La mente es necesariamente selectiva. Y es así porque las percepciones pasan por una especie de malla que las jerarquiza y ordena, desechando el contenido que no es funcional. En psicología, esa atención selectiva coincide con la noción de conciencia.
La conciencia es esencial en los análisis introspectivos. Desde la perspectiva de la psiconeurología, la conciencia del contexto y de sí mismo parece estar localizada en la región posterior del córtex del cerebro. La conciencia es, bajo esta perspectiva, la suma de sucesos de tipo bioquímico, moderados por los contenidos externos. En este artículo, se intentará articular un concepto de conciencia psicológica.
Concepto de conciencia psicológica
En este instante debe preguntarse ¿Qué sabe usted de sí mismo? Vista una respuesta tendrá una idea de qué es la conciencia psicológica. La conciencia es siempre autoreflexiva, es capaz de analizarse a sí misma.
La conciencia psicológica se va conformando desde temprana edad mediante el aprendizaje en sus diversas etapas y tipos. La conciencia es, en tal sentido, la óptica interior y del contexto, que no es pasivo.
Esta conciencia se asienta en el “yo”, distinto del “otro” y del “súper yo” (construcción del yo moral). Para la psicología, el “yo” es el epicentro de los mecanismos mentales complejos; allí se aglutina el fuero personal y la auto-certidumbre.
Características y ejemplos
La conciencia psicológica funciona a diversos niveles. Se describen a continuación:
La conciencia primaria
La conciencia primaria o de corto plazo representa el nivel operativo indispensable para el manejo del presente inmediato y la sobrevivencia. Se pone en funcionamiento cuando, por ejemplo, se camina por las calles de una ciudad.
La conciencia se focaliza en el manejo de la información que recibe en tiempo real del movimiento vehicular y las luces de los semáforos, entre otras situaciones. Las personas no tienen tiempo para sumergirse en un campo de conciencia profundo; de hacerlo estarían poniendo en riesgo su integridad física: cruzar calles, caminar sin tropezar, etc.
La conciencia superior
La conciencia superior, por el contrario, pertenece a la dimensión de la memoria simbólica y al lenguaje mismo. El lenguaje marca la diferencia respecto a las demás especies. Pertenece a las operaciones complejas del cerebro humano, gracias al cual el individuo crea modelos conceptuales de la realidad, sin necesidad de que la realidad esté a la vista.
La realidad concebida por la conciencia superior no está sometida al tiempo real. El ser humano es capaz de crear una representación ideológica del “yo”, cuyos rasgos adquieren una fisonomía propia separada del contexto, que también dialoga con el mismo.
De la misma forma, la conciencia superior genera patrones de la realidad pasada y futura que se concatenan con el presente. La mente es capaz de conformar narraciones comprehensivas de cómo se desarrolla el mundo y cómo se inserta el “yo». La conciencia superior faculta al ser humano para determinar y proyectar comportamientos no mediados por los estímulos del presente inmediato.
Tomando en cuenta que la conciencia psicológica en su nivel primario y superior comprende los procesos cotidianos y simbólicos, respectivamente, la actividad mental es una suerte de mónada abierta con diversos filtros perceptivos de índole sistémica y cultural por el que el humano experimenta emociones y piensa. Ese autoconocimiento, basado en las enseñanzas familiares, sociales y formales, constituye la conciencia psicológica.
Conciencia psicológica y conciencia moral, más ejemplo
Las conciencias psicológica y moral implican el discernimiento sobre hechos, tratan sobre las conductas de los individuos; ambas tienen como fundamento los aspectos del ser; y además implican valores y principios personales. La conciencia moral es el juicio moral que rige los comportamientos y modelan al mismo tiempo sus rasgos.
La diferencia entre conciencia moral y conciencia psicológica radica en que la primera se centra en el intelecto, los valores humanos y la experiencia adquirida por la enseñanza recibida; y la segunda se asienta en los sentimientos, en el saber de lo que existe en la realidad.
La conciencia psicológica se traduce en la cuestión personal ¿quién es? Mientras tanto la conciencia moral se detiene en las preguntas: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué somos y qué debe hacerse? Todo, desde el punto de vista de lo moral.
La conciencia psicológica es el saber forjado por la enseñanza y la experiencia cotidiana. En la conciencia moral subyace la reflexión valorativa de carácter normativa y que se vierte en una vida en armonía con la sociedad. El ejercicio de ambas conciencias suele confundirse, pero existen diferencias claras cuando se lleva a un ejemplo.
Los jóvenes estudiantes regularmente enfrentan situaciones donde ponen en juego a la conciencia psicológica y la conciencia moral. Se aplica la conciencia psicológica cuando el estudiante se enfrenta a un examen para el cual no estudió especialmente, pero antes de copiarse, asume su responsabilidad y lo responde con base al conocimiento que recuerda. Su decisión la tomó con base a lo que es como persona.
Por su parte, la conciencia moral entra a colación en el momento que el estudiante es consciente de la importancia de hacer lo debido, es decir, considera que copiarse es un acto indebido o deshonesto.
Conciencia psicológica y conciencia individual
No existen diferencias entre estas conciencias. Tal vez la única diferencia es la discursiva. La conciencia psicológica adjetiva un autoconocimiento basado en la idea de que la concepción del mundo se asienta en la psique, emana y se retroalimenta en ella.
La conciencia individual, o conciencia a secas, es la base del comportamiento y actuación en la vida ante apreciaciones, disquisiciones, que se podrían considerar convenientes o no, malas o no.
Bajo tal noción, los individuos actúan y responden a diversos escenarios. Es una manera de reaccionar ante las disyuntivas e inconvenientes que se presentan a un sujeto, según su capacidad de resiliencia y habilidad para redirigir las cosas a su favor.
Ambas conciencias refieren la importancia de la reflexión sobre la realidad, las respuestas respecto a las circunstancias y valoración del entorno, la capacidad autocrítica y la toma de decisiones que tienden a dejar a un lado los pensamientos negativos, para poner en práctica las mejores alternativas.
A manera de conclusión
En fin, es posible afirmar que la conciencia psicológica o personal, en su devenir retrospectivo, transita por una constante transformación, lo que implica diversos grados en su desarrollo.
Se verifican al menos dos niveles: la conciencia básica y la autoconciencia, que conlleva un grado superior. Ésta ve más allá del fenómeno y es capaz de comprender las grandes cuestiones de la existencia humana. La conciencia personal básica es la que permite funcionar y subsistir.
La conciencia social estaría vinculada a la conciencia personal elevada. Cuando los sujetos tienen conciencia social son capaces de mirar más allá de sus límites e intereses personales y dirigir sus esfuerzos hacia causas sociales, como mejorar el nivel de vida de su entorno. Son poseedores de una conciencia social elevada las personas que se dedican a proteger a la infancia abandonada, a las personas de la tercera edad, a proteger los derechos humanos, entre otras actividades.
Así, las conciencias individual, moral y social se conjugan perfectamente en las asociaciones y grupos con el fin de defender los derechos de las personas menos favorecidas.
La conciencia individual es el germen de la conciencia de grupo y de la conciencia social. Los individuos desarrollan su capital social y comprensivo del entorno con base a la suma de voluntades. La conciencia se construye dentro del fenómeno social. Es indisociable de ésta.