El término de ataque de pánico ha comenzado a utilizarse muy ampliamente para referirse a un tipo de reacción asociado con la ansiedad. Lamentablemente en la actualidad se ha hecho muy común que este tipo de padecimiento se presente en más casos. Múltiples factores contribuyen a que eventualmente algunas personas padezcan esta condición, principalmente debido al estrés.
Su principal característica o síntomas son los episodios súbitos e intensos de temor. Múltiples síntomas físicos comienzan a experimentarse de manera consecutiva como la sudoración, los temblores, aceleración del ritmo cardíaco y problemas para respirar normalmente. Quienes los sufren sienten que prácticamente pueden morir, estas situaciones son incontrolables.
Los pacientes son buscados por el pánico el cual funciona como un sistema de alarma, el cuerpo está separado físicamente para enfrentar cualquier tipo de emergencia sorpresiva. Sin embargo, se trata de una reacción y que se suscita sin que exista una amenaza real. Eventualmente los síntomas van disminuyendo aunque estos episodios pueden ser frecuentes afectando la vida del paciente.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico se define como un episodio repentino caracterizado por la sensación de miedo intenso. A su vez genera múltiples reacciones físicas que son incontrolables y que en algunos casos pueden ser de considerable gravedad. Generalmente los pacientes que lo experimentan están reaccionando a un peligro que no es real. Es decir, que no puede la actriz ubicarse porque no hay una causa aparente.
Los pacientes suelen describir esta situación como una “pérdida de control total”, tanto en sus acciones como también en sus decisiones. Inclusive, pueden experimentar pensamientos inclusivos que los pueden hacer creer que no son capaces de enfrentar sus temores; en el caso más grave podrían pensar que van a morir.
En cuanto a sus manifestaciones físicas es resaltante como el ritmo cardíaco se acelera junto a la respiración. Algunos pacientes pueden experimentar estos ataques en situaciones inesperadas. No es un problema que desaparezca normalmente, aunque puede dejar de experimentarse por un tiempo; cuando la situación estresante logre resolverse.
No es una condición que ponga en riesgo la vida del paciente, aunque sí puede provocar mucho temor y afectar su autonomía a largo plazo. De esta manera es muy probable que afecte la vida social y personal de manera irremediable, es por ello que es importante encontrar el tratamiento más adecuado para tratar estos casos.
¿Cuáles son sus síntomas?
Como suele ocurrir en la mayoría de los trastornos de este tipo, los síntomas muestran similitudes, pero también diferencias marcadas en cada paciente. Esto significa que hay una amplia diversidad de síntomas, los cuales muestran también un patrón en común. Por ejemplo, es notable como estos episodios comienzan de forma súbita y sin advertencia alguna.
Pueden presentarse en cualquier momento y cambian drásticamente la conducta de la persona afectada. Es probable que inicialmente estos ataques sean ocasionales, pero eventualmente van a aumentar su frecuencia. Los síntomas muestran muchas variantes al igual que la duración de los mismos por varios minutos. Lo más usual es que una vez que finaliza el ataque desaparece inesperadamente, dejando que el paciente se sienta exhausto y fatigado.
A continuación se describen cuáles son los signos o síntomas más comunes en un ataque de pánico común. Son los siguientes:
- Sensación incontrolable y permanente de peligro. El paciente siente que debe estar preparado ante una posible fatalidad inminente.
- El temor a perder el control se acompaña con pensamientos negativos que pueden asociarse a la muerte.
- Dos de las manifestaciones físicas más comunes son la taquicardia y las palpitaciones. Esto ocasiona que haya cambios en la tensión arterial y también en el ritmo de la respiración limitándose.
- Aumenta la sudoración corporal, se acompaña de temblores y de sacudidas fácilmente perceptibles en las extremidades.
- Los sofocos ocasionan cambios en la temperatura corporal. Asimismo es probable que el paciente sienta una opresión en su pecho, ocasionándole falta de aliento y dolor en la garganta.
