Uno de los problemas psicológicos y sociales más importantes de la sociedad actual es el alcoholismo. Ello se debe a que gran parte de la población mundial esta adicción al consumo excesivo de grandes cantidades de bebidas alcohólicas. Se trata de una dependencia difícil de manejar por los propios pacientes, además tiene múltiples repercusiones negativas tanto en la vida personal como también de las personas que les rodean.
Lamentablemente el alcoholismo ocasiona también importantes efectos sobre la salud. Es notorio como hay un descenso en las capacidades mentales, en consecuencia la persona deja de tener una autonomía similar a la que poseía antes del inicio de esta adicción. Para profundizar en relación con este tema a continuación describimos sus características, causas y consecuencias.
¿Qué es el alcoholismo?
El alcoholismo es un grupo de trastornos físicos y psíquicos ocasionados por la ingesta excesiva y constante de bebidas alcohólicas. Se define también como una enfermedad debida al consumo excesivo de alcohol etílico (de aquí que también se denomina etilismo), ya sea mediante bebidas alcohólicas o como integrante de otros compuestos.
El consumo prolongado de alcohol genera dependencia, por ello se considera un tipo de toxicomanía, como la producida por los estupefacientes y psicofármacos.
Se destacan dos tipos esencialmente, el crónico y el agudo. El crónico es una condición patológica por un excesivo consumo de alcohol a lo largo de muchos años; y el agudo corresponde a la ingesta excesiva de alcohol de forma ocasional hasta llegar a la intoxicación, la alteración del comportamiento y la pérdida de conciencia.
Existe el acuerdo en el ámbito de estudios clínicos que el concepto o la definición de alcohólico dependen del grado de habituación y la seriedad de las repercusiones orgánicas causadas por el alcohol.
En cualquier caso, no hay un lindero exacto entre la ingesta excesiva y moderada de bebidas alcohólicas. Los casos deben estudiarse uno a uno. Dependiendo de cada organismo, es un hecho que el consumo moderado de alcohol no ocasiona problemas fisiológicos graves. En cambio, la ingesta prolongada y en grandes cantidades de alcohol produce consecuencias orgánicas irreversibles.
¿Cuáles son sus causas?
El alcoholismo tiene una etiología muy diversa que abarca varios ámbitos de conocimiento. Está vinculada con la biología, pasando por la antropología, hasta la genética; y de la sociología al psicoanálisis y demás doctrinas psicológicas. En tal sentido, las causas más relevantes son las siguientes:
- La búsqueda del placer. La naturaleza humana siempre ha buscado traspasar la rutina a veces agobiante de la vida. Por ello, la producción de bebidas y sustancias embriagantes para alegrarse y relajarse está en la raíz cultural y antropológica de los individuos.
Bajo la perspectiva psicoanalítica, los sujetos buscan la liberación de su lado dionisiaco, que conlleva la emancipación del instinto, la euforia, el desenfreno animal y el quiebre de las contenciones impuestas.
- El factor sociocultural. El alcoholismo es un problema de salud pública que está distribuido de acuerdo a grupos sociales, género, profesiones, creencias, idiosincrasia de los pueblos, etc. De hecho, existen niveles de alcoholismo más o menos sistematizados de acuerdo a, por ejemplo, grupos profesionales.
El entorno ejerce una influencia determinante en el consumo de bebidas alcohólicas como signo de reafirmación varonil, medio de aceptación y reconocimiento social.
- El factor orgánico. Desde la perspectiva orgánica y fisiológica los seres humanos toleran las sustancias embriagantes en proporciones distintas. Existen variaciones en la ecuación tolerancia-costumbre-dependencia sobre la que descansa el origen del comportamiento de la persona alcohólica.
Así, la capacidad de tolerancia se desprende de la vinculación entre el nivel de alcohol en el organismo y el rango de intoxicación. Desde luego, la tolerancia depende del sexo, la edad, la propensión genética, las costumbres alimenticias, la salud orgánica y mental.
La persona alcohólica llega a esta condición en la búsqueda de algún tipo de satisfacción y porque al comienzo manifiesta tolerancia a la embriaguez, según el grado etílico de la bebida. Luego, el organismo se habitúa y el alcohol se convierte en una droga indispensable para compensar el metabolismo afectado.
