noviembre 6, 2024
autopercepción

Autopercepción

Como el término lo indica, es la capacidad que tiene el ser humano de observarse a sí mismo. De la autopercepción se deriva el autoconcepto o la percepción que cada sujeto tiene de sí mismo. 

Se debe subrayar la diversidad terminológica (autoimagen, autopercepción, yo, self, ego, autoconciencia, autoconocimiento, autoaceptación, noción de sí, autoevaluación, autovaloración, autovalía, autosentimiento, entre otros términos) que existe alrededor y respecto a los términos autopercepción y autoconcepto. No obstante, en psicología, los vocablos que se usan más para hablar de “la percepción de sí mismo”, son autoconcepto y autoestima. 

Consideraciones sobre el concepto de autopercepción

En este sentido, los términos que podrían ser intercambiables con “autoconcepto” son self, autovaloración, autoidentidad, autoimagen, autoconocimiento, autoconciencia y, por supuesto, autopercepción. Y los términos más comúnmente intercambiados con “autoestima” son autoconsideración, autogeneración, autoaceptación, autorrespeto, autovalía, autosentimiento y autoevaluación. 

Desde los inicios de la psicología, la autopercepción ha sido de interés, pero cobra especial significado desde los años 70, cuando se estudian sus diversas dimensiones y jerarquías y su relación con otras variables psicológicas, que se producen entre los individuos en edad escolar

Así, la autopercepción es fundamental como una variable de la personalidad y es una de los factores que más interviene en el rendimiento de los estudiantes. Pero, no solo de este sector de la población, sino del resto de los individuos. El autoconcepto es una variable de la personalidad que puede interferir positivamente en los procesos de adaptación social y bienestar psicológico. 

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Qué implica la autopercepción

Involucra el conocimiento que se tiene de sí mismo en muchos aspectos: corpóreo-sexual, social e intelectual

Pero esencialmente, la autopercepción pasa primero por el reconocimiento del yo interior singular, más allá del yo-físico y del yo-social. 

Una pregunta clave es ¿quién soy?, Roid y Fitts han definido los términos “autoconcepto ético-moral, autopercepción de sí mismo personal o autoconcepto emocional.” (Cf. Roid, G., y Fitts, W. (1991). Tennessee Self-Concept Scale: Revised manual. Los Angeles: Western Psychological Services). 

Más adelante se volverá sobre este tema. Sin embargo, la psicología ha examinado preferentemente la autopercepción moral y la emocional.

La importancia de la autopercepción

Su importancia radica en su esencial contribución a la estructuración de la personalidad. Y es que involucra la aptitud social y determina preguntas claves. ¿Cómo se siente? ¿Cómo piensa? ¿Cómo asimila? ¿Cómo se estima? ¿Cómo se relaciona con sus semejantes? Todo ello, lleva a ¿cómo se comporta?

A lo largo de la vida, la autopercepción va a pasar de una etapa indiferenciada a una progresiva particularización o, con el paso del tiempo, se produce la diferenciación de sus variadas dimensiones estructurales y funcionales. 

Ya que esta se va moldeando con el paso de la vida, el peso que se le otorga a cada aspecto depende de la edad. 

Es lógico establecer que las apreciaciones de sí mismo varían en el sujeto adolescente en la medida en que sale de esta etapa, tornándose más complejas. En general, las autopercepciones se centrarán aún más en aspectos de la personalidad, las ideas, actitudes y valores. 

De acuerdo a Vera y Zebadúa, lo que usted perciba de sí mismo constituye un factor primordial para llevar una vida saludable y lograr la realización personal. (Cf. Vera, M.ª y Zebadúa, I. (2002). Contrato pedagógico y autoestima. Ciudad de México D.F.: Colaboradores Libres).

Estrategias para optimizar la autopercepción

En el complejo entramado de la subjetividad y su relación con el entorno, se conforma una comunidad de individuos con las más variopintas dificultades de orden personal. 

Adolescentes y adultos con complejos de inferioridad por privaciones económicas, por minusvalías corporales, frustraciones por metas no cumplidas, autonegación por vergüenza, conductas evasivas fundadas en apariencias, etc., son comunes en el esqueleto social.