- Los escalofríos se acompañan de otras manifestaciones tales como las náuseas y los dolores de cabeza.
- Los calambres pueden afectar el área abdominal o incluso las extremidades.
- Los mareos pueden ocasionar desmayos o sensación de desvanecimiento. Asimismo, en otros casos los pacientes experimentan sensación de hormigueo o de entumecimiento.
- En los casos más graves se observa que se experimenta una desconexión de la realidad o despersonalización de breve duración.
¿Cuáles son sus causas?
Existen diversas hipótesis que tratan de explicar el origen de los ataques de pánico, todos ellos poseen el mismo nivel de credibilidad porque pueden aplicarse a ciertos casos. En algunos pacientes puede tratarse de un problema genético, esto significa que hay un factor hereditario que los ha hecho propensos a desarrollar esta condición.
También hay que considerar que algunas personas son más sensibles a reaccionar negativamente ante el estrés. Considerando que el ritmo de vida actual genera un alto nivel de estrés algunas personas son más proclives a desarrollar emociones negativas. Las mismas son el punto de origen para que se experimente en ataques de pánico ante situaciones estresantes.
En algunos casos se observa que los pacientes presentan problemas particulares en ciertas zonas del órgano cerebral. Esto significa que el correcto funcionamiento de este órgano se ha visto afectado por diversos problemas de índole fisiológica. En consecuencia, cuando no se atacará el problema de manera oportuna los ataques podrían aumentar su intensidad y duración.
Algunas investigaciones sugieren que en algunos pacientes traumas del pasado son los responsables de que de manera natural se susciten los ataques de pánico.
Considerando que naturalmente el ser humano está capacitado para reaccionar ante el peligro luchando o huyendo, es muy probable que los ataques de pánico sean un recurso poco efectivo para tratar de enfrentar estas situaciones. El cuerpo reacciona de forma instintiva realizando cambios en la frecuencia cardíaca y en la respiración, sin embargo esto puede ser negativo cuando no hay control.
Porcentualmente se observa que la mayoría de estos casos se identifica en adolescentes y también en adultos jóvenes. También en su mayoría se trata de mujeres de edad media, en los hombres se trata de una condición poco común. Algunos factores de riesgo deben ser considerados como los antecedentes familiares, el nivel de estrés diario en la vida personal, la experimentación de sucesos traumáticos e incluso o antecedentes relacionados con el abuso y maltrato.
¿Cómo acabar con los ataques de pánico?
Generalmente la psicoterapia o la terapia cognitiva conductual proporcionan buenos resultados a corto plazo cuyos efectos perduran a largo plazo. Se suele recurrir a esta alternativa como primera opción debido a que suele adaptarse perfectamente a la mayoría de los casos. Los pacientes eventualmente comprenden cuáles son los elementos que estimulan los ataques de pánico y otros trastornos asociados. Asimismo, aprenden distintas técnicas y a utilizar diversos recursos que les ayudan a mantener el control.
Mantener un estilo de vida saludable que contemple una alimentación sana y la actividad física es muy importante. También la puesta en práctica de actividades sociales regulares puede contribuir a que el estado mental del paciente se encuentre estable. La combinación de todos estos elementos ayudará a que los síntomas de los ataques de pánico disminuyan con el paso del tiempo.
En cuanto a la utilización de los medicamentos es probable que sea el mejor recurso para disminuir los síntomas en determinados casos. Es especialmente útil cuando el paciente también experimenta síntomas asociados a la depresión. Son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y las benzodiacepinas principalmente.
Ciertos cambios en el estilo de vida pueden mejorar notablemente el control sobre los síntomas. En algunos pacientes resulta útil dejar de consumir alcohol, tabaco y cafeína; ello es debido a que son sensibles a sus efectos. También poner en práctica técnicas de relajación ayudarán a controlar el estrés, ejemplos de este tipo es la respiración profunda y la relajación muscular. Es importante no olvidar el descanso garantizando dormir lo suficiente.