octubre 6, 2024
ira en psicología

IRA (en psicología)

En la actualidad es común escuchar decir que la ira se asocia con personas que poseen un carácter fuerte. Se trata de individuos que al tratar de establecer su autoridad y firme temperamento son susceptibles a mostrar actitudes de coleréticas. Generalmente la ira comienza a partir de situaciones que no son favorables y generan malestar. 

Existen múltiples mitos y confusiones con respecto a la ira y otras emociones como la rabia o el odio. Si bien mantienen una estrecha relación entre sí, son conceptos independientes. En este caso la ira define a la sensación de no poder satisfacer o lograr un objetivo, se trata de una reacción normal ante la frustración y las adversidades.  

Las personas que experimentan la ira con frecuencia suelen mostrarse enfadados y pueden adoptar actitudes agresivas. Pero además, por la impulsividad de sus decisiones y acciones no contemplan las posibles consecuencias y repercusiones a largo plazo. Se caracteriza por ser una emoción difícil de manejar. Inicia con una explosividad que permite sentir desahogo, pero eventualmente la brevedad de esta fase es reemplazada por la culpabilidad,  vergüenza y tristeza. 

¿Qué es la ira en psicología?

La ira es un tipo de emoción básica que se caracteriza por poseer síntomas que pueden considerarse negativos. Es decir, al contrario a emociones como la alegría y el amor; en este caso se observa cambios comportamentales impulsivos y disfuncionales. También la ira cumple una función fundamental en relación con la supervivencia, debido a que nos ayuda a reaccionar a lo que acontece en el entorno. 

Las funciones pueden clasificarse en dos grupos: funcionales y disfuncionales. La ira ocupa un lugar en la segunda categoría debido a sus repercusiones y consecuencias a largo plazo. Sus síntomas o características suelen tener una variabilidad considerable en cuanto al tiempo, intensión, frecuencia e intensidad. Cada persona experimenta la ira de una forma distinta y muy particular, siempre depende del estímulo al cual reacciona. 

Desde el punto de vista de la psicología, esta es una emoción que permite enfrentar cualquier situación de forma adaptativa. Esto significa que nos adecuamos en gran medida a las consecuencias de acciones que tienen por finalidad defenderse y establecer límites. Pero inclusive la ira funciona como un recurso de escape y de autoprotección ante un ataque. 

Sin embargo, usualmente se hace mención de las consecuencias negativas que conlleva la ira. Actualmente las personas exteriorizan reacciones disfuncionales, que no pueden ser manejadas de una forma adecuada. En consecuencia existe siempre el factor de riesgo ante daños físicos y emocionales. Esta es la razón principal por la cual la ira suele ocasionar problemas en las relaciones interpersonales. 

ira en psicología

¿Cuáles son sus características? 

Suele describirse a la ira como una emoción que ocasiona la incapacidad de controlar impulsos y conductas agresivas. Lo más común es que derive en situaciones que se salen de control, pero además puede ser la causa de tristeza y culpa. Es un estado emocional que tiene altibajos en su intensidad cualidades, puede comenzar como una leve molestia, que eventualmente cambia a un estado psicológico más intenso. 

De forma instintiva la ira genera cambios en el organismo y en los recursos psicológicos del individuo. Esto ocurre de manera automática ante estímulos que han sido identificados como una amenaza. Es por ello que se inicia un proceso inconsciente en donde prevalece la supervivencia física y psíquica. Su principal característica son los cambios cognitivos, como la excitación fisiológica y alto grado de intensidad en la expresión conductual. 

La ira puede identificarse de dos formas distintivas: la ira interna y la ira externa. La primera se reconoce porque se experimenta de forma más intensa y suele consistir en suprimir sentimientos que no son exteriorizados de forma verbal o física. En el segundo y se observa conductas agresivas que suelen dirigirse a personas o situaciones específicas. 

