octubre 6, 2024
Dependencia emocional

Dependencia emocional

La dependencia emocional, bajo la perspectiva de la Psicología, es la necesidad excesiva de carácter afectivo que un individuo siente hacia su pareja. El término “necesidad” es medular aquí porque denota el factor de dependencia propio de este fenómeno, sin duda indicativo de estar por encima de lo razonable dentro de una escala media en la que estarían los sentimientos positivos, como el deseo y el amor. 

El término “excesivo”, que acá adjetiva a la “necesidad”, solo subraya la intensidad de ese sentimiento de deseo hacia el otro

La dependencia emocional radica en un deseo irresistible del otro de tipo estrictamente afectivo, sin motivos de otra naturaleza (material o económica, por ejemplo), que pudieran justificar el mismo. Para el afecto-dependiente la vida no tiene sentido alejado del otro, a quien se idealiza y considera poderoso, al menos hasta que se encuentre lo antes posible a otra persona. 

Otro tipo de necesidad interpersonal es la instrumental, fundamentada en la dependencia utilitarista. El individuo no se despega del otro porque es imprescindible para su supervivencia. En su nivel patológico, esta necesidad interpersonal ha sido descrita como un “trastorno de la personalidad por dependencia”. O

bviamente, este tipo de dependencia está basada en cualquier otra cosa menos que en un deseo afectivo. En la dependencia emocional solo se verifica el deseo irrefrenable –puramente afectivo- que un individuo siente por otro.

Características de la dependencia emocional

Para su estudio, se seguirá la propuesta de Jorge Castelló, que repasa las características de los dependientes emocionales a partir de tres áreas: 1) Área de las relaciones de pareja; 2) Área de las relaciones con el entorno interpersonal y 3) Área de autoestima y estado anímico. (Dependencia emocional, características y tratamiento, Madrid: Alianza Editorial, 2005).

Dependencia emocional

Relativa a las relaciones de pareja

Una primera característica es la necesidad sobredimensionada de acceder constantemente a la pareja. En la práctica cotidiana, se traduce en el deseo constante de saber dónde está la pareja, cuáles son sus actividades y en querer realizar cualquier actividad junto a la misma. 

La situación descrita lleva a una de las partes a sentirse agobiada y delimitar su espacio, a contracorriente de lo que desea la pareja.

Las pretensiones de exclusividad en la relación se explican en dos sentidos: el aislamiento que asume el dependiente emocional y el deseo de que su pareja siga el ejemplo, aislándose también del entorno de amigos y familiares. 

Sin embargo, suele ocurrir que, lejos de entrar en esa especie de burbuja, la pareja intentará marcar sus propias pautas. De todas maneras, la dimensión humana es tan compleja, que existen casos de dependencia emocional con el adjetivo “dominante”, en los que el individuo emocionalmente dependiente sí logra imponer sus aspiraciones sobre el otro. En el seno de estas relaciones, la exclusividad logra imponerse. 

Además, estas personas dependientes se sentirán mucho más cómodas cuando sus relaciones de amistad se concentran en una sola persona. Estos sujetos en grupos no logran cohesionarse.

Los dependientes emocionales anteponen a la pareja sobre cualquier otro aspecto (familia, amistades, deseos, metas, trabajo, etc.). El sujeto dependiente asume, sin autocrítica, que su pareja es el centro de su existencia, el sentido de su vida. Incluso, su pareja estará siempre por encima de sus propios intereses y de sus hijos, si los tuviera.

El dependiente emocional estará dispuesto a hacer lo que sea con tal de complacer a su objeto de deseo.

Los rasgos de un dependiente emocional

Otro de los rasgos que particularizan a los dependientes es su disposición mental para idealizar a su pareja durante el tiempo que dure la relación. El objeto de deseo simboliza todos los rasgos que el dependiente no tiene: seguridad en sí mismo, autoestima y sentido de superioridad sobre su entorno. La persona dependiente ve al otro como su complemento y se aferra a él o ella para encontrar lo que le falta.

La carencia de afecto, una baja autoestima, influye notablemente en los individuos afectando sus relaciones. El círculo vicioso “falta de amor/baja autoestima” conforma las condiciones para que la persona no eche en falta relaciones igualitarias, si no busque parejas para endiosarlas y concederles el grado de salvadoras.

 Obviamente, el dependiente emocional maneja un concepto errado de amor y de lo que implica una relación de pareja. Asimismo, la pareja del dependiente, que acepta tal situación, suele tener también una idea desfigurada de la relación al concebirla como un espacio de pleitesía y para sentirse la única persona relevante.

