenciones adoptadas por la comunidad, con el fin de comunicarse entre sí.

A grandes rasgos, la comunicación animal viene determinada de forma innata, es fija y se limita a un número reducido de datos, especialmente vinculados con las condiciones de supervivencia. Es muy diferente, en este sentido, a la comunicación humana, donde los medios utilizados son complejos y no están atados necesariamente a condiciones de supervivencia.

Los rasgos particulares del lenguaje humano

Ahora bien, el lenguaje humano comparte con el sistema de comunicación animal u otros sistemas de comunicación, los siguientes rasgos: 

  1. El carácter sonoro-auditivo, teniendo en cuenta que los animales no han desarrollado un lenguaje escrito.
  2. La transmisión del mensaje a través del espacio en forma audible y directa al receptor (por ejemplo, los delfines y pájaros se comunicación por sonidos
  3. La condición efímera del mensaje, puesto que los sonidos se desvanecen tan pronto son emitidos, lo que permite la conversación entre humanos (de allí la necesidad de registrar en físico lo dicho: la escritura)
  4. El significado de las señales sonoras, ya que todas expresan algo (entre los animales, los sonidos tienen una respuesta conductual). Y, por otra parte, todos los sistemas de señales significan algo.

Ahora, nos corresponde dilucidar un poco más sobre lo específico del lenguaje humano. Al respecto, damos información en la siguiente sección de este texto.

Los rasgos de las lenguas humanas

Las lenguas humanas compartan una serie de características propias. Si bien son muchas, y bastante heterogéneas, tienen ciertas cualidades comunes que mostramos a continuación:

1.- La arbitrariedad y convencionalidad de las palabras:

Como es sabido, las palabras no tienen vinculación alguna con el objeto que designan. Es decir, el humano se comunica lingüísticamente gracias a que se ha puesto de acuerdo en una serie de designaciones arbitrarias (las palabras) y las articula gracias a un sistema de reglas (sintaxis) que le dan sentido. 

Obviamente, cada lengua posee unos códigos que deberán ser comprendidos por los integrantes de esa comunidad lingüística. Solo las onomatopeyas poseen alguna relación sonora. Por ejemplo, “¡miau! (en español), imita el aullido característico del gato doméstico.

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  • La independencia temporal:

Ninguna otra especie existente sobre la faz de la tierra posee la capacidad lingüística para comunicar ideas, recuerdos, intenciones y proyectos, sin que importe el tiempo. 

Es decir, solo los seres humanos pueden hablar del presente, pasado y futuro (todas las lenguas poseen formas temporales, estructuras verbales, o formas adverbiales, para ello). 

Cualquier persona podría afirmar: ayer, hoy y mañana, estuve, estoy y estaré trabajando, respectivamente. Esta característica es vital para la conformación de la historia personal y colectiva.

  • La estructurabilidad formal o compositiva: 

Las lenguas humanas poseen indefectiblemente dos niveles estructurales, el que corresponde a su nivel de significación, por un lado y, el que atañe a las unidades básicas de sonidos, por otro.  

El abecedario es ese conjunto de unidades básicas sonoras que, por una serie de combinaciones regladas y disposiciones gramaticales, llega a decenas de miles de formas.

  • La creatividad y productividad:

En el mundo animal la comunicación carece de matices creativos y productivos; no existen productos significativos. Las estructuras sintácticas y las construcciones textuales son bastamente significativas. De hecho, lo producido en una sola lengua no tiene límites. Es el vasto domino de los sistemas lingüísticos expresado en la filosofía, las ciencias, la literatura, etc.

2.- El sentido travestido o falso:

Esta característica común a todas las lenguas guarda su sentido por la intencionalidad que acompañan las palabras y el contexto en el cual se producen. 

La verdad del mensaje podría estar condicionada a factores diversos, no imputables necesariamente al emisor, cuando se trata de contenidos de carácter cotidiano, aunque es obvio que toda persona tiene la libertad de mentir o defender su verdad a través de su lengua. 

En otro nivel, las lenguas poseen la potencialidad de la ironía, del doble sentido. Por ejemplo, las metáforas sirven para travestir el sentido y disimular los contenidos gramaticales. El lenguaje humano puede alcanzar intencionalidades insospechadas.

