El problema debe ser entendido desde una perspectiva amplia. La gran mayoría de los adultos drogodependientes, ludópatas o alcohólicos, entre otras adicciones, iniciaron el hábito a temprana edad, estimulados por las circunstancias y modelos de su entorno familiar y social.
Por tal motivo, las adicciones más conocidas en adolescentes deben ser vistas como el corolario de problemas estructurales intrafamiliares y del contexto social. Las falencias en la formación y el aprendizaje de los niños, la falta de modelos adecuados, respecto a valores cívicos, morales y éticos, promueven un ambiente favorable para que se desarrollen comportamientos y hábitos no saludables desde la adolescencia.
En tal sentido, el problema debería estudiarse y atacarse desde su origen, entendiendo que los adolescentes son víctimas, con el fin de establecer políticas preventivas y sanitarias, conformes a la realidad.
¿De qué se trata?
La adicción ocurre cuando la persona pierde la voluntad y queda a merced de consumir cualquier tipo de droga o de realizar alguna actividad repetidas veces, aun cuando le produzca daños psíquicos y físicos, y afecte a su entorno social. El comportamiento adictivo es compatible con las siguientes observaciones:
- La preeminencia que adquiere la actividad en la vida del sujeto, dominando sus sentimientos, pensamientos y comportamientos.
- La resistencia o tolerancia al objeto adictivo, que cada vez exige incrementarse para obtener los efectos preliminares.
- El síndrome de abstinencia aparece cuando se abandona por un tiempo el objeto adictivo. Las personas se vuelven emocionalmente inestables y padecen diversas reacciones físicas.
- El humor de la persona sufre alteraciones frente a su entorno humano.
- Aparecen conflictos interpersonales y consigo mismo, deviniendo en aislamiento del núcleo familiar, cambios de intereses y aficiones. Dependiendo del tipo de adicción, varían de modo y situación.
- La recaída suele ocurrir en pacientes que cursan un tratamiento y que han decidido dejar la adicción. Se comprende que el tratamiento es distinto según el tipo de adicción y, en casos extremos, la terapia y/o deshabituación puede llevar años, que no están exentos de recaídas.
Según la Organización Mundial de la Salud, año tras año aumenta la cifra de adolescentes que toman bebidas alcohólicas y fuman tabaco a nivel mundial. Las cifras dan cuenta de que el tabaquismo constituye una “epidemia mundial”, siendo responsable de millones de muertes anuales.
Por su parte, la ingesta de alcohol es responsable de decenas de patologías y enfermedades, incluyendo daños irreversibles al feto en adolescentes en gestación y trastornos cardiovasculares, daño hepático y afectaciones neurológicas, incluyendo dependencia.
Como es común en las adicciones, también la alcoholemia afecta el entorno familiar por sus vínculos con la violencia extra e intrafamiliar y los accidentes de tránsito. Además, el alcoholismo deriva en conflictos socioeconómicos.
Debido a que es relativamente fácil para los adolescentes consumir bebidas alcohólicas, el porcentaje se dispara frente a otras drogas que son ilícitas. La Comisión Interamericana para el Control de Abuso de Drogas ha señalado que los adolescentes de la región ingieren alcohol con frecuencia y en edades prohibidas por la ley.
La drogadicción y el alcoholismo son algunas de las sustancias tóxicas más dañinas, porque afectan la salud física y mental, que pueden conducir a la muerte. Sin embargo, en las últimas décadas se vienen detectando otros tipos de adicciones no tóxicas entre adolescentes, como las referidas al uso exacerbado de las nuevas tecnologías, los teléfonos inteligentes y, particularmente, de las redes sociales más conocidas.
La adicción a la pantalla
Como ya se anunció, el término adicción no solo aplica a la dependencia de sustancias tóxicas y alucinógenas, sino a un nuevo tipo de trastorno de comportamiento, que se identifica con el incontrolado uso de los medios y dispositivos digitales.
En los tiempos que corren, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han transformado las relaciones interpersonales y la dialéctica con las máquinas, que antes se reducía al accionar manual de sistemas electrónicos y mecánicos.
