En dos términos el vocablo conciencia se refiere al “estado del ser”. Es decir, desde el punto de vista existencial, el ser humano está facultado para “saber” que tiene una existencia en este planeta. Ello permite saberse vivo. La muerte señala el fin de ese estado de saberse en este mundo.
En consecuencia, la conciencia es una sensación subjetiva, una conexión particular entre mente, cuerpo y realidad. Se habla de la conciencia del cuerpo mediante los receptores internos y de la conciencia del entorno gracias a los sentidos externos. Por ejemplo, cuando se corre, aumenta el flujo sanguíneo, la respiración se acelera y los músculos se adecúan al esfuerzo; se siente cómo todo el cuerpo se adapta al acto de correr.
Paralelamente, la conciencia del entorno, a través de los sentidos externos, guía los movimientos del cuerpo con relación a las características del suelo, la disposición del espacio y sus dimensiones.
A partir de la idea básica de “saberse vivo”, la conciencia está asociada a la razón, a la inteligencia, a la capacidad de discernir sobre la naturaleza humana y el medio como realidad externa. En las próximas líneas, se revisarán los aspectos significativos de la noción de conciencia y sus diversas manifestaciones, a la luz de las acepciones más aceptadas.
La noción de conciencia y sus características
Como casi todas las palabras modernas que conforman la lengua española, el término “conciencia” tiene un origen latino, de la acepción conscientia (conocimiento compartido), que a su vez viene de cum scientia (con conocimiento). La conciencia, como ya se venía advirtiendo, es entendida regularmente como el conocimiento que un ser humano posee de sí mismo y de su contexto. En términos gnoseológicos, corresponde solo a la especie humana la cualidad de conciencia.
El trasfondo filosófico es inevitable cuando el término “conciencia” se interpreta en su sentido principista, o sea, el hecho de “saber poseedor de vida”. Este sentido de existencia es compartido con otros sujetos de la misma especie, pero varía en cada individuo, ya sea por factores biológicos, genéticos, psicológicos, ambientales, culturales y sociales.
Pero la interpretación que se le da a la palabra “conciencia” no es monolítica. La conciencia no solo está vinculada con la lucidez y el saber vivir, también se relaciona con la facultad de reflexionar sobre lo que se ha denominado “realidad” y adoptar una perspectiva respecto a ella.
También, la conciencia es la capacidad de calificar las conductas propias desde los aspectos morales y éticos. Los inconscientes serían las personas que son incapaces de actuar conforme a lo que el contrato social espera de ellos.
El concepto de conciencia viene a conformarse de forma paralela a la disciplina filosófica, psicológica y neurofisiológica. Respondiendo a sus intereses, cada una de estas materias fue reconociendo la dimensión subjetiva, comportamental y fisiológica de la conciencia, respectivamente. En general, el estudio de la conciencia derivó en dos vertientes: como facultad peculiar de la psique humana y como fenómeno fisiológico localizable neurológicamente.
En el campo de la psicología, la conciencia constituye una operación psíquica y fisiológica que se traduce en la comprensión del sujeto de su identidad, sus recuerdos, su realidad perceptiva y emocional.
Desde la perspectiva conductual, la conciencia de los individuos se expresa a través de sus acciones y mediaciones con su entorno. Por ejemplo, la facultad de elegir una conducta específica, para conseguir un fin.
Bajo la óptica biológica, la conciencia es un proceso que permite el uso apropiado y regular de informaciones con fines adaptativos, donde intervienen el yo subjetivo, el sistema nervioso central y la realidad perceptiva. La conciencia, entendida como facultad mental del homo sapiens, representa la cima de la evolución del sistema neurológico humano.
Ahora bien, la conciencia también es un estado privativo del cerebro humano, separado de los sentidos externos, que se detiene al entrar el sueño, y vuelve a surgir durante las ensoñaciones.
Vale subrayar que la conciencia de las ensoñaciones es un estado mental con supresión sensorial. La vigilia, como las ensoñaciones, son estados conscientes o funcionales del cerebro, producidos por las cualidades internas de las células cerebrales y el sistema tálamo-cortical.
En la etapa de ensoñación, las redes tálamo-corticales actúan de manera independiente como un circuito cerrado, sin intervenir los datos sensoriales. El sujeto ve, escucha y siente conforme solo a los procesos internos del cerebro.
Al comprender la conciencia desde la dimensión fenomenológica, se distinguen las siguientes características:
- La conciencia está atada al tiempo. Existe una conciencia generalizada de que los fenómenos están en tránsito y están supeditados al tiempo.
- Los estados de conciencia y sus contenidos cumplen un ciclo de existencia como la realidad misma. Aunque la conciencia aparentemente no se detiene; pasa de un estado a otro.
- La conciencia persigue la realización de la vida de acuerdo a cada contexto particular. El sujeto prioriza sus anhelos conforme a sus intereses intelectuales y emociones. Buena parte de los deseos se vierten en imaginar objetivos no concluidos, lo cual permite el ordenamiento de las metas y rutinas para seguir las acciones más pertinentes.
- La conciencia es un estado general de la experiencia. Es decir, más allá de los estados posibles que integran cada situación de vida, la conciencia es una unidad simbólica.
