Quizá cuando lea este artículo piense en la libertad que tiene cada quien de llevar la vida sexual que desea. A fin de cuentas, la sexualidad es un tema personal que, mientras no afecte a los demás, cada quien puede desarrollarla de una u otra forma y en la intensidad escogida.
Sin embargo, la realidad es que muchas personas desean salir de sus dependencias porque le producen estados de angustia y afectan su calidad de vida. Este artículo entonces va dirigido a quienes desean una información general sobre el trastorno, ya sea porque lo padezcan, quieran ayudar a algún conocido a superarlo, o por simple curiosidad de investigador.
A cerca de la adicción al sexo
Para sorpresa de muchas personas desprevenidas, la adicción al sexo es una patología, que comparte similares síntomas con los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo, como el trastorno dimórfico corporal, la adicción al juego (juego patológico) y las compulsiones sexuales. En cualquier caso, se entiende como un trastorno sexual no especificado, en una categoría más amplia de trastornos del control de los impulsos no especificados.
A tal efecto, el trastorno puede ser asociado a las parafilias, al voyerismo, a la adicción a la pornografía, o con otras alteraciones como la depresión y los trastornos de personalidad
Su principal característica es el apetito sexual insaciable que no permite al paciente desarrollar una vida normal; la persona se ve afectada en sus otras actividades. Además, se inicia a temprana edad y el progreso es crónico. El tratamiento farmacológico, mediante inhibidores de la recaptación de serotonina, produce resultados satisfactorios.
Causas o factores desencadenantes
Existen en principio factores contextuales que estimulan el desarrollo de ese tipo de comportamientos disfuncionales. Son condicionantes los fracasos sociales, las familias desarticuladas y los abusos en etapas tempranas del individuo.
La personalidad es otro factor a tener en cuenta, pero obviamente la misma se va conformando, de una u otra manera, de acuerdo al contexto particular que le toque vivir al sujeto y los factores culturales. La búsqueda de sensaciones extremas facilita comportamientos adictivos.
¿Qué se puede hacer para prevenir la adicción al sexo?
Con base a los condicionamientos preexistentes, es de suma importancia atacar algunas variables de la personalidad, que eventualmente permiten el desarrollo de esta adicción u otra.
El afrontamiento deberá ir dirigido a mejorar la autoestima, la capacidad de resiliencia y la tolerancia a la frustración en personas susceptibles de caer en esta adicción.
Los talleres formativos deben entonces procurar el entrenamiento de las personas vulnerables, con una autoestima perturbada y problemas de autopercepción. Las técnicas de fortalecimiento emocional, cognitivo y conductual buscan estimular la conformación de relaciones interpersonales apropiadas y orientar a la persona para atajar a tiempo una eventual aparición de algunos síntomas.
Prevención y afrontamiento temprano son fundamentales en cualquier tipo de adicción o conducta compulsiva. Ello disminuye las posibilidades de que se desarrolle el comportamiento sexual adictivo en respuesta a angustias o alteraciones emocionales.
Las emociones estresantes pueden estimular una respuesta sexual hiperactiva. Por ello, el sujeto bien podría advertirlo y poner en práctica otras actividades, como hacer ejercicios aeróbicos y anaeróbicos que demanden el uso de energía o salir a dar un paseo.
Sintomatología de la adicción al sexo
Todas las adicciones comparten una serie de síntomas más o menos intensos y prolongados, que afectan la vida normal de quienes las padecen, a saber:
- La actividad –adictiva- sustituye a todas las demás, se convierte en el centro de la vida de una persona. Mente y cuerpo giran en torno a la misma.
- La adición altera el humor de la persona.
- Se produce cada vez mayor tolerancia a la actividad adictiva; al individuo le cuesta saciar sus impulsos con el pasar del tiempo.
- Cuando el adicto interrumpe su actividad por razones de fuerza mayor, sufre el síndrome de abstinencia, que se manifiesta mediante alteraciones emocionales y síntomas físicos.
