Los ataques de pánico son un tipo de manifestación psicofisiológica, que se caracterizan por ser muy intensas e impredecibles. Estadísticamente se ha demostrado que la mayoría de las personas en algún momento han experimentado estos ataques. Sin embargo, 1 de cada 5 personas eventualmente desarrollará un trastorno a partir de la experimentación de ataques de pánico de forma consecutiva.
Lo más destacable de estos episodios son sus síntomas los cuales pueden ser muy abrumadores para los propios pacientes. Principalmente se identifican a partir de los cambios físicos y las reacciones inesperadas, las mismas tienen una conexión directa con el estado emocional y el temor que se siente en el momento. Tal como su nombre lo indica, estos ataques surgen a partir de la interacción directa con un temor en específico.
Cuando se convierte en un problema cotidiano los pacientes deberán enfrentar síntomas tales como la dificultad para respirar y el aumento del ritmo cardíaco. La imposibilidad de controlar estos síntomas es lo que convierte a esta condición como una de las más limitantes dentro del campo de la psicología. Es por ello que es necesario encontrar las técnicas y los recursos más adecuados que permitan controlar y frenar los ataques del pánico.
Consejos y recomendaciones
Generalmente los ataques de pánico se manifiestan de una manera distintiva, por lo cual algunos síntomas pueden considerarse que son más comunes. Considerando que cada persona experimenta el temor de una forma muy particular, es por ello que los ataques pueden darse de múltiples maneras. Los pacientes reaccionan y condicionan su comportamiento de acuerdo al tipo de temor o estilo que genera dicho ataque.
Lo más común es que estos ataques inicien cuando el paciente interactúa directamente con una situación, algo o alguien; a lo cual en lo particular se le tiene un temor intenso. Lo que sigue a continuación es un conjunto de síntomas que se manifiestan en la forma de proceder, la cual cambia drásticamente. Estas conductas no pueden ser controladas, ocasionando que los pacientes se sientan indefensos e incapaces de mantener la compostura.
A continuación se describen algunos consejos y recomendaciones que habitualmente proporcionan buenos resultados. Es importante acotar que para algunos pacientes pueden ser de más ayuda en comparación con otros. Es por ello que se debe seleccionar y poner en práctica y aquellos que sean los más y adecuados para cada caso. Son los siguientes:
- La técnica de la respiración profunda ayuda a controlar la hiperventilación. Este es un síntoma muy común en los ataques de pánico, en consecuencia suelen ayudar a que aumente la sensación de ansiedad. Al poner en práctica esta técnica se reduce la dificultad para respirar correctamente controlando este mecanismo. Básicamente se trata de inhalar y exhalar por la boca de manera lenta y rítmica.
- Para algunos pacientes puede resultar difícil reconocer que están experimentando un ataque de pánico. Es muy útil reconocer este hecho para poder identificar cuáles son los pasos o decisiones más adecuados para controlar y frenar los síntomas. Lamentablemente el miedo paraliza a las personas de forma inminente ocasionando que el descontrol aumente.
- Desconectarse de los sentidos puede ser de vital ayuda. Algunos factores desencadenantes de estos ataques provienen de la visualización, contacto o audición de ciertos estímulos; los mismos se asocian a temores específicos. Esto es de especial ayuda cuando el paciente se encuentra en un entorno sobre estimulado a lo cual reacciona negativamente. Bloquear estos estímulos adicionales ayudará a que haya mayor concentración.
- Ciertas técnicas de relajación muscular permiten que se logre más fácilmente la respiración profunda. Para algunas personas los ataques de pánico significan que pierden el control sobre sus propios cuerpos. La rigidez extrema de las extremidades es un claro ejemplo de cómo el cuerpo reacciona automáticamente al miedo. La relajación de la musculatura se pone en práctica mediante ejercicios como mover los dedos de las manos.
