La dependencia emocional que una persona adulta experimenta respecto a su entorno social es un trastorno de la personalidad, de la misma categoría de la dependencia de la familia, de un amigo(a) o pareja. Los componentes de las dependencias emocionales son los mismos en todos los casos.
¿Cuáles son las características generales de la dependencia emocional?
La dependencia emocional envuelve un cuadro crónico de necesidades afectivas frustradas. Así, la persona dependiente asume un comportamiento obsesivo para satisfacer esos requerimientos afectivos a través de relaciones sofocantes y estrechas.
Dadas las características de estas relaciones por dependencia, todos los intentos de interrelación terminan en un fracaso o no alcanzan estabilidad. Constituye un extravío psíquico y de conducta, ajeno a las expectativas del medio sociocultural. En tal sentido, el problema pertenece a los Trastornos de la Personalidad por Dependencia.
La dependencia emocional del entorno social
En el espectro de las dependencias emocionales, surge este constructo, tipificado como la necesidad de ciertos individuos de ser reconocidos por sus similares para poder sentirse a su nivel.
Si bien el reconocimiento de los talentos humanos es algo natural entre las sociedades, los sujetos dependientes sienten la urgencia de ser aceptados en su medio laboral, experimentan el deseo irrefrenable de pasar por la aprobación de su núcleo de amigos e invierten mucho tiempo en los problemas de otras personas, menospreciando sus propias necesidades.
Una persona que depende de esta manera de su entorno suele caer en el servilismo o anularse como individuo para lograr el beneplácito de los demás. El sujeto experimenta un exacerbado mandato interno de complacer a su entorno social, soslayando sus propios intereses.
El servilismo sobrepasa el límite de la dignidad humana; el sujeto realiza cualquier sacrificio con el fin de no verse rechazado por el prójimo. Incluso, es capaz de abandonar sus principios para no contradecir a su medio.
Etiología y consecuencias de la dependencia emocional del entorno
Las consecuencias son más que evidentes. Una persona que sufre este tipo de dependencia es una suerte de esclavo del medio que le es propio. Debe verse como un trastorno que afecta drásticamente su salud psíquica, porque disminuye sus funciones cognitivas y degrada su condición humana.
La dependencia emocional del entorno es una forma de sumisión que obstruye el desarrollo pluridimensional del individuo. Desde el aspecto cognitivo, la capacidad de juicio, seriamente comprometida en el dependiente emocional, es una de las facultades psíquicas más complejas del adulto.
El ejercicio de la libertad y el libre albedrío, la capacidad de decidir, elegir, comprender y valorar, tan propias de cualquier persona, en los afecto-dependientes del entorno no se ven drásticamente comprometidas. Delegar en los otros estas funciones vitales, anular las operaciones psíquicas, comprometen seriamente la inteligencia y las experiencias emocionales.
La dependencia emocional del entorno tiene su origen en patrones disfuncionales familiares. La vulnerabilidad emocional surge de estructuras familiares y sistemas de crianza intolerantes, fundamentados en la humillación reiterativa.
Cuando la humillación -que es opuesta al incentivo- se introduce en los sistemas formativos se crea el contexto propicio para el surgimiento de sentimientos de inferioridad.
En general, esta clase de trastorno comienza al principio de la vida adulta o durante la adolescencia, cuando se deben producir una serie de cambios psíquicos desde los sentimientos de dependencia infantil a la autonomía de la vida adulta. Esos quiebres interiores, indispensables para el buen curso del desarrollo personal, no se producen de forma adecuada.
Las transformaciones que regularmente se dan durante los trece y dieciséis años de edad se resuelven, la mayoría de las veces, sin inconvenientes. Pero, quienes en su vida adulta desarrollan algún tipo de dependencia emocional (patológica) sufren una perturbación del proceso de madurez psíquica, afectando la manera en cómo se relacionan con su mundo más cercano.
Ese fenómeno tiene su origen posiblemente durante la reacción adaptativa de la adolescencia. El adolescente pasa por una serie de duelos, explosiones de independencia y necesidades de sumisión. La resolución solo se produce cuando pueda distinguir el todo de la dependencia adulta. En otras palabras, sea capaz de observar la diferencia entre Yo y objeto.
El proceso se lleva a cabo entre emociones antitéticas y esquizofrénicas. Por un lado, el niño dependiente y, por otro, el sujeto absolutamente distinto, cuando detona en una pseudo rebelión. Es por ello que parecen observarse en el adolescente (por esas disociaciones temporales y contingentes) varias maneras de actuar.
La resolución de la unidad para conquistar una identidad estable forma parte de uno de los fines de la reacción adaptativa de la adolescencia. La pugna con el entorno y las emociones de pérdida de control que siguen, estimulan al adolescente a explorar mecanismos de defensa en su contexto.