El principal motivo de esa discontinuidad entre lo se quiere ser y lo que se es, es la preponderancia dada a los factores externos, dejando a un lado el autoconocimiento y la autorrealización, que conduzca a un equilibrio emocional e intelectual. Se vive la vida de otro, se podría afirmar. Por ello, es fundamental, en cualquier etapa de la vida, en especial en los años de la adolescencia y posteriores, el desarrollo de la capacidad de autopercepción.  

Es obvio que si la persona tiene una débil capacidad autoperceptiva tendrá también una débil autoimagen y autoestima y, en consecuencia, su estado emocional se verá afectado.

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La importancia de la autopercepción

El autoconocimiento es fundamental para fortalecer los estados de conciencia positivos. La desconexión de las necesidades reales conduciría a la ansiedad y la depresión o, en el mejor de los casos, a la insatisfacción personal. 

A través de la capacidad de autopercepción y autoconcepto, el ser humano dilucida subjetivamente rasgos particulares que intervienen en el trato con los demás y toma conciencia de cómo puede insertarse en la sociedad. Un autoconcepto equívoco y rígido, contrario a la realidad, conduce a relaciones interpersonales y sociales conflictivas.    

La autopercepción facilita la conciencia de quién es usted. En situaciones particulares, debería demostrar una mayor eficacia para poder percibir todas sus variables y superar la tendencia humana a enarbolar los mecanismos de defensa internos, como la represión, el desplazamiento, la proyección, la introyección, entre otras, que niegan aquello que genera un rechazo interno, ya que contrasta con una autopercepción idealizada o falsa.

Es fundamental entonces desarrollar una autopercepción fundada en la realidad. Eso se logra con un escrutinio o autoanálisis de los hechos reales y cotidianos de la vida, haciendo uso de la meditación y relajación. Hallarse a sí mismo conlleva también la flexibilización de toda autodefinición y aceptación sin condicionamientos de sí mismo, con el objetivo de explorar su propio y verdadero estado de necesidades y autorrealización.

Teorías fundamentales sobre la autopercepción

Como ya se señaló, los estudios en psicología han venido atendiendo particularmente dos aspectos de las autopercepciones personales: el autoconcepto moral y emocional. 

Sin embargo, las teorías psicológicas llevan décadas indagando en los procesos mentales individuales, lo que permite esbozar, al menos, cuatro sectores. 

  1. El “autoconcepto afectivo emocional
  2. El llamado “autoconcepto ético-moral
  3. El “autoconcepto de la autonomía
  4. El “autoconcepto de la autorrealización

 El “autoconcepto afectivo emocional” es precisamente la visión que una persona tiene sobre sí misma respecto a su situación y medida de sus emociones. La segunda dimensión, el “autoconcepto ético/moral”, considera el grado de honradez que un sujeto tiene de sí mismo. 

El “autoconcepto de la autonomía” toma en cuenta la percepción de independencia que tiene cada quien respecto a lo que quiere y piensa en realidad. Y el “autoconcepto de la autorrealización” define la imagen que cada quien tiene de sí mismo en función de los objetivos propuestos y metas obtenidas en la vida.

Los saberes en psicología indican que en el caso de la percepción de autonomía (en el orden personal, ideológico, emocional o conductual) se produce un incremento de esa dimensión de la autopercepción en la edad adolescente, aunque no se conocen las diferencias entre sexos. Este aspecto coliga con la madurez psico-social, ya que el adolescente se ve impelido a desenvolverse de manera competente y autosuficiente, ante los nuevos retos sociales y académicos.

Respecto a la autorrealización personal, es posible destacar la importancia que tienen los éxitos académicos y profesionales en la estructuración de un autoconcepto positivo. 

Sin duda, la autoaprobación, la conciencia de autorrealización influye en el autoconcepto, que involucra el reconocimiento de los intereses y talentos propios, de la capacidad productiva y creativa (las aptitudes artísticas), de las habilidades motoras especiales (en el caso de los deportistas). Es posible apreciar que la tendencia a la autorrealización ya se puede verificar desde la adolescencia.

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