El pensamiento es argumentativo por su propia naturaleza. Un argumento es la manifestación de un razonamiento escrito u oral, enunciado por alguien, con el fin de persuadir a otra persona de lo que ha planteado.
La existencia y validez de un argumento depende de su concisión, consistencia, veracidad y coherencia, elementos centrales para favorecen la solvencia en la comunicación de las ideas, la claridad y la posibilidad de convencer.
Una buena argumentación depende de la fortaleza de la investigación. Si se espera que los demás comprendan los planteamientos propios es importante argumentarlos sobre la base de datos específicos y pertinentes.
El argumento es entonces un conjunto de razones o de pruebas en sustento de una conclusión.
Elementos del argumento
La proposición es el elemento esencial del argumento. En plural, estas conforman el cuerpo del razonamiento que tiene por finalidad afirmar que algo es o no es, y son verdaderas o falsas, aunque todavía no se sepa.
Para tener esto más claro, veamos a continuación algunos ejemplos típicos de proposiciones:
- La escultura es una expresión artística.
- Lynn Chadwick fue un escultor.
- El atletismo comprende una serie de prácticas deportivas.
- Usain Bolt es un atleta.
- Salvador Dalí fue un representante de la pintura surrealista.
- El petróleo es un recurso energético no renovable.
Las proposiciones permiten armar los argumentos. En caso de que la proposición esté fundamentada en otras proposiciones, se dice que se ha realizado una inferencia. Es necesario entender todos estos aspectos para tener clara la correcta concatenar una argumentación.
La importancia de la inferencia y la preposición en los argumentos
La inferencia es una estrategia lingüística que permite vincular a un grupo de proposiciones, sin importar si estas son correctas o no.
Es decir, cuando se determina si una inferencia es correcta o no, se lleva a cabo un estudio de proposiciones y las vinculaciones entre estas, para constituir un argumento.
Ocurre que el tema de las proposiciones, esquemáticamente, sería de esta manera: proposición A más proposición B da lugar a una inferencia, que en sí misma es una nueva proposición.
Por ejemplo, tengamos en cuenta las proposiciones anteriores mencionadas en la sección anterior de este texto. De esta manera, se tiene lo siguiente:
- La escultura es una expresión artística.
- Lynn Chadwick fue un escultor.
A partir de estas proposiciones se infiere: Lynn Chadwick es un artista. Otro ejemplo, partiendo de los ejemplos ya expuestos con anterioridad:
- El atletismo comprende una serie de prácticas deportivas.
- Usain Bolt es un atleta.
Se infiere entonces: Usain Bolt es un deportista. Muchas veces, el tema del argumente se entremezcla con las formas de pensamiento. Específicamente, con lo que se llama silogismo. Y es que para argumentar bien se necesita pensar bien. ¡Esa es la calve de este asunto!
Estructura del argumento
Es posible tener varias proposiciones sin un argumento que las relacione. Y es que es fundamental que exista una estructura en ese grupo de proposiciones que muestre una inferencia. Por ejemplo, tenemos el siguiente caso:
- La escultura es una expresión artística.
- El petróleo es un recurso energético no renovable.
De las citadas proposiciones no se puede inferir nada, debido a que no existe una vinculación: no hay un argumento. Y es que es preciso que las proposiciones del argumento sigan cierta estructura delimitada por dos elementos: premisa y conclusión.
La conclusión de un argumento es la proposición que se afirma sobre la base de otras proposiciones de un argumento. Estas otras proposiciones que otorgan fundamento a la conclusión son las premisas del argumento. A continuación se presentan ejemplos:
- Premisa 1: La pintura surrealista se define por la representación de formas figurativas fundamentadas en imágenes oníricas.
- Premisa 2: Salvador Dalí es uno de los representantes más importantes de la pintura surrealista.
- Conclusión: En consecuencia, la pintura de Salvador Dalí se caracteriza por la representación de formas figurativas fundamentadas en imágenes oníricas.
Como se puede apreciar, todo buen argumento tiene una estructura bien armada. Igualmente, es fácil entonces detectar cuando un argumento está mal elaborado. Por ende, parte de una contra-argumentación consiste en cotejar posibles fallas en el armazón del argumento inicial.
Importancia del argumento
El argumento es esencial porque constituye una forma de saber acerca de qué opiniones son mejores que otras. Como es obvio, existen disímiles puntos de vista. Algunas conclusiones se fundamentan en buenas razones, otras no tanto.
Sin embargo, para saber a ciencia cierta cuáles conclusiones son las más fuertes, se usan argumentos en favor de las distintas conclusiones y después se valoran para ver qué tan fuertes son. He aquí un punto donde cobran un indudable valor las llamadas inferencias.
Dicho lo anterior, un argumento es una manera de indagar. Sopesar la veracidad de los datos obtenidos, hacerse preguntas, contrastar datos, son estrategias que ayudan a la obtención de conclusiones fundamentadas. Es decir, un argumento es una manera de pensar.
Además, argumentar es importante por otra razón. Cuando se llega a una conclusión bien fundamentada en razones, se explica y defiende a partir de argumentos. Ninguna conclusión es validada sin los argumentos que la sopesan.
Un buen argumento no es una simple repetición de las conclusiones. En efecto, deberá ofrecer razones y pruebas, para que otras personas puedan formarse sus propias opiniones por sí mismas.