Las transformaciones durante la etapa adolescente se componen mediante intelecciones referidas a nociones diversas, como Dios, el rol de los padres, el sexo, la sociedad, etcétera. Sin embargo, el joven adolescente se encuentra en una etapa intermedia. Asiste en su interioridad al tránsito de los recursos infantiles de enseñanza y juego a lo concreto, es decir, a la acción definida y las permutaciones directas.
En esa interioridad en pugna el joven pasa al ensimismamiento, hacia un universo de preponderancia narcisista, que puede constituir el fundamento para desarrollar nuevos vínculos sociales, interpersonales y libidinales. Es aquí justamente donde puede desencadenarse el trastorno de personalidad por dependencia.
El sujeto maduro asume sus facultades y la autonomía de sus acciones, adaptándose a su realidad y a los compromisos que le toque vivir y, al mismo tiempo, reconoce sus limitaciones para sacar el mejor provecho de sus cualidades. Es un hecho que las personas con este trastorno sufren de ansiedad y pánico frente a su medio y dependen reptilmente del mismo. Ello destruye cualquier posibilidad de desarrollo o superación de sus conflictos emocionales, sociales y existenciales.
Ejemplos de dependencia emocional del entorno social
El trastorno de la personalidad por dependencia conlleva un sentimiento de inferioridad. En el ámbito social el dependiente es un esclavo de las percepciones de los demás. El temor al rechazo lo impulsa a buscar el reconocimiento del entorno, dejando a un lado sus propios intereses.
Estas personas buscan pertenecer a grupos específicos con la finalidad de sentirse realizados. Las sectas podrían convertirse en los sistemas sociales ideales en ese sentido.
Los afecto-dependientes de su entorno pueden ir escalando, a lo largo de su vida, de grupos en grupos, buscando insaciablemente su identificación y reconocimiento de los grupos. La frustración de sus deseos patológicos de reconocimiento hace que su búsqueda no se detenga.
El proceso es similar a la dependencia de parejas. Si su objeto de dependencia se aleja no tardan en hallar otro, creando de nuevo un círculo vicioso.
El joven adulto dependiente de su entorno no funciona adecuadamente fuera de un medio social específico donde obtenga una retroalimentación constante en términos de aprobación.
Los comportamientos de dependencia social podrían observarse en el uso exacerbado de las redes sociales digitales. Es un fenómeno de más reciente data, en el que los adolescentes y jóvenes adultos buscan desesperadamente el reconocimiento y aprobación de sus similares. Además, el medio digital ofrece una serie de códigos visuales, sujetos a un conteo riguroso, que supuestamente sirve de medida de reconocimiento y fama (entre comillas).
El escenario virtual facilita el escamoteo de la identidad personal y la aparición de figuras denominadas influencers. Detrás de este fenómeno social podrían esconderse personas con el trastorno de personalidad por dependencia del medio social.
El escenario social paralelo a la realidad que representa el ciberespacio lo hace ideal para los sujetos dependientes: obtienen el feedback en tiempo real sin necesidad de exponerse y actuar en el entorno social real.
En este contexto, la dependencia emocional del entorno puede ser un trastorno más generalizado de lo que lo se pudiera pensar. Es un hecho que la circulación de imágenes personales en las redes a la espera de un “me gusta” se ha convertido en un fenómeno que encubre no pocas carencias afectivas.
La dependencia de ciberusuarios de sus redes sociales llega al límite de requerir la aprobación de los detalles más personales, como qué elegir de vestimenta, qué oferta de trabajo aceptar o de quién ser amigo, entre muchas otras decisiones cotidianas.
Es normal que los adolescentes dependan materialmente de sus padres. Sin embargo, el trastorno de personalidad por dependencia del entorno puede estar generándose al margen del conocimiento de su familia. Por variados factores (desarrollo emocional, procesos desadaptivos, etc.) los referentes del adolescente se trastocan.
Es posible que el dependiente emocional esté en desacuerdo con su entorno cuando existe en él algo de criterio propio; no obstante, como se considera minusválido para actuar de manera independiente y necesita el aplauso consagratorio, se plegará a sus exigencias.
La dependencia del entorno social no permite que los individuos adquieran destrezas propias y la individualidad que implica la madurez emocional, cuestión que prolonga en el tiempo el trastorno.
¿Cómo actuar frente a la dependencia emocional del entorno social?
Tipificada por la psicología como un trastorno de la personalidad, corresponde a los profesionales en salud mental intervenir con psicoterapias y tratamientos con fármacos para aliviar los estados de ansiedad, estrés o depresión que pudieran acompañar este problema.
Como en cualquier otra dependencia emocional debe intentarse un reaprendizaje del comportamiento, de las emociones y de la percepción que los individuos tienen de sí mismos. Las terapias conductuales y cognitivas son métodos sumamente útiles.