De todas formas, aunque el sujeto tenga un buen nivel de tolerancia al alcohol, alcanzará la dependencia en un tiempo más o menos perentorio. El alcohol ejerce sobre el cerebro un efecto similar a las drogas como la cocaína. El alcohol toma el control del individuo, quien siente sed, experimenta sequedad de boca y temblores en estado de sobriedad. Tras el primer trago, la persona es incapaz de poner un alto, hasta llegar a la embriaguez total.
- El factor psicológico. Corresponde al psicoterapeuta diagnosticar los trastornos emocionales y conductuales que pueden detonar la ingesta desmedida de bebidas alcohólicas.
El consumo de alcohol está asociado con los conflictos emocionales, las crisis en las relaciones amorosas e interpersonales, los trastornos de la autoestima, los fracasos en las expectativas personales y la búsqueda de satisfacción oral. Incluso, la teoría psicoanalítica advierte que el alcoholismo es una regresión a la etapa oral de la libido. Los sujetos entonces estarían reafirmando una conducta sicalíptica-simbólica.
¿Cuáles son sus consecuencias?
En general, la dependencia del alcohol se define por la necesidad de su ingesta en forma regular. Una vez que el sujeto entra en el círculo vicioso del consumo de bebidas alcohólicas, se convierte en una espiral.
El alcohol retroalimenta el hábito de ingestión y, paralelamente, el organismo se hace más tolerante, lo que obliga a dosis más altas para conservar el efecto estimulante. Si el individuo lo deja de pronto aparecen síntomas de abstinencia: irritabilidad, dolor de cabeza, depresión, etc.
Desde la perspectiva social, las personas alcohólicas se convierten en agentes conflictivos, muchas veces sin conciencia exacta del daño físico, psicológico y moral que generan a su entorno.
- Consecuencia en la salud mental y del sistema nervioso central
El alcohol ejerce sobre el sistema nervioso central del individuo un efecto depresivo y narcótico. Con solo la ingestión moderada de bebidas alcohólicas las contenciones de la conciencia sufren un relajamiento: afloran emociones y comportamientos instintivos reprimidos.
A partir de los primeros tragos, la euforia experimentada es acompañada de la disminución en el control de la voluntad, lo que conduce a la ingestión de más alcohol. Para la ciencia, la embriaguez etílica es un tipo de psicosis exógena temporal que depende de los litros de alcohol ingeridos y de la tolerancia del individuo.
En consecuencia, la ebriedad corresponde a la primera etapa del incremento del nivel de alcohol en el torrente sanguíneo, la cual se manifiesta con la merma del rango de conciencia y cambios visibles en el humor (con tendencia a la euforia), incremento de los comportamientos impulsivos, una pérdida del temor al ridículo y la elevación del histrionismo en la capacidad comunicativa.
El segundo nivel en la intoxicación etílica conduce a la narcolepsia, acompañada de un estado depresivo, que finalmente termina en la interrupción paulatina de las funciones del sistema nervioso central.
En suma, el efecto embriagante del alcohol aumenta cada vez y con ello aparecen alteraciones perceptivas, disminuye la capacidad reactiva, psicomotora y la conciencia de tiempo y lugar. Una dosis excesiva puede llevar a la pérdida de la conciencia e incluso el coma.
Las reacciones del sujeto embriagado son diversas porque dependen de la arquitectura de la personalidad del individuo. Es un hecho que el alcohol anula las contenciones de la conciencia, por ello es posible que el sujeto muestre comportamientos totalmente contrarios a su manera de ser en estado de sobriedad.
Solo después de un proceso de desintoxicación del organismo, que suele acompañarse de un sueño profundo, el sujeto recobra su conducta cotidiana. Además, la embriaguez produce amnesia parcial o total de los actos cometidos durante la misma.
El alcoholismo tiene consecuencias crónicas graves en la salud mental de quien lo padece. El daño de tipo neurológico y psicológico es determinante. A continuación se describen brevemente:
- Delirium tremens. La característica más obvia es el temblor, por eso la denominación. Sin embargo, el individuo sufre alteraciones de la percepción que se traducen en alucinaciones visuales, táctiles y auditivas. Su estado de ánimo se ve comprometido pasando de la angustia a la euforia, aunque mayormente sin agresividad. Los trastornos delirantes se hacen constantes en etapas avanzadas de dependencia.