3.- El carácter metalingüístico: 

Fundamental dentro del espectro de las lenguas es su poder auto-referencial. 

Las lenguas regularmente son usadas para describir cosas externas, emociones subjetivas, situaciones de la vida humana, fenómenos existenciales, naturales, etc.; sin embargo, también tienen la potencialidad de describirse a sí mismas. 

Los textos de gramática española no son otra cosa que estudios metalingüísticos, porque se ocupan de cómo funciona la misma lengua.

Las características descritas constituyen la identidad del lenguaje como facultad humana, aplicable a todas las lenguas que se conocen hoy día. El lenguaje conforma un hecho único; no existe en el planeta otro sistema de comunicación con la potencialidad y versatilidad antes descrita.

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Historia del lenguaje

En tiempos remotos las hipótesis acerca de los comienzos del lenguaje estuvieron condicionadas por la subjetividad y por la carencia de exámenes empíricos.  

Particularmente, las ideas sobre el lenguaje estuvieron mezcladas con mitos y teorías de carácter religioso, que indujeron discusiones confusas entre los filósofos. Por ejemplo, al lenguaje le llegaron a conferir un origen divino.

En las culturas más antiguas creían que el lenguaje había sido una suerte de regalo de la divinidad. En la Roma antigua se creía que el dios Jano le había dado partida de nacimiento al lenguaje y se lo había entregado a su pueblo.

Por otra parte, la Biblia menciona a Yahvé, que identifica al cielo, el día, la noche y la tierra. Y Adán les pone nombre a los animales. Esta lengua única y primigenia, supuestamente el hebreo, se dividiría en diversas lenguas después de Babel, dando origen a la propagación de la humanidad, según la historia mítica.

Algunas teorías acerca del posible origen del lenguaje

También se ha creído que las palabras surgieron de exclamaciones articuladas producto del temor, la alarma y la alegría. Para Víctor Bunak, uno de los más importantes investigadores soviéticos del lenguaje, los primeros homínidos pasaron por la fase de lalación o la emisión de sílabas, propia de la etapa prelingüística del niño. 

Las lalaciones no servían para construir ideas, menos para conversar, pero sí para producir acciones y como indicativo de acontecimientos. Imperaban en estos primeros sonidos los monosílabos, sin ninguna estructura que los articulara. Lo que llevaría a pensar que el lenguaje no era un factor movilizador del comportamiento, sino que andaba detrás del mismo.

En la Grecia antigua, afirmó Bunak, ya se creía que las palabras más primigenias fueron onomatopeyas: imitaciones de los sonidos con los cuales los primeros individuos prehistóricos complementaban sus diferentes acciones. 

La hipótesis anterior, sin embargo, tendría el inconveniente de que en la práctica no se puede demostrar. La fragilidad de estas especulaciones vendría determinada por el hecho de que los rastros más remotos de actividad lingüística han sido los recogidos por la escritura.  Los primeros vestigios escritos se remontan a poco más de cinco mil años (las escrituras pictográficas y cuneiformes mesopotámicas). 

Pero, habría que suponer que el homo sapiens ya era un hablante, por lo que el inicio del lenguaje se ubicaría cien mil años atrás. En consecuencia, existiría un paréntesis de noventa y cinco mil años en el que no se puede determinar si hubo algún desarrollo del habla, porque no ha dejado restos fósiles, ni tampoco huellas de su escritura.

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Teorías del siglo XIX acerca del origen del lenguaje

En el siglo XIX, con el Romanticismo, la preeminencia divina del lenguaje caería en crisis. Los filósofos, como Herder y Rousseau, intentaron encausar el asunto a un terreno humano, produciéndose las tensiones lógicas con los representantes de la postura opuesta. La disputa ocasionó que la Societé Linguitique de París impidiese explícitamente, en 1866, cualquier mención sobre el tema.

