Es simple y llanamente una emoción básica, sinónimo de repugnancia, que se produce por la posible o evidente exposición ante algo repelente, dañino y contaminante. El asco es una emoción fundamental que protege a los seres humanos de la contaminación y la enfermedad.
Este sentimiento conlleva elementos cognitivos, fisiológicos y conductuales, elaborados a lo largo de la vida y que cumple una función adaptativa, como el miedo. Por ejemplo, las personas distinguen un alimento podrido por su mal olor y de inmediato aparece una emoción de rechazo a comerlo.
Implica la connotación de rechazo
El rechazo a los malos olores de los alimentos está asociado a procesos adaptativos de sobrevivencia. El ser humano, en condiciones normales, no ingiere alimentos podridos porque pone en riesgo su salud.
El asco es, en sí, es una emoción visceral de advertencia. En general, los elementos asquerosos pueden ser animales (o sus componentes) o desechos de sus cuerpos, como las heces u orina, aunque existe un amplio catálogo de cosas que producen asco.
“Disgust” (asco) en inglés significa mal gusto o sabor, término que lleva justamente la carga significativa de lo originario (evolución adaptativa), con la oposición a consumir alimentos y la exposición oral de posibles sustancias peligrosas y la prevención de enfermedades.
Aunque no necesariamente la reacción de rechazo se fundamenta en el sabor, sino más bien en lo que se sabe sobre las condiciones y origen de un alimento potencial. Por ejemplo, los medicamentos y brebajes naturales pueden tener un mal sabor; sin embargo, son consumidos sin temor a que produzcan efectos dañinos.
También es una conducta protectora
Tal sensación posibilita conductas protectoras. Junto al miedo, el asco puede deberse a reacciones emocionales de origen filogenético.
Asco y miedo parecen manifestarse al unísono en ciertas circunstancias. El miedo a contaminarse con un virus genera diversos tipos de conductas, como llevar mascarillas y guantes para no tener contacto directo con las personas y sus secreciones asquerosas, portadoras del virus y de la enfermedad en sí.
También podría estar asociado a conductas sexuales inapropiadas. Por ejemplo, el asco y la repugnancia hacia el incesto.
Características y elementos del asco
Como emoción básica, posee elementos diferenciadores, entre los que se cuentan:
- Fenomenológico: este elemento es fundamental porque es la activación en sí misma del asco. Es la percepción personal inmediata, como fenómeno sensible, de la emoción como tal.
A partir de la percepción de la emoción de repugnancia se produce una respuesta somática (náusea, por ejemplo), una respuesta conductual (la expresión de la cara y la reacción corporal negativa de rechazo) y a nivel cognitivo (la persona se manifiesta preocupado por los síntomas).
- Fisiológico o somático: las respuestas somáticas como el vómito y las náuseas ante objetos y situaciones manifiestamente asquerosas, han sido vinculadas con el sistema nervioso parasimpático.
En las situaciones de asco se ha comprobado que aumenta la salivación y la motilidad gastrointestinal, ambas reacciones son causantes de las náuseas y el vómito. Además, se ha diferenciado una reacción del cuerpo humano en la reducción de la tensión, la presión sanguínea, el flujo respiratorio y la temperatura corporal.
- Conductual: respecto al componente conductual, se ha determinado que existe un común denominador entre los individuos. La expresión de la cara es característica, la reacción de escape o tendencia a evitarlo, lo que subraya el aspecto básico del asco como rechazo del estímulo.
Ambos mecanismos, expresión del rostro y paso atrás, determinan un valor funcional de adaptación de las reacciones de asco. El sujeto se protege del contacto no deseado o asegura la distancia imprescindible de sustancias dañinas o putrefactas, que podrían ingresar por las vías del gusto o del olfato.
Y en caso de que haya algún contacto por vía oral, de inmediato se produce la reacción fisiológica de la náusea y el vómito. Los estudios indican que, sin importar el origen, la nacionalidad o la cultura, la expresión facial de repugnancia es única. En consecuencia, debería asumirse su origen filogenético adaptativo.
- Cognitivo: acá el elemento cognitivo juega un papel importante, pues las personas pueden retener en la memoria episodios de creencias sobre objetos, cosas, situaciones, que le producían asco, aun cuando ya no haya un motivo cierto para ello. Estas creencias han sido puestas en dos leyes: la ley del contagio y la ley de similitud.
La primera, resume la idea fija de que todo cuerpo que haya sido tocado por otro contaminado, permanecerá contaminado, aunque haya sido esterilizado. La segunda, indica la inefable emoción de asco que produciría un objeto por su semejanza formal a otro de naturaleza distinta. Es lo que llaman el “contagio mágico”. El asco, por ejemplo, que sentiría una persona hacia un pastel porque se asemeja al excremento de un animal.