Es importante hacer mención del enfado y la furia que están directamente conectados con la ira. Las personas afectadas comenzarán a planificar estrategias que tendrán por finalidad lograr eliminar o contraatacar lo que les genera esta emoción. Al resolver el problema que los ha provocado se puede reducir la intensidad y la duración de la ira, el objetivo es experimentar satisfacción. 

¿Cuáles son sus causas?

La ira en la mayoría de los casos surge como una reacción o respuesta ante una situación frustrante o de amenaza. Esto ocurre de manera ocasional por lo cual no puede considerarse como un gran problema, sin embargo cuando se convierte en algo recurrente deberá ser atendido y resuelto. Se asocia a rasgos del carácter que indican que los instintos y actitudes como la irritabilidad y el resentimiento están muy desarrollados.  

Por lo tanto, la ira se desarrolla a partir del displacer; el mismo se origina a partir de un impulso inconsciente e incontrolable por lograr eliminar aquello que lo causa. Sin embargo, no se miden las consecuencias y los posibles riesgos que acarrean las decisiones y acciones impulsivas. Se exteriorizan sentimientos como el enojo y la rabia que también se asocian a esta emoción. 

Identificar cuáles son las causas que han generado la ira implica tratar de comprender cuáles son las situaciones que más afectan a cada persona. Generalmente se asocia situaciones de conflicto como el estrés, estas mismas pueden ser de distinta índole y depende de la propia percepción. 

Si nos sentimos heridos o en cambio se nos dificulta la consecución de algún objetivo, en consecuencia podemos sentir ira. Determinadas circunstancias pueden mantenernos predispuestos a reaccionar de una manera en particular, es por ello que se considera que la ira es un mecanismo de protección. Sin embargo, al tratar de defender nos podemos ocasionar daños a terceros sin medir las consecuencias. 

ira en psicología

¿Cuáles son sus consecuencias? 

La principal prioridad de una persona con ira es solucionar la situación problemática que le ha generado esta emoción. Fisiológicamente se producen cambios que principalmente afectan al sistema nervioso central. Es por ello que observamos síntomas tales como un aumento en la frecuencia cardíaca y en la presión arterial. Pero inclusive hay aumento en los niveles de hormonas como la adrenalina. 

Cuando se hace mención de las consecuencias estas mismas suelen tener una conexión directa a la expresión disfuncional que genera la ira. Esto significa que es una emoción de gran impacto no sólo a nivel personal, sino también en la estructura social. Esto queda bien ejemplificado en casos de violencia intrafamiliar que lamentablemente son muy frecuentes en la actualidad. 

Diversos tipos de problemáticas sociales como el racismo y la xenofobia también tienen sus orígenes en la ira. Debido a la baja tolerancia ante la frustración las personas mostrarán lo peor de sí mismas, ante situaciones que han considerado injustas. Es por ello que las deficiencias en la comunicación y la imposibilidad de ejecutar acciones y decisiones asertivas; generalmente tienen consecuencias negativas para todos los involucrados. 

La importancia de reconocer la ira radica en identificar sus efectos negativos. Es importante aprender a controlar los síntomas y lograr manejar adecuadamente la emoción, para ello es importante que las personas aprendan a expresarse de una forma firme sin ser agresivas. Cuando hay una buena relación y comunicación se puede evitar situaciones de este tipo. 

Asimismo es habitual que las personas no se responsabilicen y reconozcan los resultados de su comportamiento violento. Cuando hay deficiencias en el control de las propias emociones, generalmente sus efectos tendrán repercusiones negativas en el entorno. La clave está en saber expresar las necesidades, sentimientos e ideas del modo más adecuado.

Igualmente se debe tomar conciencia de todas las creencias falsas que pueden influir en el desarrollo de esta emoción. La ira suele generar reacciones como gritar, golpear, insultar y acalorarse; es muy intenso y va en aumento. Tener una buena gestión emocional, permite que eventualmente se pueda hacer más eficiente en encontrar y aplicar soluciones a los conflictos

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