La idealización implica la sobrevaloración de las cualidades de la otra persona, tanto físicas como intelectuales.  La sobrevaloración llega al límite de lo que se considera a grandes rasgos un “ser especial”, aunque en realidad no haya testimonios reales y una vida que lo avale. 

Un típico problema en las relaciones de pareja

En las relaciones de pareja, donde uno de sus miembros asume el rol de dependiente emocional, la sumisión del dependiente hacia el otro u otra es prácticamente una respuesta inmediata; la pareja se adhiere a la persona que admira. Es una forma de conservar la relación. 

La consecuencia es una relación de sumisión y dominación, que se va haciendo más fuerte con el paso del tiempo. Todo deriva en una espiral de dolor y humillaciones de la que resulta difícil escapar, aunque la persona que ejerce la dependencia emocional encuentra más insoportable la ruptura y la subsiguiente soledad.

En general, la vida amorosa de los dependientes emocionales está plagada de relaciones tormentosas y disfuncionales, que datan desde la adolescencia o principios de la vida adulta. Estas relaciones tienen variedad de manifestaciones, una de ellas es la que se produce entre un dependiente emocional y un sujeto ególatra, que puede derivar con el tiempo en una respuesta que va de la complacencia al desprecio.

 Este desprecio será el caldo de cultivo para una retahíla de humillaciones que el dependiente soportará para evitar la ruptura de la relación, reforzando su rol de subordinación y creciendo aún más el desequilibrio y la disfuncionalidad.

Dependencia emocional

La dependencia emocional implica un miedo

De lo anterior, se deriva otra de las constantes de los dependientes emocionales, su miedo a la ruptura. Esta emoción coincide con la “ansiedad de separación”. Esta ansiedad de separación es una de las razones para que la persona dependiente se aferre a su pareja. 

La persona se aferra por la necesidad extrema que siente hacia su pareja. Y al mismo tiempo, esta ansiedad lleva a la persona a estar pendiente de que el otro (u otra) siga a su lado. El repertorio de conductas al respecto es amplio, por lo que escapa a este artículo.

El miedo es multifactorial, pero se debe mencionar primeramente el importante rol que el sujeto admirado y endiosado cumple con el dependiente. 

Obviamente su objeto de deseo, es la suprema tabla de salvación, quien le asegura escapar del doloroso sentimiento de la soledad. Y cuando se produce de cualquier forma una ruptura, aparece el síndrome de abstinencia del dependiente, lo que refuerza la convicción del nivel tan elevado que puede alcanzar la dependencia psicológica hacia otra persona.

Una última característica de los dependientes emocionales en las relaciones amorosas es la asimilación, sin cuestionamiento de ningún tipo, del sistema de creencias de la pareja.

En el área de las relaciones con el entorno interpersonal, destacan los deseos, por parte de los dependientes emocionales, de exclusividad hacia amistades o personas que consideran importantes.

Otros rasgos a destacar son la imperiosa necesidad de agradar a su entorno más cercano y la poca habilidad para hacer amigos(as).

En el área de autoestima y estado anímico, destaca, desde luego, el sentimiento y la autoconcepción, ya malograda desde temprana edad, del dependiente emocional. Son personas que no han podido asimilar las dificultades de su vida y convertirlas en fortalezas. 

Como se ha descrito son sujetos que albergan muchos temores y no soportan la soledad. Además, esperan siempre lo peor: la ruptura, el deterioro de la relación, las amenazas de abandono, la soledad, entre otras.

¿Cómo abordar la dependencia emocional?

La dependencia emocional es una patología de la personalidad, por lo que debe ser tratada por un terapeuta, un especialista en Psicología, bajo una perspectiva integral, que atienda el aspecto cognitivo, psicodinámico, afectivo y conductual del dependiente emocional. 

En primer lugar, es fundamental que el paciente reconozca su patología y esté dispuesto a transitar un largo camino, que no estará exento de dificultades y retrocesos. Lo cierto es que el dependiente emocional necesita ayuda. 

Asimismo, debe entender que tiene un problema y debe afrontarla. Toda dependencia enfermiza, que va en menoscabo de la personalidad y autoestima, debe ser siempre desechada. Y esto no solo abarca las relaciones de pareja: también a la familia, amigos o vínculos laborales. ¡Es importante entender esto!

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