Los estudios sobre las sensaciones de asco
Ahora bien, los estudios sobre estas sensaciones han demostrado una respuesta más o menos general ante los principales estímulos de asco. No obstante, no se podría hacer una tabla rasa con todas las respuestas automáticas.
Filogenéticamente existen respuestas universales, pero no se debe obviar la diversidad de respuestas en este campo, entre y dentro de las culturas. Sobre lo que es asqueroso o no, y las conductas de los sujetos a los estímulos externos.
En el campo de los olores corporales humanos y el asco la carga cultural es evidente. Los comportamientos sociales, las valoraciones sociales, las costumbres y los hábitos, han condicionado las percepciones de lo que aún siendo asqueroso es aceptado y asimilado socialmente.
Más consideraciones sobre el asco
Comprendiendo que esta emoción no parece ser un territorio de un solo color, se debe advertir tres dimensiones distintas vinculadas, a saber:
- El “core disgust” o el asco básico
- El “animal-reminder disgust” o el asco de recuerdo animal
- El asco socio-moral.
El asco socio-moral aparece en situaciones donde se vulneran las normas morales o sociales. Se observa más específicamente en la transgresión de la dignidad personal. Manifestaciones de este tipo abundan en estos tiempos, como el asociado al racismo, la hipocresía, la deslealtad, el incesto, el abuso sexual, la homofobia, entre otras.
Contrario a las otras expresiones, el asco socio-moral depende de las normas culturales y comúnmente está relacionado con emociones de ira más que a sentimientos de miedo o ansiedad.
Modos en que se manifiesta el asco
En general, los individuos lo manifiestan de diferentes maneras y estas diferencias pueden comprenderse desde dos dimensiones: las establecidas contextualmente y las dimensiones más generales, que no están correlacionadas a estímulos u objetos particulares.
La sensibilidad al asco de una persona está relacionada con síntomas y problemas de ansiedad, específicamente con miedos y fobias a un grupo de animales (cucarachas, arañas, etc.), y a incitaciones vinculadas con la sangre y el maltrato, así como con los conflictos de carácter obsesivo-compulsivo. Es entendido en este caso como un factor de vulnerabilidad y forma parte del origen y conservación de los trastornos ya señalados.
El asco como algo patológico
Si bien esta sensación es necesaria como vehículo de preservación de la integridad y salud humana, el asco patológico ha constituido un tema de estudio particular de parte de la psicología y la psiquiatría.
El asco patológico no puede ser entendido como una simple reacción irracional. Existen diversos contextos en los que los sujetos sanos pasan por sensaciones de contagio, contaminación y asco sin que exista una causa razonable.
Es así como resulta insuficiente justificar el asco patológico como reacciones irracionales. Por ello, los especialistas han identificado tres criterios:
- La evaluación de la percepción de contaminación debe ser exagerada
- La contestación de asco deberá manifestarse con reacciones físicas evidentes o conductas reactivas excesivas
- El sujeto no se detiene en sus reacciones excesivas a pesar de tener conciencia de que realmente no hay probabilidades de ser contaminado física, psicológica o moralmente. Se muestra inamovible en sus creencias.
Las investigaciones más recientes sobre la sensibilidad al asco, indican que puede relacionarse con otros trastornos psicológicos, como la bulimia, la hipocondría (sugestión a padecer de enfermedades), la fobia social, la agorafobia (temor obsesivo a los espacios abiertos), entre otras.
Conclusión
Al definirse el asco como una emoción básica es porque cumple una serie de requisitos, comunes a otras emociones, como el placer, la alegría, la tristeza, la ira, la sorpresa y el miedo.
Tales emociones deben tener un fundamento neural propio, una reacción tipológica específica en el ámbito de la expresión del rostro, implicar sentimientos determinados y característicos, provenir de huellas evolutivas y poseer cualidades de carácter y función adaptativa.
En fin, las discusiones sobre el tema más recientes tratan sobre las emociones básicas y su universalidad, obviamente discutible, como se ha visto. A todas luces, existen concomitancias características en las reacciones afectivas diferenciadas, generalizadas, y que tienden a evidenciar una serie de rasgos frecuentes en los individuos.
Junto al asco, aparecen la alegría, la tristeza, la ira, el miedo, etc. Como quedó evidenciado, este se caracteriza por un cúmulo de reacciones fisiológicas o motoras particulares, así como también por un comportamiento que puede tener una función adaptativa.