El concepto de identidad cultural se entiende por medio de las nociones de cultura (vocablo latino cultura, cuidado del campo o del ganado) y de su evolución en el tiempo.
La cultura es un fenómeno activo, integrado tanto por componentes heredados del pasado como por elementos del entorno asimilados y novedades ideadas localmente.
Reconocida por sus funciones sociales, la cultura suministra, por ejemplo, una apreciación de sí misma, condición imprescindible para cualquier desarrollo, sea este personal o social.
Concepción de cultura según la UNESCO
La cultura para la UNESCO es “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social.” Además, la cultura aglutina, “las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones.”
La cultura se identifica con una comunidad de personas y delimita sus rasgos particulares en relación con otras comunidades; en consecuencia, está relacionada con la “identidad” de un determinado grupo.
Por otra parte, la identidad señala las particularidades que distancian un grupo del otro. En tal sentido, a nivel individual, los individuos que se autodefinen como parte de una determinada cultura lo hacen con base a las características comunes y, al mismo tiempo, se diferencian de las que corresponden a otras culturas.
Como, por ejemplo, tenemos la denominación de “pueblos indígenas” hace referencia a estos rasgos y a la identificación de los sujetos con un grupo.
La idea de noción cultural de un determinado pueblo
La noción de identidad cultural de un pueblo está vinculada con el sentido de pertenencia a un sector o grupo social, a un grupo concreto de referencia, en cuyo seno se comparten características culturales.
Algunas de estas características son: la lengua, las relaciones sociales, las costumbres, los ritos, las ceremonias propias o los comportamientos colectivos, como los valores y creencias.
El concepto de identidad no es, en modo alguno, estable, sino que va mutando individual y colectivamente, y se nutre, de forma continua, de la influencia exterior. La sustancia de estos fenómenos culturales identitarios es su rasgo inmaterial y anónimo, ya que son fruto de colectividades.
El origen de la noción de identidad cultural
Según las definiciones antropológicas y sociológicas, la identidad tiene su origen en la diferenciación-reafirmación frente al otro y, frecuentemente, en la pertenencia a un territorio, aunque la noción misma trascienda las fronteras.
Este sector social puede estar limitado geográficamente; pero, también son evidentes los casos de refugiados, desplazados, emigrantes, entre otros grupos.
Existen expresiones culturales que definen con mayor fuerza que otras el sentido de identidad, en desmedro de otras prácticas que forman parte de la existencia diaria. Por ejemplo, las expresiones culturales, muy locales como las procesiones, la música y la danza. La UNESCO denomina a estas expresiones “patrimonio cultural inmaterial”.
La identidad cultural como un asunto colectivo
Asunto esencial para comprender el concepto de identidad es determinar el patrimonio cultural de un pueblo, porque la identidad solo puede manifestarse a partir del patrimonio cultural, el cual preexiste y su presencia es independiente de su reconocimiento o valoración.
Es la comunidad misma que, de manera activa, va configurando su patrimonio cultural. Esto lo hace al privilegiar ciertas costumbres que entiende como propias, conformando sus referentes de identidad.
La identidad cultural tiene un carácter activo, porque los grupos de personas se reconocen históricamente (y continuamente) en su propio entorno físico y social.
Por ello, hay que reiterar el carácter variable de la identidad y el patrimonio cultural; están condicionados por agentes externos y la constante retroalimentación entre ambos.
En suma, la identidad está relacionada con la historia y el patrimonio cultural. Y, más aún, la identidad cultural no tendría asidero sin la capacidad de reconocer el pasado, sin los referentes simbólicos particulares, que contribuyen a fundar el futuro.
Características de la identidad cultural
La noción de identidad (proviene del vocablo latino identitas) ha sido objeto de interés en diferentes áreas y disciplinas, desde la Sociología, pasando por la Ciencia Política, la Matemática, la Medicina, la Antropología, hasta el Derecho.
Tenemos la acepción del Diccionario de la Real Academia Española, en donde la identidad, en términos generales, se define como la “cualidad de idéntico”, aquello “que es lo mismo que otra cosa con la que se compare”.
La salvaguardia de la identidad de un grupo es percibida como el deseo de conservar valores, tradiciones, usos, creencias, etc., que conforman la identidad individual y colectiva. Y, por lo tanto, facilita el reconocimiento y pertenencia de los sujetos a un grupo.
La identidad eventualmente comporta la reacción, protección y preservación de la identidad cultural, y la eventual resistencia en contra de las otras identidades (grupos), que podrían perturbar la sobrevivencia de los grupos receptores.
Relaciones de la identidad cultural con el contexto e historia
La identidad cultural se identifica por su disposición a las influencias del entorno en el que vive el individuo, así como también por su contexto histórico y cultural.
La penetración española en los territorios americanos del centro y sur estableció, por ejemplo, la identidad cultural de Latinoamérica, determinada por el mestizaje.
La identidad cultural es susceptible de dividirse en otras clases, entre las que se pueden mencionar las siguientes:
- La identidad personal
- La identidad colectiva
- La identidad de género.
Con lo anterior, queremos dejar en claro que la identidad cultural está influenciada por el resto de las identidades. La identidad cultural está asociada con las nociones de pluricultura y multidiversidad.