Ahora, los nuevos medios digitales responden con valor agregado, produciendo un impacto conductual, cognitivo y emocional sobre sus usuarios. En algunas situaciones, que aquejan a todos, pero es más preocupante en adolescentes, el ciberespacio o Internet y las prácticas tecnológicas han pasado de ser un medio a un fin en sí mismo.
Este fenómeno se hace tangible en el deseo exacerbado de comprar el último dispositivo digital, que permite múltiples aplicaciones y la telepresencia mediante redes sociales, que vienen a convertirse en la herramienta central de interacción personal, recreación y placer, tras lo cual se encubren conflictos personales.
Los adolescentes pueden verse atrapados por ciertas redes sociales digitales, porque crean un mundo paralelo a su realidad, con el que no logran conciliar. La identidad personal en Internet no tiene por qué ser la propia. Así, el adolescente crea un alter-ego con el que intenta influir en su grupo y ganar estatus.
Con ello, ocurre otro fenómeno, el adolescente toma distancia de su entorno físico (su entorno real), en una suerte de re-socialización inventada, pero que le funciona perfectamente, con atención a su marco de necesidades emocionales.
Paradójicamente, la apertura a nuevos conocimientos y la libertad expresiva que supone la red de la comunicación e información, confina a ciertos jóvenes a una clase de adicción que le conculca la libertad, al disminuir su conciencia y confinar las perspectivas de sus potencialidades intelectuales.
El mecanismo psicológico para que ocurra este tipo de dependencia es el mismo que el de los psicotrópicos o el alcohol. Este tipo de adicción también implica la pérdida de control, una manifiesta dependencia y, eventualmente, episodios de abstinencia.
Y es que todas estas manifestaciones adictivas están dominadas primeramente por los denominados reforzadores positivos (la conducta en sí misma produce placer). Sin embargo, con el pasar del tiempo estas conductas pasan a ser controladas por reforzadores negativos (el apaciguamiento de tensiones emocionales).
En tal sentido, hay una diferencia fundamental entre la necesidad de usar el teléfono móvil o conectarse a Internet con fines comunicacionales, laborales, académicos, formativos o el placer del comportamiento en sí mismo y el alivio de un malestar emocional, que puede ser soledad o ira, alteración nerviosa o estrés.
La denominada ciberadicción ocurre cuando el infante deja de compartir con sus semejantes y pasa horas frente a la pantalla con los videojuegos. El adolescente abandona su vida real y se engancha al teléfono móvil, baja su rendimiento escolar y pierde la noción del tiempo. La vida cotidiana se ve drásticamente afectada.
¿Cuáles son las causas de las adicciones en los adolescentes?
Existen diversas causas, no solo las referidas al contexto, sino las referentes a la etapa de desarrollo psicofísico del adolescente, que lo hace más vulnerable.
Si se entiende la cultura en un sentido amplio, existen presiones culturales no específicas entre familias, comunidades y grupos sociales, cuyos representantes, padres y ciudadanos, creen que el consumo y la experimentación con drogas blandas, cigarrillos y alcohol, por parte de sus hijos adolescentes, son consustanciales a su etapa de vida.
El consumo de drogas blandas en forma experimental a temprana edad puede escalar con el tiempo a drogas duras y al consumo social, funcional y, finalmente, disfuncional, cuando el individuo pierde totalmente sus capacidades intelectuales, sociales y productivas.
Las drogas blandas (marihuana, hachís) y las bebidas alcohólicas son consumidas abiertamente por colectivos adultos de edades diversas, por lo que el tránsito hacia los adolescentes es mucho más fácil. Incluso, la tendencia mundial a la despenalización del consumo personal de drogas blandas, con fines recreativos, parece indetenible.
Según la data dominante, se supone que las drogas blandas no producen dependencia física, sino psíquica, por lo que son menos tóxicas y la dependencia que experimenta el joven es menos rápida. Bajo esta premisa, el consumidor puede interrumpir su ingesta sin derivar en alteraciones graves de carácter fisiológico.
En cualquier caso, el consumo de drogas es un problema de salud pública en países con estándares de vida distintos (por ejemplo, Brasil y Estados Unidos de América), donde las drogas blandas son solo el trampolín para el consumo de drogas duras, como la cocaína, los opioides, el alcohol y las anfetaminas. Estas drogas generan dependencia física de manera inmediata y son sumamente tóxicas.