- La conciencia o los estados de conciencia siempre tienen contenido. Es lo que se llama intencionalidad.
- La conciencia posee la cualidad de la subjetividad. Es posible discernir sobre la conciencia de los demás y realizar exámenes introspectivos de reconocimiento de la propia.
- Característica esencial de la conciencia es su identificación con un “ser” o una entidad central propia. La idea de conciencia está tras una suerte de concepto de lo privado o espacio individual: el “yo” del individuo.
Tipología de la conciencia, concepto y ejemplos
- Conciencia moral: es el discernimiento que los individuos logran tener sobre el perfil moral de sus conductas. Pero, también se entiende como el bagaje de información sobre reglas morales que tendría un individuo.
En un sentido más amplio, la conciencia moral es la facultad para calificar las conductas propias según el contexto cultural al que se pertenece. A fin de cuentas, se trata de la capacidad de criterio para diferenciar las acciones tenidas por buenas y adecuadas, de las que se consideran negativas e inadecuadas.
Teniendo en cuenta que la conciencia moral está anclada al contexto sociocultural, puede variar de una sociedad a otra. Son ejemplos de conciencia moral, el respeto a la propiedad privada, la conservación de una conducta apropiada en lugares públicos o la empatía hacia las personas discapacitadas.
- Conciencia emocional: es el conocimiento que un sujeto tiene sobre sus emociones o forma de sentir. Suele asociarse a la inteligencia emocional. Esta conciencia, como la individual, sirve para distinguir entre lo que está bien o mal. Por ello, es aplicable a un nivel social.
Por ejemplo, las personas que son conscientes emocionalmente tienen el criterio para darse cuenta de que no están rindiendo en el trabajo porque se sienten poco motivados. Al mismo tiempo, son capaces de discernir las razones y actuar en consecuencia para solucionar esas emociones adversas, como hacer una actividad que sí les apasione.
En el ámbito interpersonal la conciencia emocional se manifiesta en las habilidades personales que se tienen para mejorar las relaciones con las personas que se estiman. Esta conciencia constituye un mecanismo mediante el cual se perciben las emociones, se detecta su origen y se consigue una solución asertiva.
- Conciencia social: es el interés particular que desarrolla un individuo por el prójimo. Las personas experimentan una suerte de empatía por los problemas sociales de su comunidad o los del mundo, asumiendo algún tipo de acción o trabajo a favor de los demás.
La conciencia social también puede referirse a la manera de pensar de un grupo específico o la manera de pensar en grupo.
En un sentido más determinado, la conciencia social es el sistema de control de un grupo, la cual ejerce un influjo indirecto en una persona para que se comporte de equis forma. En este sentido, la conciencia social establece reglas y límites de actuación para que el sujeto siga determinadas acciones, conforme al ideario del grupo.
Puede tener un carácter más amplio cuando se habla de conciencia social empresarial u organizacional, que se verifica por políticas dirigidas al estímulo de la actividad deportiva, la protección de la infancia o el cuidado medioambiental, entre otras. En ese caso, la responsabilidad social alcanza a todo un cuerpo directivo, al capital humano y a los clientes.
- Conciencia ambiental o ecológica: es el estado de comprensión de un sujeto respecto a las consecuencias medioambientales de sus comportamientos y estilo de vida. La conciencia medioambiental puede ejemplificarse desde la clasificación de residuos para su reciclaje hasta el uso de energías verdes por parte de las industrias.
Son múltiples las formas de manifestación de la conciencia ambiental. Sin disponer de grandes recursos económicos, las buenas prácticas conservacionistas en general, como el ahorro de electricidad y agua en el hogar, la selección de la vestimenta, etc., hacen la diferencia cuando son parte de las costumbres de los habitantes de un país.
- Conciencia individual: la conciencia individual, por oposición quizá a conciencia de grupo o social, refiere un nivel de autoconocimiento sobre el cual el sujeto dirige su vida, distinguiendo entre el bien y el mal. Conforma los principios y criterios personales que rigen la vida de una persona.
La conciencia individual se emparenta con otros tipos de conciencia. Por ejemplo, los ciudadanos que no echan basura en las calles y ayudan a pasar a los ancianos una calle, demuestran conciencia individual, pero a la vez conciencia social y ecológica.
La conciencia individual también está presente entre los jóvenes que se esfuerzan en ser los mejores de su clase, no solo por sus calificaciones, sino por sus actividades curriculares a favor de la institución donde estudian.
- Conciencia temporal: tal como lo indica el concepto, está dada por las circunstancias de un acontecimiento o realidad. El sujeto actúa de una manera frente a sucesos similares.
Por ejemplo, en la actividad rutinaria de despertar en la mañana para ir a trabajar, las personas apagan el despertador pero siguen acostados por unos minutos. Durante ese tiempo, las personas experimentan la conciencia temporal de que deben levantarse.
La conciencia temporal también tiene una acepción más significativa. Los sujetos dotados con una visión del tiempo son capaces de comprender la posición que ocupó la sociedad en el pasado, la que ocupa en el presente, y se atreven a vislumbrar o estudiar cómo será en el futuro, si se actúa de tal o cual manera. En el campo de las ciencias fácticas y sociales, los expertos suelen tener una conciencia temporal, según su campo de actuación.