La identidad cultural implica la construcción de nexos y relaciones
En otro orden de ideas, la identidad cultural se identifica con la creación de relaciones o vínculos sociales, aunque no dejan de estar presentes las diferencias individuales que conforman a cada individuo.
La identidad cultural estimula el desarrollo de parentescos dentro de una comunidad, por lo que potencia no solo el sentimiento de pertenencia, sino además de familiaridad y de empatía entre los integrantes del grupo o comunidad.
Un hecho irrefutable es que la identidad cultural ha sido un factor determinante en la preservación de la memoria (vale decir, historia) de las comunidades, particularmente de las que gozan de sistemas de escritura.
Es así como la identidad viene asociada a una conciencia de perennidad de sus tradiciones, valores, creencias, cultos, entre otros valores.
Tal es el caso de las tradiciones orales, las cuales tienden a perderse con el pasar de los años. No obstante, sucede que los pueblos alfabetizados o con alguna forma de registro simbólico, han podido preservar mejor la identidad cultural.
Por lo antes dicho, se deduce que la educación formal y las diversas formas de preservación de las tradiciones han jugado un papel esencial. Son una forma de testimoniar y mantener estos registros de la identidad.
Identidad, cultura y derechos humanos
La identidad cultural de los pueblos queda mejor definida, para los efectos de la defensa de sus derechos humanos, cuando lo cultural se define por su contenido, no por el origen de sus elementos.
La cultura viva cambia incesantemente, se desafía a sí misma, se contradice a sí misma y recibe influencias externas, que a veces aumentan sus contradicciones y que funcionan simultáneamente como estimulo y amenaza.
Comprendida bajo esta perspectiva, donde sus elementos son inestables, podría ser más compleja la identificación de los individuos y comunidades. Igualmente, se complica mucho el reconocimiento de sus particularidades.
Por este motivo, se han planteado disposiciones para la protección de sus derechos. La idea es entender que la identidad cultural es un derecho, siendo necesario crear los mecanismos para hacerlo valer.
Política e identidad cultural
En el área política, el concepto de identidad cultural también ha sido objeto de tratamiento. Por ejemplo, en el proyecto de Constitución de la Unión Europea, donde la “identidad europea” se fundamentó en un cuerpo de valores que caracterizarían esa cultura.
Tales factores serían usufructo de la mayoría de los pueblos europeos; quedando, así, establecida una vinculación estrecha entre identidad y cultura.
Vale afirmar, además, que la identidad colectiva es un factor primordial de los grupos minoritarios y los pueblos autóctonos. Tales colectividades conservan y reconocen una serie de componentes de naturaleza cultural y que los diferencian de otras comunidades y pueblos.
Tenemos el caso de fenómenos como las tradiciones ancestrales, los valores, las pautas sociales. No obstante, sucede que también la lengua y la religión son componentes que dan origen y constituyen la identidad colectiva de las comunidades.
Otros aspectos de la identidad cultural
La identidad cultural es definida por su carácter comprehensivo entre su constitución particular y diferenciada. La identidad cultural de una comunidad o de un pueblo queda autodefinida, pero necesita ser reconocida por los demás.
La identidad cultural conforma un proceso de formación y transformación abierto. Un proceso que se va conformando hasta alcanzar la categoría de identidad cultural al momento de que se manifiesta por medio de un grupo social.
Sucede que la identidad cultural es el conglomerado de rasgos que identifica una determinada región del mundo, los cuales son propios, comunes y particulares.
Asimismo, es innegable que la identidad cultural pone al descubierto las diferencias dinámicas de un pueblo respecto a otro.
Se desprende de lo anterior que la identidad cultural es una construcción social, en constante transformación. Una construcción que va estructurándose en el contexto de las relaciones interpersonales e intergrupales que dan lugar a la categorización. Por ejemplo, “latinoamericano” es una categoría de identidad.
Las categorías de identidad no son solo las nacionales, también –y es obvio- la identidad viene asociada a la pertenencia a un grupo cultural, a una raza, a una religión, a una etnia, mientras los sentimientos de pertenencia de los individuos estén profundamente interiorizados.
A manera de conclusión sobre este tema
La identidad cultural es un hecho inevitable, ya que es una necesidad para las personas y los nacionales sentirse acreedores de sus rasgos identitarios. Es una manifestación psico-social de reafirmación e identificación de grupo.
Por tanto, no tiene sentido negarla. Hay que conocerla no solo para protegerla, sino también para entenderla en nuestra cotidianidad. No hay que comprenderla solo en emergencias (cuando se corra el riesgo de perderla), pues también hay que valorarla regularmente.
La identidad nacional como concepto aglutina los aspectos socioculturales, étnico-lingüísticos, económicos, territoriales, sumados a la conciencia histórica que produce su ser particular. Sin identidad cultural no existe identidad nacional.
La identidad cultural nunca es pura, debido a que en la misma está presente la heterogeneidad. Y es que en todas las sociedades, aunque se defienda la idea de que la colectividad de origen manifiesta una cultura única y estructurada, concurre una multiplicidad de grupos que revelan obvias discrepancias simbólicas.
La UNESCO es clara cuando enuncia tres postulados respecto a la identidad cultural, a saber: 1) no hay dos culturas idénticas; 2) todos los pueblos ostentan una cultura propia y, en consecuencia, una identidad cultural; 3) no existen culturas superiores e inferiores, solo diferentes.