La ludopatía o juego patológico suele iniciarse en los jóvenes adolescentes y en edades posteriores en las jóvenes adultas. No es común que el enganche al juego se produzca desde la primera apuesta; en la mayoría de las personas el proceso es más complicado.
Puede partir de la experiencia prolongada del juego social, surgiendo de pronto el impulso patológico por una mayor necesidad lúdica o por una situación estresante. El sujeto sigue un hábito regular o intermitente, y el desarrollo del trastorno es crónico.
En la mayoría de los casos, el hábito de jugar, el dinero apostado y el interés en el juego, van creciendo. La necesidad patológica de apostar y jugar se ve favorecida cuando el sujeto pasa por episodios de estrés o depresión.
¿Es posible tratar la ludopatía?
Similar a la drogadicción, el trabajo para superar una adicción al juego implica un gran esfuerzo, motivación y voluntad determinante; pero, se puede superar. El juego es para un ludópata, lo que la droga es para un drogadicto.
Como adicción conductual, en la que la mente exige su gratificación, es posible reprogramar dicha conducta. Se observa que los pacientes que han sufrido las graves consecuencias de la ludopatía en sus vidas personales, son quienes tienen la mayor disposición en encontrar el camino hacia la recuperación.
¿Cómo curar la ludopatía con la ayuda de amigos y familia?
A continuación se describen una serie de recomendaciones para los amigos y el entorno familiar de los ludópatas, que le ayudarían a superar este trastorno. Entendida como adicción, la ludopatía escapa al control de la persona. Es importante hacer las preguntas pertinentes sin establecer juicios. En principio, ¿cómo conduce su vida?
Es probable que el adicto no esté consciente de su trastorno y de las características del mismo. Asimismo, seguramente no se da cuenta del daño que ocasiona a su entorno familiar. Otra cuestión fundamental es saber sobre su disposición a cambiar y mejorar su vida.
Las cuestiones señaladas son el fundamento de los pasos a seguir. Si la persona niega que su conducta es una patología, entonces no tendría sentido contradecirlo. Quienes decidan ayudar a un ludópata deben saber con exactitud qué es y cómo se manifiesta el trastorno. Deben saber lo importante que es ponerse en el lugar del ludópata, sin serlo. Es en sí un conocimiento empático.
Para la mayoría de los ludópatas su adicción es inexistente, por lo que es necesario exponerle la realidad tal como es. Una estrategia necesaria es la de hacerle ver la vinculación estrecha que existe entre sus problemas financieros o personales, el sufrimiento de sus familiares más cercanos, y su juego patológico. La simple afirmación –eres ludópata- es inútil, aunque la repita mil veces.
El sujeto atrapado por el juego puede soslayar su adicción para no entrar en conciencia de la misma; sin embargo, le será difícil obviar el cuadro de sufrimiento que origina en su entorno humano (por ejemplo, a sus hijos o padres) y la pérdida de dinero (las dificultades para pagar la hipoteca de su casa o pagar el arriendo, son algunas).
El siguiente paso, una vez que haya conseguido concienciar al amigo o familiar ludópata sobre el daño que produce su adicción, comenzará la tarea de explicarle de qué se trata el trastorno que padece.
Es una etapa crucial que solo servirá si la persona ya ha hecho propio el proceso de concienciación, ya indicado. En su descripción, deberá evitar caer en determinismos y juicios. Se trata de una orientación; debe dejar que la misma persona corrobore su información con sus propias investigaciones.
Otro recurso que favorece la pérdida de interés en el juego es lograr que la persona vea su problema desde otra perspectiva. Por ejemplo, si el sujeto no tiene tiempo de jugar con sus hijos menores porque, según él, el horario de trabajo se lo impide, convídelo a que deje de jugar por un tiempo para ver si le queda tiempo para pasarla con sus hijos.
Los hijos y el tiempo de calidad que pase con ellos pueden ser un incentivo y una motivación superior a la adicción al juego. Con este tipo de propuestas, es posible que tome conciencia de sus fallas como padre gracias al juego. Este es solo un ejemplo, cada caso tendrá múltiples formas de redirigir el problema.
Una vez que la persona tiene interés en dejar su adicción al juego, la siguiente etapa será la de ofrecerle o plantearle opciones totalmente distintas, que sean constructivas. En este momento, sería interesante proponerle que realice actividades culturales, recreativas, deportivas, familiares, etc.
Los cambios positivos seguramente no se verán todos de la noche a la mañana, pero puede ayudar a su amigo o familiar a darse cuenta de lo valiosos que ya resultan esos cambios en su vida.
La organización de las tareas diarias es una herramienta fundamental para evitar acercarse a los lugares peligrosos, donde hay juegos y alcohol. Ayude a esa persona para que se aleje de las circunstancias estimulantes y de los espacios donde existen máquinas de juegos, casinos, etc.
El apoyo emocional extra es un aliciente muy valioso para quien intenta salir de una adicción. Las personas sufren el síndrome de abstinencia, pasan por depresiones y estrés. Por ello, cerrar filas con esa persona, ayudándola a cambiar su vida, es indispensable para la superación de cualquier adicción.
¿Cómo curar la ludopatía sin la ayuda de amigos y familia?
Cuando la ludopatía es grave o es un trastorno de muchos años, con altas y recaídas, pero el paciente sigue interesado en superar el trastorno, es indispensable acudir al psicoterapeuta o psiquiatra.
Por ejemplo, los psicoanalistas abordan el trastorno estudiando los conflictos internos que simbolizan el comportamiento adictivo. En cualquier caso, más comúnmente el tratamiento para este tipo de patología se fundamenta en dos líneas de acción:
- En el área terapéutica: la doctrina psicológica aborda el problema desde la terapia conductual (conductista) o la terapia cognitiva conductual. Para el conductismo los comportamientos (normales o disfuncionales), son aprendidos y, en consecuencia, son susceptibles de ser canjeados por comportamientos no lesivos para el sujeto y para el entorno en el que se desenvuelve.
La terapia conductual expone al paciente, de forma sistemática, a la conducta adictiva, e introduce métodos para reducir el deseo de jugar.
La terapia cognitivo conductual trabaja en el estudio de los motivos, los catalizadores y los sustentadores de la adicción, focalizándose en los que son susceptibles de ser rectificados. La doctrina se basa en el supuesto de que muchos desórdenes son debidos a creencias negativas que las personas conservan sobre sí mismas, el entorno y el porvenir.
La terapia identifica las ideas patológicas y negativas y las sustituye por ideas contrarias. En este aspecto, entra a jugar un papel importante la familia, que puede ser convocada para ser parte de la terapia. Al paciente se le enseñan métodos de gestión emocional para que pueda enfrentar su adicción.
- En cuanto a medicación: algunos cuadros son tratados con antidepresivos. Ciertas drogas son usadas para controlar las alteraciones del ánimo que acompañan a los pacientes ludópatas, como la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo, entre otros.
Además, ciertos antidepresivos son útiles en la reducción del comportamiento patológico.
- El acompañamiento de grupos de autoayuda. Así como existen los grupos de alcohólicos anónimos, también los ludópatas pueden reforzar su tratamiento formando parte de algún grupo de autoayuda.
Estos grupos están conformados por pacientes que refuerzan su terapia con el reconocimiento abierto de su trastorno de manera franca y libre. Generalmente, están conducidos por un moderador experto, que conserva una rutina para que las conversaciones y exposiciones particulares se desarrollen sin inconvenientes.