Por ejemplo, si usted está convencido de que la vida en la tierra está en peligro por el cambio climático, deberá usar argumentos para explicar cómo llegó a esa conclusión.
Así, convencerá a otras personas. No es criticable tener opiniones, el problema es no tener nada más. Un argumento siempre tiene como finalidad convencer.
Algunas reglas generales para argumentar
Si bien no hay reglas fijas para argumentar, sucede que se pueden seguir algunos pasos. Las pautas que se indican a continuación son de bastante utilidad para realizar una argumentación coherente:
Debe diferenciar entre premisas y conclusión: la primera regla radica en las preguntas ¿Qué está tratando de comprobar? ¿Cuál es su conclusión? Como ya se dijo, la conclusión es la afirmación a favor de la cual usted está aportando razones. Y las premisas son las afirmaciones a través de las cuales usted ofrece sus razones.
- Debe exponer sus ideas en un orden lógico: regularmente los argumentos cortos se redactan en uno o dos párrafos. Enuncie primero la conclusión y luego sus propias razones, o exprese primero sus premisas y determine la conclusión final. En este sentido, exponga sus ideas en orden, de tal forma que las mismas se expresen de la manera más natural a sus receptores.
- Debe fundamentar sus argumentos desde premisas fiables: es una de las condiciones básicas, porque aún cuando su argumento, desde la premisa a la conclusión, sea válido, si sus premisas son inconsistentes, su conclusión será también inconsistente. La debilidad de las premisas da lugar a una conclusión débil.
- Debe ser concreto y breve: si se puede decir algo en seis palabras específicas, por qué decirlo en diez, por ejemplo. Debe evitar vocablos abstractos, vagos y generales. La concisión, además, evita que el receptor se extravíe entre muchos términos.
- Debe evitar un lenguaje emotivo: se debe evitar el lenguaje dirigido solo a producir emociones. Un ejercicio que podría ser útil es tratar de comprender sus opiniones aunque piense que están equivocadas. Esencialmente, se deben evitar los adjetivos calificativos y subjetivos.
- Debe usar palabras consistentes: los argumentos obedecen a conexiones claras entre las premisas y la conclusión. En consecuencia, es sumamente importante utilizar un único conjunto de palabras para cada idea.
- Debe usar un único significado para cada palabra: suele ocurrir que el emisor use una sola palabra en más de un sentido. Para evitar la ambigüedad se recomienda definir previamente cada término clave que use y respetar luego el sentido que le ha dado. Además, deberá definir términos especiales y palabras técnicas.
Siguiendo los pasos antes descritos, se logra un argumento bien armado. No obstante, también es de utilidad responder a la siguiente duda: ¿cuáles son los tipos de argumentos que existen? Para cada uno de ellos, hay pasos distintos.
Principales tipos de argumentos de acuerdo a su contenido
Para categorizar los argumentos, se tiene en cuenta su contenido. Es decir, aquello sobre lo que tratan. Y es que de acuerdo al tipo de información que exponen, implican distintas maneras de elaborarse y ser presentados para convenvencer:
- Los argumentos fundamentados en datos: son los argumentos que usan fragmentos de información muy específicas, comúnmente sacadas de investigaciones científicas o datos estadísticos. Son útiles para dar mayor rigor a los argumentos, apoyándolos en datos empíricos.
- Los argumentos fundamentados en experimentos: es el tipo de argumento que se apoya en una experiencia in situ. El emisor somete su argumento a la experiencia comprobatoria al mismo tiempo que la enuncia. Los argumentos basados en experimentos son útiles por su carácter incontrovertible, ya que apelan a los hechos.
- Los argumentos fundamentados en valores: este tipo de argumento es más del área filosófica y moral, porque se dirigen a subrayar valores éticos, sean buenos o malos. Estos argumentos no son útiles para describir la realidad objetiva. Y de ser usados con ese fin se caería en la denominada “falacia lógica”, el argumento ad consecuentiam.
- Los argumentos fundamentados en descripciones: estos argumentos son muy valiosos cuando se pretende describir un fenómeno de manera general. Es una forma de usar varios argumentos para defender un punto de vista o idea.
Por ejemplo, para argumentar a favor de la tesis de que el homo sapiens, hace 100 mil años, manejaba alguna forma de lenguaje oral para comunicarse, se podría hablar de la similitud de la cavidad craneal de aquel sujeto con el homo sapiens actual y de las hendiduras internas de ambos cráneos, correspondientes al área del habla, situadas en el lóbulo izquierdo, etc.
- Los argumentos fundamentados en la autoridad: propio de los expertos en campos muy diversos, esta clase de argumento supone un punto de vista que merece mayor respeto, aunque podría derivar en la “falacia lógica”.
En el mejor de los casos, el argumento de autoridad ha dominado sobre los argumentos carentes de fundamentos científicos. Los fundamentos basados en la autoridad otorgan a los propios seriedad y rigor. Se pueden usar frases o citas de expertos pero que guarden una relación estrecha con el tema tratado.
- Los argumentos fundamentados en definiciones: los argumentos de este tipo se basan en las definiciones. Incluyen definiciones de ideas, nociones, explicaciones de para qué son útiles ciertas cosas, etc. En este caso, se debe cuidar que las definiciones correspondan al estado actual del conocimiento en cuestión.
- Los argumentos fundamentados en ejemplos: los argumentos de esta clase toman hasta un total de tres ejemplos como argumentos de algo que explica la idea o que la refuerza para sustentarla.