A partir del siglo XIX particularmente, los estudios sobre el lenguaje se dividieron en dos tendencias. Estas son las que mencionamos a continuación:

  1. En primer lugar, tenemos la investigación comparativa e histórica fundamentada en los registros escritos más pretéritos, con el fin de rehacer protolenguas, como la que originó los idiomas indoeuropeos 
  2. Igualmente tenemos el caso del análisis de las lenguas vivas, tenidas por sistemas muy organizados. Este es el inicio de algo que posteriormente dará lugar a un modo de análisis y pensamiento llamado estructuralismo.

El origen del lenguaje ha estado un tanto alejado de una apreciación lingüística, aunque no ha dejado de fascinar a los lingüistas a lo largo de la historia. En el campo de la antropología los descubrimientos actuales sobre la evolución del género homo parecen indicar nuevos hallazgos sobre el tema.

Otras consideraciones acerca del origen y evolución del lenguaje

Ciertamente, los orígenes del lenguaje se ubicarían en el contexto de la teoría evolutiva de las especies, particularmente en la conformación cerebral de los primates más capacitados. 

Se ha determinado que existe una línea evolutiva distinta entre los primates no humanos más avanzados (chimpancés, por ejemplo) y la del homo sapiens, que se produjo hace aproximadamente unos seis millones de años.

La evidencia indica una línea evolutiva constituida por el aumento de la masa cerebral de 400-600 cm3, correspondiente a las diversas especies de australopitecos, hasta los 1400 cm3 de media del homo sapiens. El homo habilis tuvo un cerebro de 800 cm3 y el del homo erectus no pasó de 1000 cm3. La masa cerebral del homo sapiens, desde su aparición hasta el presente, ha tenido los 1400 cm3 promedio ya mencionados.

Un cerebro con más volumen estuvo acompañado, según la evidencia arqueológica, con una cada vez mayor habilidad para construir y controlar el medio ambiente. 

Por ejemplo, el homo habilis poseía el dedo índice y el pulgar (el efecto tenaza), con los que podía agarrar instrumentos y realizar herramientas de piedra y refugios de habitación. El homo sapiens está detrás de las primeras culturas humanas (auriñaciense, solutrense y magdaleniense) y de los innumerables adelantos técnicos que llegan hasta la contemporaneidad.  

Dicho lo anterior, es absolutamente razonable que el lenguaje surgiera como un instrumento imprescindible de socialización, como herramienta de la conciencia y como medio para el control de la naturaleza y del mundo. 

Desde hace unos cien mil años los humanos gozarían de un sistema lingüístico complejo, que estaría en consonancia con su naturaleza gregaria y necesidades cada vez más apremiantes. Así pues, una explicación del origen del lenguaje estaría relacionada con la evolución hacia el homo sapiens; las estructuras verbales fueron haciéndose cada vez más complejas.

Los estudios realizados a los cráneos humanos han determinado la presencia de “marcas endocraneales” en las áreas de control del lenguaje, situadas en el hemisferio izquierdo. Sus huellas internas, cada vez más prominentes, serían consistentes con la evolución de los homínidos. 

Otro factor relacionado con el lenguaje sería el de las adaptaciones evolutivas humanas correspondientes a la posición de la epiglotis y de las cuerdas vocales, que formarían un aparato fonador eficaz para la producción de los sonidos del habla. En los humanos estos elementos funcionales están ubicados más abajo que en los primates no humanos, aspecto evolutivo que permite disponer de un espacio resonador.

Consideraciones finales acerca de un posible origen del lenguaje

No es posible asegurar con exactitud cuándo y cómo el humano accede al lenguaje, pero sí existe el consenso necesario, entre lingüistas, paleoantropólogos y neurólogos, para asegurar que el surgimiento del homo sapiens está vinculado con la articulación de las primeras formas de lenguaje. Los cráneos de hace unos 100 mil años demuestran la existencia de humanos como los actuales. 

En tal sentido, la existencia de los humanos sapiens vino acompañada de un sistema de comunicación simbólico completamente avanzado, que estaba constituido por un léxico y un sistema de articulación de símbolos o sintaxis. La especie humana al poder reconocerse por su facultad de comunicación instaura su presencia como sujeto hacia y desde la realidad que le rodea. El lenguaje le permite al humano pensar, juzgar, imaginar, comunicar, socializar y expresar emociones. 

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