- Regularmente el adicto se vuelve una persona hostil con el entorno personal, familiar, laboral y social. Abandona su círculo de amistades y aficiones, si las tuviera. Además, expresa contradicciones consigo mismo.
- Los adictos están sujetos a pasar por recaídas. Suelen presentarse en pacientes que han dejado la actividad adictiva o se mantienen en abstinencia por períodos más o menos largos; pero, por equis circunstancias, recaen en la misma con mayor fuerza.
En tal sentido, el diagnóstico de la adicción al sexo se fundamenta en los siguientes síntomas:
- No existe control sobre el comportamiento sexual desproporcionado. La persona manifiesta absoluta incapacidad para reprimir sus deseos sexuales.
- La conducta persiste a través del tiempo y tiende a la autodestrucción.
- Los individuos experimentan sensibles cambios de humor (depresión o euforia), vinculados con la adicción.
- La tolerancia adquirida exige una creciente actividad sexual, tal como ocurre en otras adicciones.
- La persona dedica mucho tiempo de su cotidianidad para conseguir relaciones sexuales.
- Los individuos ven afectadas sus actividades laborales, recreativas, sociales, confrontando eventualmente problemas médicos o legales.
¿Cómo se debe afrontar la adicción al sexo?
Identificada la adicción y con entera anuencia del paciente, las terapias buscan enseñar al paciente a manejar la compulsión al sexo y fortalecer en el mismo unas relaciones interpersonales adecuadas. Las estrategias cognitivas y conductuales han demostrado su eficacia para controlar este tipo de adicción.
El trabajo de afrontamiento bajo estos métodos se fundamenta en:
- a) una evaluación de la adicción
- b) la implementación de un programa de educación sexual
- c) la reconducción de las actitudes sexuales
- d) la inducción para una mejor gestión de las emociones y vínculos interpersonales
- e) el manejo de herramientas para detectar las conductas compulsivas y la consecuente respuesta para mitigarlas.
El psicoterapeuta debe estudiar, en primer lugar, las características personales del paciente, sus herramientas emocionales y de qué manera, de ser el caso, ha enfrentado la adicción. En segundo lugar, debe explorar la forma cómo ha venido desarrollándose la adicción, su historia y los factores que la sostienen en el presente.
Así, las terapias cognitivas y emocionales se mezclan con terapias conductuales: el psicoterapeuta aborda el reaprendizaje de conductas o la anulación de las causantes del problema.
Las técnicas conductuales orientan al paciente para que pueda manejar y controlar la pulsión sexual, sin caer en la relación sexual misma. Es lo que los expertos denominan `exposición programada con prevención de respuesta´.
Las respuestas pueden ser diversas, pero el condicionamiento regularmente busca que el paciente reaprenda con actividades o comportamientos paralelos, que pueden ser tanto físicos como intelectuales.
Bajo esta terapia, las respuestas anteriores son reconducidas; es decir, los deseos sexuales exacerbados, como respuesta a estados emocionales de estrés y ansiedad o la observación del objeto de deseo (la persona atractiva), son transformados en actividades y necesidades no dañinas.
Las terapias cognitivas-emocionales-conductuales permiten que el paciente pueda reaccionar de mejor forma a las situaciones que eventualmente podrían dispararle los impulsos sexuales desenfrenados.
A manera de conclusión
La adicción al sexo deberá comprenderse como una disfuncionalidad en la medida en que altera la calidad de vida de una persona. Ha sido clasificada de manera inespecífica en los trastornos del control de los impulsos.
Es un hecho que el rasgo principal de los trastornos del control de los impulsos es esa dificultad manifiesta para resistirse a los mismos, en este caso de tipo sexual, que implica un daño para la persona. Ese impulso o tentación pasa por una elevada excitación antes del acto y luego se explaya en placer y liberación durante el mismo, seguido eventualmente (depende de cada persona) de remordimientos o sentimientos de culpa.