Respecto a los signos fisiológicos, el alcohólico presenta fiebre y sudoración, que lleva a la crisis del sistema circulatorio. De no tratarse el paciente de inmediato y se complica con episodios epilépticos, la expectativa de vida se reduce drásticamente.
- Alucinosis alcohólica. El sujeto enfrenta de pronto alucinaciones auditivas (en menor medida visuales), que lo hostigan. Existen dos clases, la crónica y la aguda. En la primera el individuo sufre finalmente una manifestación demencial; mientras que en la segunda las alucinaciones se extienden por algunos días o meses y mejora con la supresión del alcohol.
- Epilepsia alcohólica. Son convulsiones que pudieran ubicarse entre el Delirium tremens y la Alucinosis alcohólica.
- Psicosis polineurítica. Es un tipo de amnesia casi total de las acciones y afirmaciones inmediatas y la destrucción de la capacidad de aprender nuevos contenidos. El sujeto queda a merced de lagunas mentales que suple con imaginarios mixtos; suma de medios recuerdos con fabulaciones. Pierde el sentido de lugar y tiempo, al mismo tiempo que confunde la identidad de las personas allegadas.
- Paranoia alcohólica. Es una especie de fijación con ciertas ideas que podrían coincidir con las señales de impotencia sexual debidas al alcohol, la pérdida de la autoestima y la ruptura afectiva que el sujeto crea en su entorno.
- Consecuencias en la vida de pareja y familiar
En cuanto al hombre que vive en pareja, se manifiesta con episodios de celos y temores infundados que se convierten para él en certezas. El pronóstico regularmente empeora, terminando en manifestaciones y acciones violentas contra la pareja.
- Demencia alcohólica. Todas las funciones complejas de la mente decaen paulatinamente, como la capacidad de comprensión, la cognición y el habla. Los pacientes pierden el sentido del tiempo y del lugar. El cuadro demencial viene acompañado de la desnutrición extrema, hasta llegar a la muerte.
- Encefalopatía. El encéfalo se ve gravemente afectado por los niveles prolongados de alcohol, que pasa al cerebro por el torrente sanguíneo y los ganglios linfáticos. La inflamación del encéfalo se considera una enfermedad neurológica muy grave.
- Consecuencias en la salud física
Aunque el alcohol posee calorías no pueden ser aprovechadas por el organismo humano adecuadamente por ser una sustancia tóxica para el sistema digestivo y el conjunto de mecanismos que participan en la asimilación de los alimentos.
La ingesta excesiva de alcohol produce trastornos fisiológicos. El sistema digestivo sufre alteraciones, como la gastritis y la úlcera gástrica con pérdida del apetito, a ello se suma la colitis y la inflamación del hígado, y la consecuente cirrosis.
El paciente alcohólico regularmente tiene una merma alimenticia de vitaminas y dificultad en la asimilación de los alimentos. Las condiciones físicas disminuyen como es lógico por la desnutrición y particularmente por la carencia de vitaminas del grupo B. La avitaminosis produce neuritis y polineuritis, que afectan la motricidad del individuo.
Tratamiento para curarlo
El sujeto alcohólico conserva durante su vida la propensión a recaer, en caso de que logre la desintoxicación y el manejo de la sobriedad. En caso de que vuelva a ingerir alcohol, aunque sea solo una copa, se considera una recaída.
Como se ha visto, el alcoholismo tiene un origen multifactorial, por lo que cada paciente será tratado en su propio marco de causales. El primer paso es la desintoxicación, seguida de la deshabituación, con el auxilio de fármacos que producen en el sujeto la intolerancia artificial al alcohol.
Además, se estudian los aspectos contextuales que dieron lugar a la ingesta excesiva de alcohol. En este aspecto, el psicólogo entra a jugar un papel fundamental. Dependiendo del individuo y sus circunstancias, la familia y allegados son también parte de ese proceso prolongado de psicoterapia.
Las psicoterapias de aversión (atracción-repulsión) funcionan muy bien, en tanto se fortalece la idea de que la ingesta de alcohol se identifica con efectos perjudiciales. Se propone que el paciente logre modificar aquellos patrones de pensamiento que lo hacen propenso a continuar dentro del mismo círculo vicioso. Estos mismos se asocian con los comportamientos que han influido en crear restricciones en las interrelaciones personales.