En fin, las adicciones en adolescentes responden a múltiples factores. Partiendo de las líneas anteriores, se podrían plantear los siguientes:
- La necesidad de transgresión de valores rígidos.
- La búsqueda de un perfilamiento individual o social, con el fin de integrarse al grupo, comunidad, o distinguirse. El interés en pertenecer al grupo que frecuenta, en sentirse parte del mismo, es una constante de la conducta adolescente.
- En los adolescentes, el primer contacto con las sustancias tóxicas y objetos adictivos puede estar relacionado con vivencias y momentos placenteros y recreativos.
En el caso de adicciones por ingesta de alcohol y consumo de tabaco, las causas más comunes entre adolescentes suelen estar relacionadas con celebraciones, fiestas juveniles, etc. Igualmente, los jóvenes se dejan llevar por el instante; incluso, ingieren la primera dosis de alcohol con la venia de sus padres.
4. Si no hay coacción, engaño o sometimiento por la fuerza, el consumo por vez primera es voluntario y se debe a la falta de juicio.
La actitud del adolescente suele ser errática respecto a sus propios deseos e ideas. Si no tiene detrás una familia en la cual se sienta identificado, puede tomar decisiones contrarias a su bienestar.
La adolescencia representa una etapa de profundos conflictos entre las necesidades propias de la superación definitiva de la niñez y las demandas del entorno social.
- El primer contacto con el objeto adictivo no tiene por qué derivar en adicción; sin embargo, cuando los adolescentes son parte de familias disfuncionales, sufren acoso escolar (bullying) o viven en un marco propicio, en contacto con personas adultas con algún tipo de adicción, son más vulnerables a experimentar adicciones.
Si los padres y representantes son fumadores, difícilmente los niños pueden escapar de ser fumadores pasivos y luego activos. En el caso de la ingesta de alcohol, a menos que haya una intervención temprana del núcleo familiar, los hijos de alcohólicos son altamente vulnerables a las adicciones.
En general, entran en juego, en muchos casos, las variables biogenéticas, como ocurre con el cáncer y otras enfermedades. Los jóvenes ya están condicionados genéticamente.
Síntomas generales de las adicciones en adolescentes
A continuación se exponen algunas de las señales o síntomas más característicos de las adicciones.
- De carácter físico: los adolescentes muestran señales de fatiga, insomnio, enfermedades colaterales recurrentes (dolores, obesidad o delgadez extrema, etc.), pigmentación rojiza en los ojos y pérdida de brillo, y ataques de tos recurrentes.
- De carácter sensitivo: alteraciones de conducta (actos irresponsables) y de humor. La autoestima se ve comprometida y el joven puede experimentar depresión y aislamiento social. El chico o chica abandona sus actividades recreativas regulares.
- En el seno familiar: el joven se aísla en su habitación y suele perderse por muchas horas, sin dar explicaciones a sus familiares.
- En el ámbito escolar: son evidentes los cambios en el rendimiento escolar y el desinterés por las tareas y la puntualidad, además de la asistencia a clases.
- Contexto: los jóvenes se ven envueltos con grupos de delincuentes y consumidores de drogas, lo que redunda en sus hábitos de vestimenta y apariencia.
- Es patente la pérdida paulatina de la calidad de vida del adolescente. Los jóvenes pierden el control de su vida, tras el desarrollo del comportamiento adictivo.
- La investigación sobre la materia señala que se producen alteraciones neuroquímicas en las personas adictas.
Sintomatología por la dependencia de medios digitales
En cuanto a la adicción a Internet o a las redes sociales, el uso excesivo de estos medios conlleva la pérdida de control. Cuando el joven, por circunstancias diversas, se ve obligado a separarse de su dispositivo digital, aparecen síntomas de abstinencia: el adolescente experimenta depresión, se vuelve aún más irritable y sufre de episodios de ansiedad.
Al igual que con las drogas y sustancias tóxicas, el consumo desmedido de las redes sociales genera tolerancia; el uso de los dispositivos y redes es cada vez mayor, alterando la dinámica normal de la vida del adolescente.
