Nadie más en este mundo, sino el ser humano tiene la facultad de reír o sonreír, de reírse de los demás y de sí mismo. Los simios muestran su enorme dentadura ante situaciones inesperadas; pero solo se trata de una reacción sin un significado articulado. Es el Homo sapiens el dotado de la risa, como de la capacidad de lenguaje.
La risa es consustancial a la naturaleza humana. Los niños que aún no pueden hablar se muestran regocijados ante las morisquetas de sus padres. La risa tiene su contraparte en el llanto. Es decir, la risa es la antítesis del llanto, como lo es la alegría de la seriedad. Risa y llanto, juegan un papel esencial en la consolidación de la relación entre el infante y la madre, sirviendo de sostén de las demandas del pequeño.
Entretanto, risa y alegría, comparten un mismo territorio. Quizá la denominada cara de póker es la seriedad interesada. Representa popularmente al individuo que no sonríe y tampoco llora a la vista de los demás. Lleva la procesión por dentro. En el teatro griego estuvo representada esa dicotomía, tragedia-comedia, mediante el enmascaramiento; son los dos aspectos de la vida humana: sufrir y divertirse.
Pareciera que la mente humana se niega a sufrir, por eso es capaz de hacer de la tragedia algo risible. Si se piensa bien, es el leitmotiv que alimenta la comedia; muchos comediantes hacen chistes con la tragedia propia y ajena. Decía Sigmund Freud que la mente ríe para ahorrarse el gran consumo de energía que supondría sufrir.
Paradójicamente, tanto la risa como el llanto son expresiones muy serias porque, si no son fingidas, pueden sublimar el dolor por la pérdida, sea esta objetiva o abstracta, afectiva o material. A través de la risa y el humor también se ridiculiza al déspota y se hace catarsis ante la injusticia. Nada más agudo que hacer un chiste y sonreír ante lo que resulta coercitivo. La risa ayuda a conservar la cordura.
La dimensión física y psicológica de la risa
En términos concretos, la risa es una manifestación de carácter mímico y fonético, que deviene en una contracción de los músculos de la cara y exhalaciones discontinuas, provocadas por contracciones espontáneas de la región diafragmática.
Bajo la dimensión psicológica, la risa es una reacción emotiva positiva o placentera, que tiene por fin descargar tensiones (el llanto es lo opuesto, pero sirve también para descargar tensiones). Como emoción placentera, promueve conductas capaces de obtenerla.
En el infante la risa aparece en torno al segundo o tercer mes de vida, cuando comienza a producirse la percepción del rostro de sus progenitores o quien los representa. En este estadio, la risa viene a ser el primer aspecto del yo, que aún no se puede entender como resultado de una emoción concreta.
Con el refuerzo paulatino de la risa, en principio automática, esta se convierte en la manifestación intencional de un estado emocional, con variables en intensidad y calidad. La risa se convierte pues, en el adolescente y adulto, en un instrumento para manifestar respuestas emotivas de distinto tenor y sentido; es un poderoso medio de comunicación para expresar complacencia y satisfacción, pero también desprecio, ironía o sarcasmo.
Importancia del sentido del humor y la risa en la vida
No hay que ser cómico profesional para provocar lo cómico o hacer de lo trágico algo cómico. Dicho de otra manera, todas somos potenciales provocadores de risa. Por su parte, el humor y la risa están íntimamente relacionados y son un instrumento valioso para la psicología positiva, que se encarga de estudiar los estados placenteros y las emociones positivas, valga la redundancia.
Vista como una experiencia placentera, la risa favorece las conductas constructivas, como el aprendizaje, las relaciones interpersonales y el juego. El buen sentido del humor es un inestimable aspecto de la personalidad humana. Los provechos del humor y la risa en el organismo humano, en su psicología y dimensión social son bien conocidos.
Como herramienta terapéutica, el humor positivo tiene efectos provechosos de carácter físico y psíquico. La risa reduce el estrés y la ansiedad, por lo que también mejora la calidad de vida, favoreciendo al mismo tiempo la salud del sujeto.
Entretanto, el buen humor promueve la energía anímica, favorece una mejor convalecencia en caso de enfermedad y es un antidepresivo natural. El sentido del humor redunda en la autopercepción de un mejor estado de salud.
La risa propicia cambios fisiológicos favorables asociados al acto mismo de la emoción, descrito anteriormente. Estos se centran en los sistemas músculo-esquelético (el diafragma se expande), cardiovascular (hay un mayor retorno de oxígeno), endocrino, inmunológico y neuronal.
No cabe duda que aquellos individuos que ríen a carcajadas tienen mayores posibilidades de reducir la tensión muscular, gracias a las constantes inhalaciones y exhalaciones de aire, que intervienen en una mejor oxigenación de los órganos comprometidos: el corazón se ve beneficiado, junto al sistema circulatorio. Paralelamente, aumenta la producción de endorfinas.
La risa y el humor, más allá de la manera en como se produzca, tienen un poder analgésico, inmunológico y bloqueador de los sentimientos poco edificantes, priorizando la felicidad y la esperanza. El humor controla el estrés. Los estudios relacionan el buen humor a una suerte de marco de protección antiestrés, que se dispone con base a la perspectiva de vida que se tiene y el poder de la risa para reducir el estrés.
A tal efecto, el buen humor sirve de “bálsamo” para hacer del estrés algo más tolerable, haciéndolo inocuo para la salud física. Se conoce que el estrés ocasiona una reducción de las defensas del organismo, dejándolo a merced de las influenzas o de enfermedades virales graves. Además, el estrés altera el ritmo cardíaco y desencadena trastornos que pueden resultar en infarto.
En la perspectiva psicosocial, la risa y el sentido del humor pueden ser componentes principales de las personas más competentes y atractivas, socialmente hablando. Es decir, los individuos risueños y con sentido del humor gozan de mejores relaciones sociales.
Estas capacidades redundan a su vez en un mejor manejo del estrés y favorecen la salud y el bienestar. Se podría decir que la actitud positiva marca sus relaciones, más allá de reír por cualquier cosa o ser cómico.
Para finalizar, la data sobre el tema da cuenta de algunas coincidencias entre salud y distintas clases de sentido del humor. Por ejemplo, existe un vínculo entre las experiencias de humor constructivo (el humor que se ríe de las tragedias propias o ajenas o de los absurdos existenciales) y el fortalecimiento de la salud psíquica, manifestada en reducción de la ansiedad, remisión de la depresión, mejora del autoconcepto, etc. No obstante, los estudios no reportan cambios positivos cuando el humorismo es grosero y agresivo.
La risa promueve un mejor estado de ánimo
Quien ríe, quien se pasa la vida haciendo reír y disfruta haciéndolo o quien se deja llevar por la sinergia atrapante de la situación chistosa, se ve beneficiado de una u otra manera. La vida es muy seria para no reír.
Los efectos terapéuticos de la risa están allí: el dolor físico se lleva mejor, el estrés no agobia y, en caso de enfermedad, la percepción cambia y el dramatismo se matiza. Sea positivo, tenga buen humor, no se meta donde no lo llaman y dele valor a la vida, que es una sola.