- El poder de la mente es tan fuerte que simplemente imaginarnos en un lugar feliz podrá contrarrestar los efectos del miedo. Relajarnos al concentrarnos en lugares, situaciones o personas; son aspectos mentales que contribuyen a que el estado mental se mantenga equilibrado. A mayor cantidad de detalles que se incluyan en estos escenarios imaginarios será más efectiva esta técnica.
¿Qué hábitos influyen para que los ataques de pánico cesen?
Algunos hábitos que forman parte de la cotidianidad de los pacientes pueden influir de una forma positiva o negativa en los ataques del pánico. Esto significa que es muy probable que realizar ciertas actividades puede ser contraproducente, sin embargo se debe de tomar en cuenta múltiples factores ajenos.
Por ejemplo, el estrés es un factor común en la actualidad para la mayoría de las personas; lamentablemente ocasiona múltiples consecuencias negativas sobre la salud física y mental. Es por ello que tratar de experimentar una menor cantidad de estrés puede resultar de mucha ayuda. Asimismo, hay que evitar ser parte de situaciones, entornos y relaciones que nos generan ansiedad.
Por otra parte, se ha comprobado que practicar ejercicio garantiza una mejor salud física y en consecuencia una mayor estabilidad mental. Esto se observa en la producción de endorfinas necesarias para el bombeo de la sangre por todo el cuerpo. Una mayor cantidad de esta sustancia en el sistema mejora notablemente el estado de ánimo contrarrestando los efectos del estrés. Simplemente con caminar diariamente estamos ayudando a que el organismo mantenga una producción constante.
También a diario es muy recomendable integrar la práctica del Mindfulness. La práctica de la conciencia plena ayuda a que las personas se conecten con la realidad de una forma más efectiva y sana. En ocasiones durante los ataques de pánico ocurre una separación o desapego del entorno, en consecuencia son más graves los síntomas.
Se suele recomendar a los pacientes que eviten el consumo de los estimulantes a los cuales son más sensibles. Algunos de ellos contribuyen a que incremente los niveles de adrenalina, los cuales se asocian a los ataques de pánico. Diversos estudios han demostrado que personas diagnosticadas con esta condición pueden tener una reacción negativa a los efectos de la cafeína, alcohol o los medicamentos.
Los tratamientos más comunes
Se ha observado que durante las etapas iniciales de esta condición se pueden aplicar tratamientos que proporcionan resultados positivos a corto plazo. Este es el caso de la terapia cognitivo conductual, la misma suele utilizarse como primera opción porque es altamente eficaz. Durante su puesta en práctica el propio paciente aprenderá a utilizar técnicas y recursos que incluso ayudarán a prevenir estos ataques.
Principalmente la psicoterapia tiene por finalidad identificar los estímulos que dan inicio con los ataques, para posteriormente seleccionar las técnicas más propicias para sobrellevar cada episodio y sus síntomas. Asimismo, las personas afectadas sentirán menos vergüenza y más apoyo al comunicar sus síntomas. Cuando comparten sus historias se obtiene un efecto de bienestar y de mayor tranquilidad.
Para algunas personas puede resultar útil utilizar medicamentos como las benzodiacepinas, sin embargo deben utilizarse con precaución y bajo estricta vigilancia médica. Sus efectos ayudan a contrarrestar los ataques de pánico durante un determinado periodo de tiempo. Uno de los más utilizados es el alprazolam (Xanax), el mismo puede ser muy adictivo por lo que se debe administrar con moderación. Sin embargo, los medicamentos de este tipo suelen resaltarse cuando hay un diagnóstico oficial de un trastorno de pánico.
Finalmente, es importante aclarar que los ataques de pánico no ponen en riesgo la vida de los pacientes, pero si ocasionan un declive en la calidad de vida. Se convierten en una limitante, que puede repercutir negativamente en distintos ámbitos de la vida familiar, social o profesional.
Debido a su imprevisibilidad es por ello que siempre se debe de tratar de estar preparado y poner en práctica técnicas que pueden ayudar a prevenirlas. Se ha demostrado que al combinarse con buenos hábitos pueden dejar de experimentarse por un tiempo o con menor constancia.