La pantalla se transforma en el centro de la vida del joven, reduciendo su actividad física al mínimo e impidiéndole realizar otras actividades.
El comportamiento del adolescente patentiza la ansiedad y el deseo de volver a la vida en las redes, que transforman su ingrata realidad. Este quiebre de la personalidad recuerda lo que ocurre en los adictos a las drogas, como la cocaína y el alcohol.
¿Qué hacer o cómo actuar frente a las adicciones de adolescentes?
La cercanía de los padres y representantes respecto a sus hijos menores y adolescentes, en familias constituidas y más o menos funcionales, es fundamental para evitar que los mismos se vean envueltos en situaciones contrarias a su bienestar.
Debe de haber una comunicación fluida con los hijos e interesarse por todas sus actividades escolares y extraescolares. De esta manera, se pueden detectar a tiempo las posibles variables que actúan a favor de comportamientos perjudiciales.
En caso de sospecha de adicción, sea cual sea, deberá corroborarlo por sus propios medios o recurrir a un especialista. Por ejemplo, existen asociaciones de ayuda al adicto o especialistas de familia que le podrán orientar al respecto. Cuando ya es una certeza la presencia de las drogas en su hogar o su hijo adolescente posee algún tipo de dependencia, deberá buscar ayuda.
Las adicciones son tratadas mediante psicoterapia y/o medicación. Todo depende de la gravedad y el tipo de adicción. Quién está licenciado para determinar cuál es el mejor tratamiento es el psicólogo o el psiquiatra. Por ello, lo primero es buscar el consejo de algún experto en adicciones. También, puede consultar al médico del adolescente o a una asociación de ayuda a jóvenes drogadictos.
Pasos a seguir:
- Comunicarse de manera asertiva: difícilmente el adicto reconoce de una vez que tiene un problema grave, que está afectando su vida. Por esta razón, el trabajo comunicacional debe incluir a las personas más cercanas al adolescente, incluyendo amistades con las que se sienta en confianza. Para cualquier tratamiento es esencial que el paciente reconozca su adicción. Las personas adictas en general tienden a negar la existencia de un problema, por ello, la intervención de sus allegados es fundamental.
- Apoyo incondicional: en una situación ideal son los padres y representantes los llamados a estar frente a la situación; pero, no siempre es así. Lo fundamental es que exista un interés real y que el paciente se sienta efectivamente acompañado.
- No ceder al chantaje: los adictos adolescentes seguramente apelarán al chantaje emocional para seguir con la adicción. Bajo un esquema de protección y cuidado, los padres deben estar claros que esos comportamientos son parte de la adicción.
- La separación a veces es aconsejable: en los casos extremos, el adolescente debe ser recluido en un centro de desintoxicación y rehabilitación. La adicción no debe permear a toda la familia, menos a otros hijos menores. Esta decisión siempre deberá contar con el aval de los especialistas.
- Proceso de recuperación: allanado el camino del reconocimiento por parte del paciente de la gravedad de su adicción y su manifiesto interés en recuperarse, se pasa al desarrollo del programa de recuperación.
En tal sentido, se realizan terapias individuales y grupales (familiares) más soporte farmacológico en el paciente, en los casos de que sea necesario. Las psicoterapias atienden la dimensión <reaprendizaje-deshabituación> del paciente y los tratamientos farmacológicos los aspectos neurológicos, fisiológicos y funcionales comprometidos.
En el caso de dependencia a los opiáceos, se está usando la buprenorfina, mostrando más efectividad que la metadona. El fármaco bloquea los efectos de los opiáceos y genera pocos efectos secundarios.
Otra alternativa de tipo farmacológica está apuntado al uso de vacunas contra drogas, como la heroína, la metanfetamina, la nicotina y la cocaína, las cuales tienen la capacidad de desarrollar anticuerpos en el organismo, que anulan el efecto placentero de las mismas.
Este grupo de fármacos constituyen una de las medidas preventivas y de recuperación para adictos con mayor resonancia y posibilidades. Las investigaciones neurológicas apuntan a la estimulación cerebral profunda. Es decir, la terapia se dirige a los centros accumbens, subtalámico, el cuerpo estriado dorsal y la corteza prefrontal medial. Con ello, se busca eliminar adicciones de raíz.